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Eran casi las once de la mañana cuando Jungwon despertó por fin. El dolor de cabeza le dio la bienvenida y la excesiva cantidad de ropa puesta le provocó patear el cobertor lejos.

— Aish, se me parte la cabeza — murmuró mientras se levantaba a duras penas yendo al baño.

Se encerró ahí y no salió hasta media hora después, recién saliendo de una reconfortante ducha que le hizo despabilar. Fue hasta su cuarto y solo se colocó un pantalón pijama, porque no pensaba salir en todo el día, no con esa resaca.

Finalmente, volvió a tirarse la toalla sobre el cabello para secarlo mientras iba a la cocina con la idea de tomar algo para la molestia, y de paso prepararse algo de comer porque el estomago ya comenzaba a reclamarle.

Ni siquiera recordaba como carajos había llegado a su casa. ¿Habia llamado a uno de los chicos? No encontraba otra opción, dudaba que alguien del club lo haya llevado.

Quizá...

— ¿Ya se te bajó todo lo que tomaste?

Se congeló en el lugar cuando reconoció la voz de Jay. Se volteó impresionado, encontrando al pelinegro sentado en el sofá, un poco despeinado y con su propia chaqueta sobre el regazo.

— Eh... ¿Q-qué haces aquí? — preguntó nervioso. De repente se dio cuenta que estaba semi desnudo, así que por reflejo se cubrió con la toalla, sintiéndose un idiota al instante. Estaba enamorado de Jay pero le daba vergüenza que lo viera desnudo. No demoró en sentir su rostro caliente.

Jay se refregó los ojos, todavía un poco somnoliento.

— Ya era tarde anoche así que decidí quedarme aquí. Espero que no te moleste — dijo con toda la calma, como si tenerlo a él a pocos pasos casi desnudo no fuera nada. Jungwon no supo si aliviarse o sentirse insultado, su ego bajándose en milésima de segundo — ¿Puedo usar tu baño?

— S-si — cedió enseguida, en automático. Todavía no creía que Jay estuviera en su departamento, recién despierto.

De repente le dieron ganas de besarle toda la cara, es que se veía jodidamente lindo cuando despertaba.

El mayor se levantó con parsimonia, se estiró un poco y en segundos estaba adentrándose al pasillo, cerrando la puerta del baño detrás de si.

— Carajo, carajo, carajo — en cosa de segundos se vio a si mismo yendo de un lado a otro, ordenando todo a las rápidas aunque no hiciera falta — ¿Qué hago? ¿Me voy con la vecina? ¿Finjo un desmayo? Mejor debería esconderme hasta que se vaya — seguía murmurando consigo mismo, nervioso y sin saber que hacer. Era la primera vez después de mucho tiempo que estaba a solas con Jay, sin los chicos cerca.

Ya estaba en una crisis de pánico. Nunca sabia que hacer con él, como tratarlo, no después de todo lo sucedido. Sentía que de solo respirar cerca recibiría una de las típicas miradas gélidas e indiferentes, de esas que le provocaban ganas de insultar a Jay y, también, de besarlo. Joder, que se volvía inestable e inseguro con él.

— ¿Te sientes mejor?

Dio un respingo cuando nuevamente oyó la voz del mayor.

— Ah... ¡S-si! Todo bien — dijo sonriendo.

— ¿Qué haces con ese cojín?

— Nada, solo estaba acomodando un poco — confesó, y en un segundo lo tiró sobre el sillón — Ehm... ¿q-quieres café?

Se arrepintió al instante de preguntar eso, ya esperaba el inminente rechazo.

— Esta bien.

Unilateral I JakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora