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Por fin llegó el día en el que Mar volvería al trabajo, habían arreglado el ventanal y tenía que entrevistar a diez candidatos como guardaespaldas con los que Natalie había contactado.

Estaba algo nerviosa ya que nunca había entrevistado a alguien para protegerla pero sabía bien las cualidades que su futuro guardaespaldas necesitaba.

El señor Kim y ella habían practicado un poco antes de dirigirse a la empresa para perder los nervios, pero no había forma.

Esa mañana, los tres desayunaron juntos en su casa, si todo salía bien ya no tendría que quedarse otra noche a dormir allí y volvería a casa.

La señora Kim iba a echar mucho de menos a Mar, volvería a pasar sola la mayoría del tiempo hasta que volviera su marido del trabajo pero se alegraba de que estuviera a salvo.

Después de vestirse con sus vaqueros negros favoritos y una blusa blanca ella y su secretario se despidieron de la señora Kim, Mar le dio un gran abrazo y le agradeció todo lo que había hecho por ella durante ese tiempo.

— Si necesitas algo no dudes en llamarme. — dijo la señora Kim sonriendo.

— Lo haré diariamente para asegurarme de que está bien. — ambas sonrieron y Mar se fue con Kim Won-hae a la empresa.

Cuando llegaron, ambos entraron a la oficina de la chica y se sentaron a esperar a los diez primeros hombres mientras charlaban sobre los próximos proyectos.

Al estar en su casa durante un tiempo ambos habían cogido más confianza y acabaron más unidos de lo que esperaban, por lo que hablaban como una familia.

Llevaba meses sin saber nada de su madre y tampoco había señales de vida de su padre, así que estaba muy preocupada. Como no iba a dejar la empresa las amenazas empeorarían y no quería imaginarse lo que podrían hacerle a su padre, lo único que quería es que todo volviese a la normalidad.

Todos los días eran iguales, levantarse e ir a trabajar sin saber nada de su padre y una amenaza de vez en cuando, sentirse mal consigo misma y poco a poco irse la única estabilidad mental que le quedaba.

Estaba cansada de todo aquello, quería arreglar las cosas, intentar algo con Ezra, que por fin toda esa pesadilla se acabase y fuera feliz.

Si contratando a alguien para protegerla todo mejoraba entonces buscaría a la mejor persona para ese trabajo.

Natalie tocó la puerta y entró con un chico muy alto y fuerte de cabello negro y ojos de color plata que daba algo de miedo con aquel rostro serio.

— Aquí está el primer chico, me retiro — informó para cerrar la puerta y retirarse, dejando al chico en la oficina.

El señor Kim invitó al chico a sentarse en el sofá de enfrente y comenzaron a preguntarle algunas cuestiones básicas, su edad, lo comprometido que estaba con el trabajo, qué era lo que buscaba, si de verdad quería proteger a Mar, entre otras.

— Es por eso que me gustaría trabajar para usted señorita Mar. — dijo serio y mirándola fijamente — también por el dinero y el beneficio que eso me dará — susurro para sí y miró a Mar de arriba a abajo mezquinamente.

A Mar no le gustaba ese chico, tenía un mal presentimiento desde que lo había visto entrar; por su mirada y su pequeña sonrisa de lado seguramente estaba pensando en ella de una forma en la que no debería, además en una situación laboral. Como no le daba buena espina rechazó a ese candidato para que el siguiente entrase.

— Eres aburrida. — dijo antes de salir.

Mar miró a otro lado algo molesta y dio un leve suspiro mientras apoyaba su mano en su mejilla, la primera entrevista no había ido muy bien pero esperaba que el resto fuera algo mejor.

Mi ángel guardián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora