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Ni-ki estaba pasando la pastilla cuando el timbre sonó. Todavía no se le iba el dolor de cabeza.

Se acercó y, después de asegurarse quien era, abrió la puerta, encontrándose a un fresco Sunoo que le sonrió y alzó una bolsa que Ni-ki reconoció inmediatamente.

— Fui a tu café de gatos a comprar algo para merendar juntos — avisó pasando por su lado.

El menor cerró la puerta con una sonrisa, emocionado.

Llegó al comedor y vio a Sunoo sacando de la bolsa una caja con dibujos de gatos. Se acercó y vio las cosas dulces con caras o forma de gatitos.

— Me hubieras dicho que ibas, yo quería ir — renegó mientras agarraba una galleta y le daba una mordida bajo la mirada de su amigo.

Sunoo negó inmediatamente rodando los ojos. Ir al cat café con Ni-ki equivalía a estar horas metidos ahí dentro, comprando y comprando porque el menor no tenia un simple amor por los gatos, superaba cualquier limite.

¡Iba tanto que en la cafetería había una foto suya con el titulo a mejor cliente!

Metió la mano en su bolsillo y le extendió una pequeña foto, escuchando el festejo de Ni-ki en cuanto la vio.

— ¡Justo la que me faltaba! — exclamó emocionado. Corrió a la sala y Sunoo desde su lugar lo vio acercándose una pared, pegando lo que le había entregado recién — Bien. Ya tengo a Pompón.

— Ni-ki, ¿tienes una colección de fotos de los gatos que ves en el café? — inquirió sorprendido, más nada disgustado, hasta gracioso se le hacia. Las veces que habían ido, el personal del café siempre le daba una foto instantánea como regalo, decían que era en agradecimiento por la regular visita, y claro que Ni-ki las aceptaba gustoso — ¿Cuantos gatos son?

— Por ahora es de los más grandes, después voy a empezar la de los pequeños. Son treinta y tres adultos, y creo que... Algo de diecisiete pequeños.

Sunoo rió negando con la cabeza mientras iba a la cocina.

Eran casi las cuatro de la tarde. Decidió ir a merendar con su amigo, de paso quería saber si estaba bien, porque la noche anterior se había pasado con los tragos, al igual que Jungwon.

Él los vio de lejos; los dos solos en una mesa, Jungwon sentado encima, ambos riéndose y bebiendo a la par. Incluso le sorprendió cuando el coreano fumó con Ni-ki, porque no sabia que fumaba, nunca lo había visto.

Y, claro, horas después ambos ya estaban hechos un desastre, así que él mismo decidió que era suficiente y que mejor debía llevarlos a casa. Por suerte Heeseung estaba sobrio también, y entre los dos los tiraron en el apartamento de Ni-ki y luego se fueron. Llevó a su amigo a casa y después se fue a la suya.

Cuando vio la espalda desnuda de su amigo supo que la noche anterior no solo fue salvaje por la cantidad de alcohol ingerido.

Puso a calentar agua mientras el menor se comía todo en el comedor, o eso supuso, pero cuando lo vio asomarse a la cocina, con las orejas de gato en la cabeza, solo pudo reírse.

Es que Ni-ki podía tener esa apariencia de matón, tener una expresión un tanto fría, pero en realidad era como un niño.

— Gracias por traernos anoche. Apenas me acuerdo el momento en que salimos del club — dijo mientras el mayor buscaba dos tazas.

— Ustedes dos juntos son un desastre por igual — dijo sonriendo, y el pelinegro asintió estando de acuerdo — Todavía me cuesta creer que estés acostándote con Jungwon. Tú siempre lo cuidaste mucho, y resulta que ahora duermen juntos.

Unilateral I JakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora