48

1K 102 22
                                    

Navidad había pasado sin mayores inconvenientes.

Jake agradecía estar de vuelta en casa, porque esos días lejos habían sido una mierda junto a su familia. Miradas severas de su padre, su madre tratando de enmendar al pasado con atenciones, y su hermana acosando a Sunghoon como si fuera una especie de alienigena o algo así. Nunca había estado más feliz de regresar a Corea.

— Supongo que no fue tan mal — comentó Heeseung con una sonrisa escondida detrás de su taza. Jake les había contado todo lo sucedido, dejando en evidencia lo horrible que fue.

El australiano le dedicó una mirada asesina por el comentario sarcástico.

Todos estaban reunidos en el trabajo de Sunghoon, aprovechando que el turno del menor estaba por terminar decidieron esperarlo mientras bebían algo.

— Así que Sunoo regresa mañana — dijo Jake recordando de repente el aviso de su amigo, contándoles por el grupo que ya regresaba mañana.

Sunoo mandó fotos y vídeos todos los días: de su familia, de los lugares que visitó, incluso un vídeo de los fuegos artificiales en Navidad. Y audios, muchos audios.

— Si, pero de Jungwon no sabemos nada — Ni-ki dijo enseguida, serio y visiblemente preocupado. El ambiente rápidamente se sintió severo, y fue peor porque Jay, que también estaba presente, parecía tener una nube negra encima del mal humor que cargaba.

El ultimo mensaje de Jungwon en el grupo fue hace tres días, cuando escribió a las doce de la noche para desearles feliz Navidad, luego de eso no volvió a escribir. Intentaron llamarlo, pero el móvil les daba apagado.

A esas alturas ya comenzaban a preocuparse, y Jay no sabia que hacer con la ansiedad y preocupación, solo quería saber si todo estaba bien en Nueva York, si Jungwon iba a llegar para Año Nuevo o iba a pasarlo allá también.

Cuando sintió las miradas de sus amigos sobre él, volteó a verlos, pero estos no le decían nada.

— ¿Qué? — inquirió por fin, brusco y seco.

— No te preocupes, Jay, quizá se le rompió el móvil — intentó calmar Jake a su lado — Seguro esta bien.

— Lo que sea — espetó de mala gana. Enseguida se levantó y salió del café, dejando a los demás en silencio.

Ninguno dijo nada al respecto, ya sabían que su amigo estaba preocupado, solo que su manera de demostrarlo era enojándose y demostrando indiferencia con la situación. Sabían que Jay le había mandado cientos de mensajes a Jungwon, y que incluso lo había llamado. Ahora que admitía sentir algo por el coreano, le era imposible mantenerse al margen mientras este no daba señales de vida, y posiblemente, también era el más preocupado de todos.

Esa misma noche, Jay estaba completamente solo en casa, tratando de comer algo aunque sin éxito alguno: su estomago estaba cerrado, y sentía que si comía algo terminaría vomitando. Ese día tampoco había desayunado y cuando se juntó con los demás se bebió su té a duras penas.

Hizo a un lado el plato todavía humeante y se levantó yendo a la sala, dejándose caer sentado en el sofá. Cerró los ojos y suspiró inquieto, no podía mantenerse sereno porque simplemente Jungwon no salia de su cabeza, estaba preocupado por ese idiota.

No lo pensó demasiado, sacó su móvil y fue directo a Kakao. Vio el chat grupal con nuevos mensajes, y aun así no lo abrió, en su lugar entró al chat privado con Jungwon en donde el tic de sus mensajes seguía ahí; no los había leído todavía.

Sin darse cuenta, comenzó a releer las conversaciones... aunque no había mucho que leer: siempre ignoraba a Jungwon, o bien solo le respondía con monosílabos.

Unilateral I JakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora