27.

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Semanas más tarde, Mar tenía un poco más asimilado lo de la muerte de su madre. Era algo muy complicado de llevar, pero por más que quisiera no podía cambiar las cosas.

Todas las noches dormía con una foto de su madre y de vez en cuando lloraba.

Una parte de su armario tenía perchas llenas de ropa de su madre, que solía ponerse más a menudo.

Aún conservaban su aroma, su esencia, eso le gustaba a Mar.

Aquel día por la mañana, se levantó como de costumbre para ir a comprar.

Esa semana tenía el turno de tarde, no tendría que entrar a trabajar hasta dentro de unas horas y quería aprovechar para pasar unas cuantas horas sola.

Necesitaba un poco de paz y tranquilidad, tiempo para pensar.

Se le habían pasado muchas cosas por la cabeza durante ese tiempo, ninguna buena, pero supo contenerse, no quería hacer ninguna locura.

— Perdone — Mar se giró — se le ha caído esto — dijo una niña pequeña con unas coletas a cada lado.

Tendría unos cinco años. Sus ojos grandes y celestes, su pelo castaño, las botas de Hello Kitty que llevaba en sus pies, las mayas rosas y el chaquetón negro, a Mar le recordaba a su infancia. Solía vestir de ese modo cuando iba a comprar con su padre.

Se le había caído una foto que tenía guardada en el bolsillo, la que se hicieron en el campamento ella y sus amigos.

— Oh, muchas gracias. — sonrió y se agachó para coger la foto de las manos de la chica.

— Tu novio es muy guapo. — señaló la chica a Jimin — Tú también.

Mar sonrió y le dio las gracias, le parecía adorable.

"Ojalá fuera mi novio"

— Tú también eres muy guapa. — admitió y le acarició la cabeza.

Se levantó y guardó la foto en la cartera, no quería perderla de nuevo.

— Hasta luego — se despidió alegremente la chica con la mano.

— ¡Adiós! — Mar se giró sonriendo y entro en el supermercado.

"Menos mal que me ha devuelto la foto, no quería perderla. Era muy mona la niña, me pregunto si la veré de nuevo"

Después de comprar un par de cosas, volvió a casa, donde se preparó el almuerzo.

Se sentó en el sofá mientras comía y puso una película en la televisión.

Le gustaba estar sola, pero de vez en cuando le venían a la mente pensamientos desagradables que no podía contener. Quería encontrar a su padre, tenía miedo de que algo fuera mal y acabase como su madre.

Mar negó con la cabeza y se secó las lágrimas.

— Tengo que ser más positiva.

Siguió comiendo un poco afectada aún por los pensamientos de antes, pero entonces, alguien llamó a su puerta.

— ¿Quién será ahora? — se levantó y dejó la comida en la mesa. Al abrir la puerta se encontró con un Jimin despeinado y agitado.

Su aspecto le preocupó, parecía que hubiera corrido una maratón, ni siquiera había avisado de que venía; y tampoco era la hora de trabajar.

Lo curioso era que hasta transpirado y con los pelos en la cara estaba guapo.

— ¿Qué haces aquí? ¿Ha pasado algo?

Mi ángel guardián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora