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Jake quería llegar y encerrarse con Sunghoon en el cuarto sin llamar la atención de nadie, pero su idea se vio arruinada cuando al llegar, el mayordomo los llevó hasta el comedor en donde estaba su familia esperándolos.

No soltó la mano de Sunghoon en ningún momento, en cambio, le sonrió y este le correspondió el gesto diciéndole sin palabras que estaba todo bien.

Cuando entraron a la enorme habitación, se encontraron a sus padres y hermana sentados alrededor de la mesa, esperando la comida.

El hombre que los llevó se alejó inmediatamente, y ellos se quedaron de pie en el umbral, sin ánimos de adentrarse más.

El ambiente quedó silencioso y pesado mientras se miraban, hasta que la mujer se levantó y fue con ellos, abrazando al instante al mayor que no correspondió su abrazo.

— Jake, me da tanto gusto que estés en casa otra vez — dijo sin soltarlo.

Sunghoon miró un momento, notando la rigidez en el cuerpo de su novio, dándose cuenta enseguida que no le daba gusto estar así con su madre.

— Hola — fue lo único que pronunció el castaño, seco y sin emoción alguna.

Ella se separó al instante y miró a Sunghoon, dándole un  abrazo también y siendo correspondido con timidez por este.

— Tú debes ser su amigo. Bienvenido, siéntete como en casa.

— Es mi novio — corrigió al instante — Y se llama Sunghoon.

Casi pudo sonreír por las expresiones de su familia. Más de sus padres, porque su hermana solo agarró su copa de vino y sonrió tenuemente antes de beber. Era claro que no les había contado nada sobre Sunghoon, y estaba bien, porque quería ser él quien lo hiciera.

— Ah... que... lindo — balbuceó la mujer, viendo a Sunghoon con desconcierto, aunque no duró mucho y enseguida compuso su sonrisa.

Jake no sabia si fingía gusto o de verdad lo sentía. ¿Como saberlo? Prácticamente no los conocía, vivió los últimos once años en otro país sin verlos para nada. Eran desconocidos para él. Antes de irse a Corea era tan escaso el tiempo que pasaban juntos, que no le alcanzaba para decir que los conocía.

— Ya estamos por cenar. Cenen con nosotros — pidió enseguida la mujer, señalando la mesa que en ese momento estaba siendo servida por los empleados.

Jake se dio cuenta que todavía seguía molestandole la innecesaria asistencia de otras personas. Sus padres nunca estaban en casa, prácticamente personas que no eran de la familia vivían más ahí que ellos. Al parecer, eso no había cambiado nada.

— Ya comimos — dijo sin humor. Notó la mirada fija de su padre, y aun así no pudo importarle menos — Nos vamos a dormir. Buenas noches.

Sunghoon solo inclinó la cabeza sin pronunciar palabra alguna, luego dejó que Jake lo arrastrara hasta la escalera. Cuando estuvieron en el cuarto otra vez, el silencio continuó sobre ambos.

Ese encuentro fue seco y distante, más de lo que él esperó. Sabia que no seria algo muy cómodo, e incluso esperaba sentirse inquieto y como si pudiera dejar de respirar, pero no esperó que tanto. Jake fue en extremo frió, su madre se notó incomoda, y su padre se mantuvo lejos en todo momento: sin intenciones de acercarse y saludar.

Esa familia estaba más rota de lo que pensó.

— ¿Estas bien? — la voz de Jake se dejo oír por fin, viéndolo con atención desde la cama. Quiso reír, él debería haberle preguntado eso — Lamento que tengas que pasar por esos momentos de mierda, pero prefiero eso a que veas algo falso e hipócrita.

Unilateral I JakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora