❥22.03.

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La casa de sus tíos no siempre había sido tan ostentosa como se veía ahora. Podía recordar incluso, vagamente, la fachada de la antigua casa que solía frecuentar de niño. Estiró su mano y presionó el timbre, sonrió de lado al recordar que antes cuando no había un telecomunicador era Yongsun la que salía a la ventana a preguntar quién era.

¿En qué momento cambió todo? Sus visitas a la casa de sus tíos disminuyeron con el paso de los años y la relación con su prima también se había desgastado. Aquella sencilla pero acogedora casa crecía, y con ella su incomodidad y la poca bienvenida que recibía en ella. Luego simplemente cada una de sus familias tomó su propio rumbo y las cenas familiares comenzaron a limitarse a reuniones por compromiso en las fiestas.

-¿Sí? -se escuchó desde el aparato-. ¿Quién es?

-Park Jimin -respondió serio.

-Un momento, por favor.

Se recostó sobre la pared al lado de la puerta y luego de unos minutos esta se abrió, dejando ver a una rubia en un muy deplorable estado. Jimin incluso pudo reconocerse a sí mismo en ella.

-Hola...

-Primito -habló en su tono de voz fingido que suele usar-. ¿Tan mal te va en tu informe que debes venir a pedir ayuda? -rió, sus palabras y forma de expresarse no parecían coincidir con su verdadero estado de ánimo y era muy notorio.

-Basta de fingir, Yongsun.

La mirada de la aludida se ablandó, más no quitó el ceño por completo. No iba a dejarse ver derrumbada por su rival.

-Sé que no me esperabas, ni siquiera yo esperé venir -comenzó a hablar-. Oí que necesitabas un amigo.

-Já -rió con burla-. ¿Yo? Tengo muchos amigos, no sé de qué hablas. No te necesito.

El alfa rodó los ojos, comenzaba a recordar qué fue lo que causó su distanciamiento. Sus frases fuera de lugar, su enorme afición por hacerlo de menos para que ella pudiera resaltar, sus miradas de celos y otros comportamientos que le hicieron ver que su prima lo odiaba. Algo que nunca entendió por qué, pero que con el tiempo se contagió del mismo sentimiento.

-No sé por qué vine -resopló y dio media vuelta, dispuesto a rendirse.

Sin embargo, una pequeña mano lo tomó del brazo, obligándolo a detenerse. Esta vez al voltear, se encontró con la Yongsun de aquellos años de juventud. Aquella con mirada dócil en lugar de muecas, con los labios en un puchero en lugar de estar fruncidos y, como cuando perdía en un juego de mesa, con sus lágrimas asomándose en sus ojos.

-Sí necesito a alguien -sollozó apoyando su cabeza sobre el hombro del menor-. Estoy muy sola...

-Estoy aquí contigo, Sun.

Después de romper aquella muralla entre ambos y de que lo invitara a pasar, el delivery de lo que pidió Seokjin llegó. Al inicio fue un poco incómodo, en la mesa solo se escuchaban los sonidos que hacían los fideos al ser absorbidos y uno que otro comentario casual como "está muy rico" y "sí". Pero fue comprensible para ambos, llevaban años sin realmente intentar hablarse. Sus conversaciones solo eran sobre la herencia, el informe o alguna burla y, ahora que de verdad tenían la intención de hablar de algo más serio o al menos de hacerlo con amabilidad, se les hacía difícil saber qué decir.

-Gracias por la comida... -susurró la rubia-. Recuerdo que nos gustaba mucho pedir de este restaurante; tú, yo y...

Ni siquiera pudo terminar de decir el nombre de la persona que faltaba sin echarse a llorar. Jimin comprendía perfectamente el sentimiento, y es por eso que él había estado evitando hablar de su problema en voz alta. Porque, al igual que su prima, sabía que en cuanto comience a hablar de Jungkook, toda su compostura se iría al caño.

missed u [jikook au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora