Se despertó tras caerse de la cama y darse un buen golpe contra aquel suelo de madera. Era su primera noche en aquel piso nuevo y aún no se había acostumbrado.
Tenía las paredes blancas y sólo una habitación que era perfecta si quería vivir solo, además de una cocina, un cuarto de baño y un salón, lo normal.
Se levantó del suelo y se tocó la cabeza adolorido, tampoco había sido un golpe muy fuerte pero despertar de esa forma no era lo mejor que te podía pasar.
Con los pies descalzos recorrió el pasillo y buscó algo para desayunar en la cocina, no había comido nada desde la noche anterior y estaba muerto de hambre.
Se decidió por hacerse una tostada con mantequilla y tomarse un batido que había comprado hace poco al igual que con toda la comida que había en las despensas o en la nevera.
La verdad era que todo estaba muy desordenado, había ropa por el suelo, algunos objetos esparcidos por ahí, un paquete de galletas a punto de ser devorado por las hormigas...Al darse cuenta de esto el chico se propuso limpiarlo todo en cuanto desayunase, no le gustaba para nada la suciedad y el desorden y no iba a permitir que su piso se convirtiera en un gallinero.
Un rato después dejó el piso como los chorros del oro, el suelo reluciente, las mesas limpias, la cama ordenada y la ropa en su lugar al igual que todo lo que estaba por medio. Lo único que faltaba era un poco de luz así que abrió las ventanas para que el sol de la mañana iluminara su pequeño hogar.
No tenía mucho que hacer de momento así que decidió vestirse e ir a dar una vuelta para conocer mejor la ciudad.
Después de vestirse y salir de su piso comenzó a caminar por las calles viendo como la gente hablaba por teléfono, desayunaban en los bares, llevaban a sus hijos al colegio y corrían por llegar tarde al trabajo, algo que le parecía de lo más curioso.
No estaba acostumbrado a tanto movimiento, tantos edificios y paisajes distintos, no cuando todo lo que veía antes de llegar allí era el cielo y las nubes.
Seguía triste por haber dejado a su amigo solo allí arriba, había hecho tanto por el que no sabía cómo agradecérselo.
"Semanas antes de que encontrase un piso, allí se encontraban ambos, charlando sobre cómo bajar, qué hacer cuando llegase allí, cómo comportarse, cosas básicas.
— Tienes que crearte una identidad, tener un hogar donde dormir, un trabajo para ganar dinero, comida para alimentarte. — dijo Gook-Doo contándolas con los dedos. Jimin estaba algo agobiado, aún no había bajado y ya estaba lleno de responsabilidades, ni siquiera sabía si podría trabajar en una empresa sin ser de allí.
— Tranquilo, se te nota lo agobiado que estás pero tengo la solución a tus preocupaciones. — sonrió amablemente y lo miró convencido.
Ambos sabían que bajar estaba prohibido y que podían desterrar a Jimin para siempre, pero valía la pena arriesgarse.
Gook-Doo tenía un plan, que podría ser la perdición de ambos si se cometía algún error, pero si funcionaba Jimin podría bajar a la tierra sin ningún problema aunque tuviera que sacrificarse él.
— No te quiero escuchar decir que no sabes cómo vas a ganar dinero — de su bolsillo saco una bolsa y se la extendió a Jimin — Toma, está llena de billetes y monedas que utilizan los humanos. Podrás mantenerte una temporada si lo utilizas bien, con todo esto podrás alquilar algún piso y pagarlo varios meses, también te sobrará para comprar comida y algo de ropa, así que no te preocupes por nada más relacionado con el dinero.
Jimin estaba sorprendido, sus ojos por poco se le salen de las cuencas, no esperaba que Gook-Doo fuera a utilizar su poder para darle toda esa cantidad de dinero y utilizarlo allí abajo.

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Mi ángel guardián
RomanceMar es la directora de la empresa de videojuegos más grande de su ciudad. Vive con su padre en una humilde casa donde ambos intentan conservar la poca felicidad que les queda después de que su madre se marchase de casa. Todo cambiaría cuando las a...