26.

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Sasha salió de su casa, era bastante temprano, la hora a la que Mar solía marcharse para ir a trabajar.

No solía despertarse a esa hora porque su turno era de tarde, pero no había podido dormir muy bien y ya no quería seguir dando más vueltas en la cama.

Le dolía la cabeza desde hacía rato así que tras desayunar se tomó una pastilla.

— Es raro, no he escuchado a Mar salir. A ver si ha pasado algo...o no me he dado cuenta de que salía...

La puerta de Mar siempre se escuchaba cuando ella entraba o salía de su apartamento, pero aquella mañana todo estaba en silencio. Sasha se preguntaba si debería asegurarse de que su amiga estuviera bien.

Además, tampoco había escuchado llegar a Jimin.

— Creo que voy a ir a ver.

Se levantó del sofá con sus zapatillas de panda y salió de su apartamento.

Llamo al timbre y espero unos minutos, pero nadie contestaba. Decidió llamar a Mar, pero le saltaba el contestador.

— ¿Dónde ha ido? — se preguntó mirando a su alrededor. Empezó a morderse las uñas sin saber qué hacer. — Es que yo no me fío. — desbloqueó su teléfono y marcó el número de Jimin.

— Si no está con él ya no se...Hola.

— Hola, ¿qué tal?

— Jimin, ¿Mar está contigo?

— No, iba a ir para allá pero me llamó diciendo que iba a ir más tarde a la compañía.

— ¿Está en casa entonces?

— Supongo, ¿no te abre?

— Que va, y sé que está despierta porque siempre se va a esta hora.

— Mira debajo de la alfombra a ver si hay llaves de repuesto, de todas formas avísame si está en casa o no. — comentó Jimin con algo de preocupación en su voz.

— Vale, hasta ahora.

Sasha colgó y se agachó para levantar la alfombra que tenía Mar enfrente de su puerta. Habían unas llaves de repuesto por si ocurría una emergencia debajo de esta.

Sasha suspiró aliviada y después abrió la puerta con las llaves.

Al pasar y cerrar la puerta, miró alrededor buscando a Mar, pero no había rastro de ella.

Había comida en la encimera de la cocina, un par de Coca Colas en la mesa del salón, un poco de ropa en el sofá...

La pelirroja suspiró y fue a la habitación de Mar, esperando que ella estuviera ahí.

Al llegar y girar el pomo, vio la habitación echa un desastre. Una silla tirada en el suelo, algunos muebles con golpes, papeles, bolis y ropa esparcidos por el suelo...era como si alguien hubiera entrado en el cuarto para destrozarlo.

— Mar...— musitó preocupada al verla envuelta en sus sábanas en el suelo. Parecía un cadáver. Se acercó lentamente y le quitó la sábana de encima, dejando ver a una Mar con ojeras y con piel pálida.

— Dios santo, ¿qué has hecho? ¿qué te ha pasado? — Estaba tan blanca, sus ojeras eran tan notorias, parecía una muerta. Sasha le quitó todas las sábanas de encima y las dejó encima de la cama, dándose cuenta de que algo goteaba de ellas.

Sus ojos se abrieron como platos al mirar a Mar y ver su brazo izquierdo lleno de sangre. Casi le da un infarto, ¿por qué querría ella hacer algo así? No sabía ni que pensar ni que sentir.

Mi ángel guardián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora