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El silencio dentro del vehículo era intenso, mas no incomodo.

Jake se mantenía despreocupado y con aparente calma, mientras observaba por la ventana como las casas grandes y lujosas quedaban atrás. Solo era por fuera, porque todavía se mantenía un tanto rígido, aun así ya tenia más que aceptada toda la situación.

Sunghoon en cambio estaba rígido y encogido sobre si mismo, jugando con las manos sobre sus piernas totalmente callado y perdido en sus desastrosos pensamientos llenos de pánico.

La noche anterior cuando estaban por dormir, la hermana de Jake le avisó que el chófer iría a buscarlo durante la tarde, que le dijera en donde se estaba quedando. Ahora iban en el coche de la familia Shim, cada vez acercándose más a su destino. Mientras más lo pensaba, más cerca del colapso se sentía.

De repente, sintió la risa suave de Jake junto a su cuerpo pegado, apretando su brazo con insistencia.

— No digas nada cuando lleguemos, solo saluda con gestos — dijo sin borrar su sonrisa.

— Eso es irrespetuoso. Llego a su casa y no seré capaz de saludarlos adecuadamente.

— Coreanos, siempre tan correctos — musitó negando con la cabeza. Ensanchó su sonrisa cuando recibió el empujón del menor sin mucho animo — No te preocupes, amor, todo estará bien. Iremos directo al cuarto, nos cambiaremos y saldremos a pasear, ¿que te parece?

— ¿A donde me vas a llevar? — preguntó dejando de lado su nerviosismo para enfocarse en Jake, absorbiendo de su aparente calma.

— A muchos lugares. Vamos a volver bien tarde cosa de no ver a nadie de mi familia cuando regresamos.

A estas alturas, Sunghoon solo pudo sonreír y asentir sin reproches. Teniendo en cuenta lo nervioso e inseguro que estaba, no cruzarse a nadie de la familia de Jake sonaba como lo más adecuado.

El auto continuó su trayecto después de que el enorme portón les cediera paso. El corazón le dio un vuelco mientras avanzaban por el camino perfectamente pavimentado, acercándose a la enorme estructura lujosa que les dio la bienvenida cuando el coche por fin se detuvo.

Jake se bajó y miró la que fue su casa antes de irse. Habia pasado mucho, pero fue capaz de reconocer las remodelaciones tanto de estructura como de aspecto, y por supuesto, no le sorprendió porque sus padres siempre fueron de deshacerse o reemplazar lo que ya tenia algo de tiempo.

El chófer sacó el equipaje, y entre él y Sunghoon lo llevaron al interior.

Sunghoon miraba con asombro todo. Un recibidor enorme, una galería el triple de grande, una escalera ancha y reluciente al igual que todo el lugar. Adornos y cuadros reposaban en paredes y muebles, incluso una bonita mesa redonda de cristal se encontraba en el centro de la galería con un florero de porcelana que contenía un enorme ramo de flores. Sunghoon solo dio unos pasos antes de soltar un estornudo.

Jake se acercó a la mesa y observó la caja de pastelitos, esperando a ser abierta. Sobre la tapa había una corta nota que no se molestó en tomar.

Bienvenido a casa. No puedo recibirte pero te buscaré cuando regrese. Mamá.

— Hace tiempo que dejaron de gustarme — murmuró inexpresivo, sin intención de abrir siquiera las cajas.

Agarró la mano de Sunghoon y comenzó a conducirlo por la escalera, ambos en silencio y llevando sus cosas directo al que siempre fue su cuarto. Esperó ver todo sucio y sin cambios, pero cuando abrió la puerta se encontró con una habitación completamente remodelada. Hasta el color blanco de antes fue cambiado por un azul marino que se le hizo hasta lindo. El color era lindo, pero el gesto en si le dio igual.

Unilateral I JakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora