Toda la casa estaba hecha añicos. Cristales rotos por todo el suelo, comida y ropa esparcidos por todos lados, el polvo abundando todos los rincones.
La peste a sangre, vómito y sudor estaba en el aire haciendo inaccesible la entrada a la casa.
Las pistolas estaban encima de la mesa con algo de sangre y tierra.
— Tú te lo has buscado Patrick. — dijo el desconocido de pie junto al cuerpo ensangrentado tirado en el suelo.
— Es una lástima que su hija no vaya a verle nunca más. — su compañera se sentó en la silla del comedor.
Una risa malévola y fúnebre salió de aquel hombre, todo un psicópata.
— Te voy a contar mi próximo movimiento querido, pero presta atención. Cómo cometas algún fallo serás la próxima, y no creo que quieras acabar como Patrick. — advirtió el hombre mirando a la mujer de manera constante y oscura. Esta asintió seguidamente con algo de temor y empezó a escuchar el plan de su compañero.
— ¡Mar, querida! ¿Puedes ayudarme con esto?
La chica enseguida bajo las escaleras y fue con la señora Kim, que la esperaba con un ramo de flores y algo de agua.
Estaba trasplantando algunas flores pero necesitaba la ayuda de Mar, eran demasiadas. Hasta hace poco, la joven jugaba en su habitación con el perrito de la pareja, Oli.
Terminaron de trasplantar y se sentaron un rato en el jardín a tomar un poco de té.
— ¿Está muy bueno verdad?
— Sí sí, creo que voy a empezar a tomarlo a menudo. — dio otro sorbo a su taza y sonrió, por primera vez en mucho tiempo pudo relajarse un rato. La preocupación nunca salía de su cabeza, por su padre, por Ezra, siempre había algo de lo que estar pendiente.
Se quedó pensando un momento en eso mientras miraba al césped, pero un pequeño animal se coló entre sus piernas haciéndole olvidar lo que pensaba.
Oli ladró amablemente a Mar para llamar su atención. Cuando esta lo miró vio una pelota que el perro sostenía en la boca, quería que jugase con él.
— Eres una monada. — le dijo a Oli y se levantó para jugar con él.
Jugaron un buen rato a la pelota, después Oli comenzó a seguir a Mar por todo el jardín y esta se cayó al suelo comiéndose todo el césped y el perro se puso encima de ella.
— Ya, ya, que me vas a manchar. — dijo riéndose, pero el perro seguía lamiéndole la cara y rozando su cabeza con el cuello de la chica. Le había cogido cariño. — Me recuerdas a alguien que conozco. — sonrió al instante, siempre se acordaba de él en cualquier momento.
Un poco más tarde Mar y la señora Kim comenzaron a hacer de comer juntas mientras charlaban de los últimos meses que no se habían visto.
— ¿Cómo te va con ese chico? ¿Ezra no? Mi marido me ha contado que estáis enamorados.
Mar miró a la señora Kim sorprendida, esa palabra, no estaba convencida de que fuera así.
"Enamorada..."
— ¿Dije algo malo? — cuestionó la señora Kim al verla tan pensativa.
— No no, es solo que...no sé si enamorada seria la palabra. — sonrió sin saber que decir y algo nerviosa.
— Cariño, enamorarse es algo precioso, son palabras mayores. Sientes mariposas al ver a esa persona, al tenerla cerca, al abrazarla, al tocarla. Te pierdes en sus ojos y ves lo más bonito, algo que nunca pensaste que podrías ver. – expresó apasionadamente – Solo piensas en esa persona y en estar con ella, en oír su risa, sus palabras, en consolarla. Quieres hacer todo con esa persona, quieres dárselo todo. Enamorarse es lo más bonito que te puede pasar, pero a veces duele si esa persona no es la correcta. — miró a Mar sonriendo. — ¿Ezra es el correcto? ¿Has pensado en el cuando he dicho eso?
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Mi ángel guardián
RomanceMar es la directora de la empresa de videojuegos más grande de su ciudad. Vive con su padre en una humilde casa donde ambos intentan conservar la poca felicidad que les queda después de que su madre se marchase de casa. Todo cambiaría cuando las a...