Cuando eran unos chiquillos que todavía no conocían sus sentimientos hablaban mucho sobre las marcas. En ese entonces solo sabían que eso era un símbolo de amor eterno, cuando el alfa marcaba a su omega, y viceversa, como la prueba de que tenían una relación inquebrantable y una tradición de lobos muy hermosa. Al menos en ese entonces donde todo era más sencillo lo veían así de bonito. Incluso a veces hablaban de que cuando sean adultos Jimin marcaría a Jungkook. Quizás fue a partir de entonces que descubrieron que sus sentimientos iban mucho más allá que un cariño de amigos de la infancia. Los dos pequeños niños que de broma hablaban de marcarse no imaginaban el giro drástico que daría su historia justo ahora, donde el menor de ellos vio entrar al dueño de la marca del alfa… y no era él.
¿Cómo es posible que una persona se viera así de bien? Esa fue la primera impresión que tuvo Jeon de Taehyung. Con su ropa vintage tan genial y su sonrisa cuadrada perfecta, pero que ahora en cuanto lo vio cambió por una mueca. Quería equivocarse, que el omega bonito que acababa de entrar es amigo de Namjoon o que es algún primo lejano que no habla coreano y por eso dijo amor en lugar de amigo. Pero bastó ver el rostro petrificado de Jimin para saber que no se trataba de nada de eso.
—Él es… —comenzó a hablar pero calló en cuánto sus pensamientos comenzaron a cuestionarlo.
Había decidido no decirle la verdad, y eso es lo que estuvo repitiendo en todo momento desde que bajaron del avión. Pero bastó verlo una sola vez para que toda su fachada se viniera abajo. No quería mentirle, pero no quería lastimarlo tampoco y por eso no sabía qué hacer.
—Kim Taehyung —se apresuró a presentarse—. Un gusto —sonrió con timidez.
Normalmente uno se presenta diciendo su nombre y también su relación con la persona que lo introduce, pero Kim no estaba seguro de qué es lo que debería decirle a Jungkook. Solo sabía que por más que deseara quedarse a Jimin para él solo, no podía ir en contra de lo que su mejor amigo quería. Lo amaba tanto como para no querer arruinar lo que sea que tuviera con Jungkook… Aunque eso significase perder su oportunidad con el alfa. Ya que en cuanto los vio abrazados, supo que en realidad nunca había tenido una oportunidad siquiera.
—La marca —sentenció firme, pero sus labios temblando lo delataron, Jungkook estaba por derrumbarse en cualquier momento también.
Sin saber cómo, Jimin se atrevió a tomar su mano. Al diablo el futuro, el presente es hoy y solo sabía que quería aprovechar el tiempo al máximo con su chico. Iba a decirle todo y sin vacilar, era lo justo para Taehyung también. Pero antes de hablar se tomó un segundo para apreciar todo que por la conmoción no pudo, tenía a sus ojitos de galaxia frente a él y su lobo movía su colita de un lado a otro pidiendo otro abrazo.
Ver que el menor no alejó su mano le dio esperanzas a continuar y percibir el aroma amargo que emanaba este causó el efecto contrario. Era asombroso que por primera vez era capaz de percibir sus emociones mediante su aroma, pero a su vez también era una pena que debiera ser de esta forma. Sin embargo, tenía esperanza de que ya tendría su tiempo para disfrutar el dulce aroma a florecitas silvestres que sintió en primer lugar cuando se abrazaron. Así que debía apresurarse en contarle la verdad sí quería hacer las cosas bien.
—Koo, hay algo que debes saber, sobre la marca...
—¿O sea que si yo no vengo tú no eres capaz de ir y saludar a tu abuelo? —escucharon a sus espaldas.
Claro que no iba a ser tan fácil, eh. Sus esperanzas fueron pisoteadas de inmediato con oír la rasposa voz del progenitor de sus padres, la persona responsable de que ahora esté estudiando una carrera en Londres.
—Abuelo… —se alejó rápidamente de Jungkook.
—¿Y ese omega?
Taehyung dio un pequeño brinco en su lugar, sorprendido por la forma tan grosera en la que se dirigió el abuelo de Jimin hacia él. Hubo silencio por unos segundos y la incomodidad se instaló en el lugar.
—Buenas noches —hizo una reverencia antes de tomar la mano ahora libre del alfa—. Mi nombre es Kim Taehyung.
—Sí, yo quiero presentarlos —estaba a punto de salvarse con su abuelo, pero también a un par de palabras de arruinar todo con Jungkook—. Él es mi omega.
Pensó que luego podría explicárselo, Jungkook entendería de razones y su abuelo no. Así que en un acto desesperado de no echar las cosas a perder, comenzó a mentir en voz alta. Escuchó un sollozo después de su revelación y no quiso voltear, temía que si miraba a aquellos ojitos brillantes empañarse de lágrimas no podría resistir y se lanzaría hacia él. Cosa que sería como cavar su propia tumba para sí mismo, para Taehyung e incluso para Jungkook y su padre. Así que con toda su fuerza de voluntad, se atrevió a seguir con su farsa.
—Un gusto señor —también hizo una reverencia—. Tenía muchas ganas de conocerlo al fin, Jimin me habló bastante de usted.
Ante eso Jungkook no pudo resistir más tiempo ahí presente viendo como el amor de su vida presentaba a otro chico como su pareja, así que a pasos torpes dio media vuelta dispuesto a irse. Sin embargo, la malicia de un viejo de ochenta y tantos años no iba a dejarlo ir tan fácil.
—Luego hablaremos de eso, quiero conocer los detalles de ti y de tu familia también —agregó el mayor y luego se dirigió al menor de todos—. Y tú, no olvides que te contratamos para ayudar a servir todo hoy en la cena.
El alfa hizo una mueca de disgusto al oír aquello. Nunca antes habían obligado a Jungkook a trabajar, pero al parecer su abuelo no había olvidado la razón por la que se fue a Londres y quería remarcar que aquel omega nunca estaría a su nivel. Taehyung en ese momento tomó fuerte de la mano del alfa intentando evitar un problema mucho más grande conteniendo al alfa de enfrentar al anciano.
—Entendido, señor Park —respondió con la voz algo rasposa antes de dar una reverencia e irse.
Jimin en ese momento pudo jurar que sus piernas estuvieron a punto de traicionar su cerebro, de no ser por su buen amigo que lo arrastró dentro de la casa antes de que Jimin corriera en busca de su pequeño Koo.
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missed u [jikook au]
RomanceJungkook ya no era el omega chiquito que no podía ni robarle un beso y, después de tres años desde su dolorosa separación, al fin se lo probaría. Pero nada salió como planeó, y la indiferencia del alfa no sería lo peor de su regreso. -Jimin, ¿por qu...