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Mar miraba a Jimin con los ojos a punto de salirse de las cuencas mientras que el otro, algo incómodo, escondía sus alas al oír de lejos pasos acelerados de gente viniendo.

Ella no se lo creía, pensó que estaba en una especie de sueño o que había alucinado, porque ver a un ángel no era normal. Ni siquiera estaba segura si era un ángel, un demonio, un tipo de hada o un ser fantástico, pero cómo estaba en shock por todo lo que había pasado en un momento no podía pensar con claridad.

De repente abrieron la puerta con fuerza y el señor Kim entró con un par de hombres más, con expresión de terror y buscando desesperadamente a Mar con la mirada.

Fue entonces cuando se acercó a ella algo alterado mientras los demás miraban la escena.

— ¡Señorita Mar! ¿Está usted bien? — la agarró de los hombros asustando mirándola de arriba a abajo para comprobar que no tenía ningún rasguño. — ¿Usted la protegió? — miró entonces a Jimin con la preocupación aún en su rostro.

Este asintió algo inseguro y alterado por la escena de antes y el señor Kim sonrió aliviado.

— Será mejor que llamemos a la policía, puede haber algún sospechoso. — dijo el secretario cogiendo su móvil — Señor Park, acompañe a la señorita Mar a un lugar seguro por favor, a la cafetería, a mi oficina, donde sea pero que esté segura. Más tarde hablaremos sobre su contrato.

Dicho esto Kim Won-hae llamó a la policía y explicó lo que había sucedido, no deberían tardar demasiado.

En cuanto a Mar y Jimin, ambos estaban en la cafetería, sentados en una mesa cerca de la barra.

Mar seguía en shock por todo lo que había pasado y Jimin no sabía cómo actuar o que decir, se había delatado en el primer día y no sabía si iban a contratarle o no.

En el peor de los casos, no podría ver a Mar de nuevo y le habría fallado a Gook-Doo, pero no dejaría que eso ocurriese.

De verdad quería protegerla y debía demostrárselo para ganarse el puesto.

Un rato más tarde, ambos seguían sin saber qué decirse el uno al otro. Mar se limitó a pellizcarse para ver si lo que vio no era producto de su imaginación, pero se equivocaba, lo que había visto era real.

— Tú y yo tenemos que hablar. — dijo seriamente a Jimin — Este no es un buen sitio, podría enterarse todo el mundo y dudo que alguien se tome bien que hay un chico con alas en la empresa y que la directora está pirada.

El chico asintió tímidamente, no sabía dónde podrían hablar de aquello sin que nadie escuchase y proteger a Mar de otro posible ataque.

— Iremos a mi casa, allí no nos escuchará nadie y estaré a salvo. — ella se levantó tambaleándose y Jimin repitió el mismo movimiento agarrándole del brazo para que no se cayera. Le daba vergüenza ir a la casa de Mar, pero tenía razón, allí no los escucharían y estaría a salvo.

— ¿No crees que debemos esperar un poco? Estás algo mareada y sigues en shock por los disparos...puedo pedir agua si te apetece. — estaba preocupado, en una situación como aquella no era normal actuar como si nada. Mar debía estar muy asustada y agobiada, con miedo de que pudieran atacarla en cualquier momento.

— Estoy b-bien, no te preocupes. — volvió a tambalearse desplazándose un poco más cerca de Jimin, apoyando su cabeza en su pecho por accidente.

El corazón de Jimin dio un vuelco y algo de rubor apareció en sus mejillas, si verla en persona le provocaba mariposas que estuviera así de cerca lo estaba matando.

Le encantaban sus ojitos cansados y su frágil cuerpo, le parecía una monada y no se aguantaba las ganas de abrazarla, pero como era un desconocido no podía hacerlo.

Mi ángel guardián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora