Capítulo Cinco

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Odiamos a los borrachos 5

Estaba maravillada con lo que veía delante del espejo, definitivamente el negro y el rojo eran una combinación que me favorecía demasiado. No soy de las que usa maquillaje, de hecho odio ponerme base o hacerme las cejas con tinte negro o café, pero para nadie es un secreto que unos labios rojos enloquecen a cualquiera. Así que esta noche decidí voltear géneros.

Una blusa corta y de tirantes, ceñida al cuerpo de color rojo oscuro, una falda negra de material sintético ajustada en mi cintura y que llegaba un poco por debajo de mi trasero, adornada por un cierre de metal que va desde un muslo hasta el lado contrario de la cintura y mis pies llevan una botas cazadoras con unas lindas medias de agujeros negras que llegan hasta un poco por encima de la rodilla.

Preciosa, no había otra palabra para describir lo que se veía en el reflejo del cristal. No me gustaba recoger mi cabello por lo que siempre trataba de llevarlo de un largo moderado y lacio pero con suaves ondas. Un poco de perfume y estaba lista para salir.

Carl estaba en el baño aún por lo cual me senté en mi cama para esperarlo, mientras revisaba mis redes sociales.

Connor siempre ha sido precioso (puedo decir esto pero solo para mi, jamás en público) y se veía realmente genial en una foto que había posteado en sus redes hace unas horas. Tiene los ojos negros y el color de piel de mamá, el cabello oscuro alborotado y lo podíamos considerar uno de los chicos más altos de su año. Así que cada vez que entraba en las redes sociales de mi hermano no me sorprendía al ver la gran cantidad de likes o de comentarios en sus fotos, pero esta última que subió me causó curiosidad.

Subió una foto en una galería de arte, detrás había un enorme cuadro y él parecía estar muy emocionado con lo que veía ya que sus ojos brillaban. Iba a levantarme de la cama para ir a su habitación a preguntarle si estaba pintando como lo hacía cuando era niño junto a mamá, pero entonces un flash y el sonido de la cámara de un móvil me sacaron de contexto.

—¡Mierda! —una maldición provino de una voz un poco ronca.

Mi vista fue a la puerta de mi habitación donde había parado un chico, un chico que no era ninguno de los cinco que vive aquí.

—¿Quién eres? —me levanté de la cama y lo interrogué con la mirada– ¿Cuál de los simios te dejó entrar? —caminé despacio hasta él— Y sobre todo ¿Por qué mierda me tomaste una foto?

Estando delante de él puedo ver que es más alto que yo, puede que hasta más alto que Connor, tiene el cabello muy negro y los ojos más azules que he visto en mi vida cubierto por unos lentes cuadrados que bien pueden ser de mi padre por el estilo que llevan. Va vestido con una camiseta negra con el logo de The Beatles, un pantalón negro y unos converse del mismo color.

—Yo lo... lo siento —sacudió su cabeza y bajó la mirada— Yo no quería -volvió a sacudir su cabeza— Es decir si quería pero... —una mano en su hombro no lo deja terminar de hablar y lo aleja de mis garras.

—Deja en paz al chico —simio dos le sonríe al mencionado y este le agradece con la mirada— Es un invitado de Connor —eso explica el porque de esa forma de vestir tan jovial.

—Lo siento, no volverá a suceder —se aleja corriendo por el pasillo y se mete dentro de la habitación de mi hermano menor.

Me quedo de brazos cruzados viendo por donde a huido despavorido el chico y un carraspeo de garganta llama mi atención.

—Sabes que lo estaba interrogando por qué me tomo una foto sin consentimiento —miré a Christopher y alcé mis cejas.

—Normal que quiera comerte el pobre chaval —me miró sonriendo– Pareces una diosa con esa ropa.

No le quitaría la razón, en todo caso sería una foto mía mirando el teléfono, nada de que preocuparme y menos si es una adolescente hormonal de diecisiete años.

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La fiesta había estado bien, bailé un montón con el chico de los ojos cafés más bonitos de la universidad y ahora él me está dejando en el porche de casa.

—Fue divertido hoy —habló por primera vez cuando aparcó el coche frente de casa.

—Si, no sabía que además de inteligente eras buen bailarín —bromeé y él se rió bajo y ronco.

Salió del coche y abrió la puerta para mi, me sentí tratada como una princesa y eso me gustaba. Me gustan los hombres que se curran el hecho de llevarse una chica a la cama.

—Bueno señorita Hamilton está sana y salva en casa —abrió las manos y luego hizo un saludo militar— Mi trabajo está cumplido —hizo una reverencia como en las pelis de los años 1800 y ambos reímos.

Me acerqué a él y de puntillas deje un beso en sus labios. Un simple roce, casto y tan rápido que casi no podrías notar la sensación de sus húmedos labios.

—Ahora si está cumplido su trabajo señor Lewis— sonreí y entré a la casa dejándolo impactado por el fugaz momento.

Había sido una noche genial, llamé la atención de todos, me comporté como una perra fría y fina y tengo al chico más sexy que vi desde hace un tiempo donde quiero.

Entré a la cocina a buscar un vaso de agua y un batido de fresa para irme a estudiar un rato porque no tenía sueño y mi sorpresa fue encontrarme un lindo cuerpo sin camiseta sentado de espalda a la barra que había en la cocina. Me adentré un poco más y encendí la luz puesto a que estaba apagada. El cuerpo era delgado, lleno de músculos muy marcados pero definitivamente delgado, ninguno de mis hermanos tenía esa constitución y tampoco ese mar de lunares en la espalda. Estaba deleitándome con el extraño que había en mi cocina llevando solo un pantalón de chándal gris.

Caminé un poco más pensando que sería una de las conquistas de Carl pero mi sorpresa fue encontrarme con los ojos azules de esta tarde. ¿El amigo de Connor? ¿Qué hace sin ropa en mi cocina? ¡Oh por dios! ¿Por qué mierda alguien le da una botella de tequila a un puberto de diecisiete años?

—Oye! —lo llamé y su mirada cansada se dirigió a mi— ¿Te has tomado todo eso tú solo?

Me asombré porque era imposible que aún estuviera despierto después de más de media botella de tequila.

—¿Eres real? –me preguntó lo vi, muy quieta, levantarse de la banqueta en la que estaba sentado y caminar tambaleándose hasta mi– Pareces una diosa —sonrió y ese comentario me hizo reír a mi también— Una diosa que está muy buena.

Después de decir esto me di cuenta de que me había acorralado con su cuerpo y la pared.

—Me suelen decir que estoy buena todo el tiempo —lo miro a los ojos y hace una mueca— Así que tienes que currartelo más para que me fije en ti —puse un dedo en su frente y lo empujé un poco haciendo que su cabeza se fuera para atrás.

—Eres hermosa Claudia —esta vez lo dijo en un tono bastante más serio— Cuando Connor me invitó la primera vez no pensé que me encontraría con alguien como tú —eso me sorprende ¿no es la primera vez que él está en mi casa?— Parecías irreal —su aliento era de puro alcohol, pero sus labios comenzaron a verse muy apetecibles, son labios gruesos y rosados, están pidiendo a gritos que le bese.

«Pero jamás notaste que existía —miró al techo y luego posó sus ojos en mi boca— Traías chicos a tu cuarto y tu hermano siempre me repetía que yo no era tu tipo —se encogió de hombros y eso me pareció graciosos»

—Deja de hablar —lo aparté de mi y él hizo una mueca de desagrado— Mañana vas a arrepentirte de haberme dicho esto.

Se alejó un momento y lo próximo qué pasó fueron sonidos de arcada llenado en silencio y una cosa viscosa y asquerosa cayendo en mis zapatos.

—¡Aaaashhhh! —exclamé con asco— ¡Me debes unos putos zapatos de mierda! —lo apunté con el dedo y él sonrió como tonto.

Tomé una respiración profunda y decidí irme a dormir, no sin antes bañarme, ponerme una camiseta de Cris que encontré tirada en mi cuarto, unas bragas negras muy pequeñas y dejar al chico de ojos azules a un lado de mi cama, mínimo se llevará una lección. No debes emborracharte cerca de un Hamilton sin lamentar las consecuencias.






:3 Carl en multimedia 💜

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