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Cuando despertó, lo primero que vio fue la nuca de Sunghoon. Se dio cuenta que, prácticamente, tenia su rostro hundido ahí.

Alzó la cabeza y se encontró al pelinegro usando su brazo de almohada mientras le daba la espalda, todavía durmiendo profundamente. Sintió su brazo adormecido, pero a la mierda, no hizo nada para moverlo porque no quería despertar a Sunghoon. Solo se pegó un poco más y presionó el brazo que rodeaba de forma posesiva el cuerpo cálido y semidesnudo que dormía a su lado.

No era la primera vez que compartían la cama, porque cuando vivían juntos, cada dos por tres se levantaba a plena madrugada y se metía al cuarto de Hoon, acostándose con él y abrazándolo como si este fuera un peluche. Al otro día cuando se despertaban, Sunghoon no le decía nada. Nunca le decía nada.

Siguió acariciando la espalda desnuda incluso cuando percibió movimiento en el azabache. Ni siquiera cuando Sunghoon se estiró como un gatito dejó de tocarlo, de hecho, deslizó la mano por su abdomen y volvió a abrazarlo totalmente reacio a dejarlo ir.

Acababa de darse cuenta que se acostumbró demasiado rápido a tener las manos encima de él, y eso que sabia que no estaba tocándolo de la forma inocente con la que siempre lo tocó. Era muy consciente de sus pensamientos, de lo que quería lograr e incluso de lo bien que se sentía tocar a Sunghoon de la forma más sucia y obscena.

— ¿Qué hora es? — le oyó preguntar. De seguro sentía su mano encima, pero no hizo nada para apartarlo, y Jake se sintió más que satisfecho por esto.

Él dejaría que Sunghoon lo tocara e hiciera lo que quisiera cuando le diera la gana, pero ahora, mientras lo tocaba, se dijo que si se le antojaba hacer algo, no iba a contenerse tampoco.

Sentía que era la manera más rápida de hacer desaparecer ese amor fraternal. Heeseung se lo dijo.

— No lo sé, no vi la hora — murmuró hundiendo el rostro en el hombro desnudo y lechoso del menor.

Sunghoon lo miró un momento, preguntándose que le pasaba.

¿Por qué Jake estaba pegado y tocándolo como si fuera su actividad favorita?

Inmediatamente se removió un poco y apoyó la mano en la frente del castaño, confundiendo a Jake que lo miró curioso.

— No tienes fiebre.

— No, me siento bien.

— ¿Por qué...? Oye, ¿puedes dejar tu mano tranquila? — inquirió inmediatamente. No enojado, ni incomodo, solo bastante confundido.

— Creí que querías que te tocara — excusó con una sonrisa, pasando sus dedos por la cintura de un callado Sunghoon que retuvo un gemido.

Estuvo a punto de decirle que bajara más la mano, pero no. Se mordió la lengua y solo apartó la extremidad de Jake para luego quitarse las mantas y sentarse al borde de la cama, dándole la espalda al mayor que lo miró atento.

Este se quejó un poco por su brazo dormido, solo eso.

— Después de lo que pasó, ya no me da pena tocarte — dijo con calma. Se acomodó de lado y apoyó la cabeza en su mano, con la vista fija en la espalda de Sunghoon — Ahora sé que puedo tener mis manos encima de ti sin que me lo pidas. 

— No voy a pedírtelo.

— Lo hiciste hace unas horas atrás, por eso sigues semidesnudo — recordó con una pequeña sonrisa.

— Oye — regañó volteando a verlo, pero Jake estaba de buen humor y solo pudo reírse como un nene. Sunghoon no volvió a quejarse, cuando Jake reía así se le iba cualquier molestia  a la mierda — Ya son casi las siete. Debo ir a trabajar.

Unilateral I JakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora