Extra 1 part 2 🌚

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No les mentiré, es acojonante y excitante a partes iguales el ser arrastrada por la muñeca de camino a la casa de mi jefe.

Al final había decidido cancelar todo lo que tenía en el día agendado para, cito sus palabras crudas "darme una lección". Así que aquí me encontraba, caminando por un amplio pasillo siendo tirada por él. El lugar en donde estamos es a lo que menos le prestó atención así que no voy a ser muy específica en cuanto a lo que me rodea. Nadie puede culparme por perderme en la mano con tinta que aprisiona la mía y el trasero enfundado en ese traje que camina delante de mi.

No habíamos hablado nada desde su oficina y por más extraño que parezca yo había permanecido tan callada que me comenzaba a asustar por el hecho de ni siquiera reconocerme a mi misma. Las palabras no abandonaban mi boca porque sabía que era capas de pegarme en medio de aquel pasillo una nalgada que me dejaría sin poder sentarme por lo menos tres días.

Me estoy metiendo en la cueva del lobo.

Y ese pensamiento solo hizo que mis bragas se mojaran mucho más. Porque estaba descubriendo una parte de mi a la que le daría rienda suelta si eso me llevaba a un orgasmo.

Se detuvo delante de una puerta de madera, que parecía muy cara, más cara que mi coche. Sacó unas llaves de su bolsillo y se giró para mirarme.

—Antes de entrar, tienes que saber un par de cosas —posó su frente sobre la mía y su respiración pausada me hizo poner a un más nerviosa —Practico el BDMS desde que tengo diecisiete y lo probé con mi antigua novia. Entiendo que quieras irte si esto te asusta o te abruma. Pero quiero que seas consciente de que no traigo a cualquiera aquí, además de mi ex y otra chica, eres la única que conoce este lugar.

Mi mirada se plantó en sus ojos. Había escuchado hablar sobre esta práctica sexual, tenía curiosidad, había leído uno que otro libro que me había prestado Carl y no mentiría, si el sacaba un cuchillo justo ahora, sería capaz de venirme a chorros.

—Muéstrame tus gustos Jung —giré mi cabeza y me acerqué a su oído— ¿O debería empezar a decirte amo?

Su cuerpo entero se tensó y sonreí de manera maliciosa apartando un poco mi rostro del suyo.

—Entra, cuando regrese quiero que estes desnuda y con el collar que más te guste colocado en ese hermoso cuello que tienes —hablo tan demándate que me sentí pequeñita en mi lugar— Y sí, comienza a llamarme amo a partir de este momento.

—Si —lo miré a los ojos y mojé mis labios— Amo.

Miro mis labios y con una pequeña sonrisa perversa abrió la puerta de madera y se hizo a un lado para que yo pasara y así lo hice.

Atención****** Bueno a partir de aquí se recomienda discreción, esta escena es totalmente ficticia, al igual que los personajes. Se recomienda que si usted es sensible a estas prácticas no siga leyendo... Ahora si se viene lo chido 🌚....

Cuando estuve dentro de la habitación escuché la puerta cerrarse y solo entonces solté un suspiro pesado. La tensión sexual entre nosotros era abrumadora.

Eché una ojeada al lugar en el que estaba. Una habitación que contaba sólo con una cama vestida únicamente con una sábana negra, a un lado en la pared un enorme armario del mismo material y color que la puerta, del otro lado una pared de espejos, literalmente toda la pared era un espejo. Giré sobre mi cuerpo y entonces los vi. Collares con cadenas, algunos tenían detalles, habían de todos los colores y cada cadena era distinta. Me acerqué al vidrio y sonreí al ver uno negro que tenía una mariposa de metal incrustada en el centro, la cadena tenía pequeñas bolitas y era plateada. Me enamoré de ese collar de inmediato.

I Did Something Bad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora