Miraba a la nada y pensaba en todo lo que podría pasar aquel día. Sus nervios estaban a flor de piel, sus pies se movían constantemente, esperando a que fuera a hora para comenzar a vestirse y algunas gotas de sudor caían por su frente.— Son las 15:45 — comentó para sí misma mirando la hora en su reloj. — Voy a ir preparándome.
Tan pronto como se levantó, fue a su habitación a cambiarse de ropa. Ir a rescatar a su padre con un pijama de gatitos no era la mejor opción, así que optó por unas mallas y una sudadera negra.
Estaba tan nerviosa que el corazón le iba a mil, y ni siquiera estaba en la fábrica.
Con una mano en el pecho y respirando detenidamente fue hacia el baño para recogerse el pelo en una cola. Se miró en el espejo y se aseguró de no tener ningún pelo suelo, luego se fijó en su cara, estaba pálida.
Sacudió la cabeza y se lavó la cara con agua fría.
— Mar vamos, no puedes estar así. — se decía mientras se pegaba en las mejillas — Todo va a salir bien, verás como sí. Primero vamos a entrenar, luego...luego ya veremos cómo calmarnos.
Inspiró por la nariz y dejó salir el aire por la boca profundamente por última vez, antes de escuchar el tono de llamada de su móvil sonar desde el salón.
"Seguro que son ellos" pensó tras salir del baño e ir al sofá para coger la llamada.
— Hola, señorita Mar, ya estamos abajo.
— Vale, ya voy.
Dicho aquello, colgó y cogió su mochila, acercándose a la puerta de su casa y mirándola dudosa. Sin pensárselo más, salió de su casa y cerró la puerta con llave.
Nat preparaba los muñecos con ayuda de su compañero, colocándolos en el césped de aquel patio tan grande que tenía.
Más que un patio, parecía un campo enorme. Su casa era una choza de hormigón con el tejado de madera, que parecía no tener mucho misterio, pero tenía una puerta trasera en la cocina que daba para un inmenso patio lleno de objetos, muñecos, y cosas para practicar. Además, tenía un cobertizo de madera donde guardaba algunas armas y reservas de comida para su casa.
Sacaron pistolas suficientes para todos y algunos walkie-talkies para no perder la comunicación en caso de que el plan salga mal.
Dejaron todo en una mesa de madera que había junto a un par de sillas acolchadas. A pesar de tener un patio para hacer ejercicio y practicar puntería, a Nat también le gustaba pasar sus tardes y sus noches mirando las estrellas o disfrutando de la naturaleza que le rodeaba. Tenía un carácter fuerte y serio, pero era una amante de las plantas.
Ricky, sin embargo, era más pasota, le gustaba tomarse las cosas con calma y era bastante gracioso.
Eran como el dúo de poli bueno y poli malo, ambos se querían mucho, aunque no se notara.
Escucharon un coche llegar y Ricky fue a recibirlos con una gran sonrisa y palabras de ánimo. Iba a ser una noche complicada para todos, no había que perder la esperanza y mucho menos la concentración; si algo salía mal, podía costarles la vida.
— ¡Hola Ricky! — exclamó Sasha bajando del coche, se alegraba de verle de nuevo.
— ¿Qué tal Sashita? Espero que estéis preparados porque os vamos a dar caña. De aquí nadie se va sin saber defenderse. — aseguró mirando a todos convencido.
— ¿Cuándo empezamos? — preguntaron a la vez Mar y Logan.
Ricky sonrió y les hizo un gesto con la mano, indicando que les siguieran.

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Mi ángel guardián
RomanceMar es la directora de la empresa de videojuegos más grande de su ciudad. Vive con su padre en una humilde casa donde ambos intentan conservar la poca felicidad que les queda después de que su madre se marchase de casa. Todo cambiaría cuando las a...