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Comenzaron a golpearle entre dos de los cinco chicos que había mientras unas chicas que pasaban por ahí se quedaron horrorizadas al ver aquella escena.

Diez minutos antes de aquello, Jimin caminaba tranquilamente leyendo un libro y unas voces gritándole interrumpieron su lectura.

Se trataba del chico de hace dos semanas y otros cuatro más muy altos.

— Mirad chicos, es el tonto que se enamoró de un humano — el chico de aquel día empezó a reírse y a burlarse de Jimin con sus compañeros mientras que este decidió seguir caminando.

Ellos no querían que Jimin tuviera esa reacción así que se acercaron más y le pusieron una zancadilla para que cállese al suelo, pero se mantuvo en pie.

— Nunca lo había visto de cerca, pero me parece un enfermo. — dijo un chico alto y pelirrojo riéndose.

— ¿Algún problema? — Jimin los miró con asco.

— ¿Ah? Enamorarse de humanos es asqueroso, debes estar mal de la cabeza. — dijo otro mirándole sonriendo.

— ¿Y qué pasa si estoy mal de la cabeza? ¿Te molesta? — dijo él acercándose a ellos. Era algo más bajo que ellos, pero les ganaba en coraje y madurez. Por desgracia, en aquella pelea no ayudaría su coraje en lo absoluto, pues eran cinco contra él. — Vosotros sí que estáis mal de la cabeza, pareciera que la única neurona que os queda se hubiese ido de fiesta.

— ¿Quién te crees? — se acercaron unos pocos amenazantes.

— ¿Quién os creéis vosotros? — enseguida Jimin recibió un puñetazo y seguidamente algunas patadas en el estómago. Era fuerte, pero no podía quitarse a cinco de encima con solo chascar los dedos, allí estaba solo.

La nariz estaba comenzando a sangrarle, algunos moratones aparecieron en sus brazos y en su estómago, las plumas de sus alas comenzaron a caer de tantos golpes que recibían y apenas se pudo mantener en pie. No entendía porque tanta violencia, porque tantas burlas si lo único que hacía era querer a Mar sin molestar a nadie.

Por un momento pensó que lo mejor sería quedarse quieto y dejar que le golpeasen lo que quisieran ya que así se irían más rápido, pero se equivocaba, seguían y seguían, así que decidió no quedarse de brazos cruzados.

Adolorido se soltó de los brazos de un chico de pelo gris que lo agarraba para que lo golpeasen pegándole un codazo en la mandíbula; Jimin sabía artes marciales, ¿por qué se quedaría sin hacer nada? ¿Por qué dejó que lo maltratasen si podía defenderse? ¿Por qué quiso actuar tan tarde?

El chico que lo agarraba cayó al suelo y Jimin le dio dos puñetazos a dos chicos dejándolos aturdidos, seguidamente dio unas patadas al resto y aprovechó para escapar.

Entonces, sus alas no funcionaban, no podía volar por más que quería, las habían golpeado tanto que ahora no podía volar. Estaba demasiado adolorido como para correr y quedarse allí no era una opción.

Mientras pensaba en que podía hacer, un chico se levantó del suelo y fue hacia él corriendo, pero por suerte Jimin comenzó a volar tambaleándose lejos de allí.

Ni el mismo sabía cómo pudo librarse de cinco chicos golpeándole en un momento, tampoco comprendía porque lo hacían, pero no era momento para reflexionar ni para pensar en unos imbéciles, lo único que quería era llegar a un sitio seguro para que sus heridas pudieran curarse tranquilamente y descansar.

Se sentó en aquella nube y suspiró, quería bajar en cuanto antes para estar con Mar.

Sabía que no tendría muchas oportunidades con Ezra rondando por ahí ya que Mar suspiraba cada vez que lo veía a pesar de su confusión, aun así Jimin quería aprovechar esa confusión para conquistarla y estar junto a ella.

Mi ángel guardián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora