❥Epílogo: 3

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El alfa se levantó de su asiento con la intención de ayudar al joven que se cayó a tan solo unos metros de él; sin embargo, en cuanto este último se levantó y alzó la cabeza, Jimin quedó petrificado a mitad de camino. Era imposible... Debía tratarse de un sueño porque sonaba imposible pensar que tenía a su Jungkook tan cerca, a unos pocos pasos de alcanzarlo. Comenzó a parpadear un montón de veces, aludiendo a un fallo de su vista o quizás a la falta de sueño. Pero no se trataba de ningún espejismo, era el mismo chico que dos años antes lo besó por última vez antes de irse y que ahora traía un lindo cabello rubio en lugar de castaño.

-Koo... -soltó sintiendo una lágrima caer por su mejilla-. ¿De verdad eres tú?

El menor, quien había estado muy concentrado llorando por su maqueta mientras la recogía y odiando su torpeza, no se había dado cuenta de que alguien se había acercado para ayudarlo a levantarse. Bastó oír su nombre venir de aquella muy conocida voz para soltar nuevamente el objeto al suelo y voltear velozmente hacia donde provenía la voz. Sin esperar más tiempo sus lágrimas se acumularon en sus ojos y luego, en un arrebato de valentía, se atrevió a envolver sus brazos alrededor del cuello del más bajo.

-No puede ser -exclamó aún sin separarse-. Ha pasado tanto tiempo.

Y sí que había pasado mucho tiempo sin verse, incluso sus lobos parecían intentar conocerse de nuevo y sus corazones latían desenfrenados como si fuera la primera vez que se veían. Después de unos segundos, el menor se alejó y soltó su agarre dejando una sensación de vacío al contrario. Llevó sus manos a sus ojos para limpiarse aquellas traicioneras lágrimas que lo amenazaron con salir y sonrió con calidez al conectar miradas.

-Es bueno verte, te ves muy bien.

-Gracias, tú igual -respondió tímido.

Hay cosas que simplemente no cambian y a pesar del tiempo separados, Jungkook aún se ponía muy tímido ante los cumplidos del mayor. Por supuesto que, a pesar de que las viejas costumbres no cambiaron, el tiempo no pasó en vano y ambos pudieron notar los pequeños detalles que eran ahora diferentes. Principalmente había esa aura de madurez que les faltó en el pasado.

El omega, por su parte, adquirió facciones más maduras e incluso cambió su estilo de vestir por uno con una personalidad más marcada y ajustada a él. Sin contar que ahora que había recogido su maqueta nuevamente daba un total aire de un estudiante modelo, de esos que son adorados tanto por maestros y alumnos, tal cual tenía Jimin como imagen de él desde la escuela. Por el contrario, el alfa vestido de traje daba una sensación completamente distinta al muchacho de hace dos años que no podía siquiera hablar con precisión de sus sueños o ambiciones.

Físicamente se notaba el cambio, y mentalmente también. Hace unos años tuvieron un reencuentro con un contexto similar, después de no haberse visto por un par de años luego de una abrupta separación. Lo que hacía diferente a aquella vez de esta es que ya no eran aquellos jóvenes que no pudieron sentarse a dialogar para limar las asperezas que la separación trajo. Algunos meses de terapia, tiempo a solas, actividades académicas y compañía de sus amigos tuvo sus buenos resultados y de alguna forma ellos sabían que esta vez se sentía distinto por ello.

-¿Quieres ir a tomar algo? Yo invito -se apresuró el alfa.

-Un café estaría bien, aquí al lado hay una cafetería con un cheesecake riquísimo.

Nuevamente los recuerdos embargaron al mayor, quien al oír aquel comentario del postre recordó aquel mousse de chocolate favorito de su novio y de todas aquellas veces que iba a distintas cafeterías solo para consentir al menor. Era lindo que solo los buenos recuerdos venían a su mente, todos los recuerdos de lo mucho que amó al omega y no aquellos que los llevaron a separarse en primer lugar.

missed u [jikook au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora