Capítulo Diecinueve

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EMMA HARRIS

Abrí el envase y tome la cuchará, la metí y espere que se llenara con el producto para luego comer solo lo poco que tenia la cuchara, y repetí el procedimiento mientras Logan me miraba con extrañes.

— ¿Qué?—Volviendo a meter la cuchara y sacarla.

Estábamos sentados en un puente de madera, después de que saliera corriendo con las llaves de Logan conduje hasta acá y él se me coló, las olas reventaban bajo nuestros pies salpicándonos un poco.

— ¿Por qué haces eso?—Pregunto refiriéndose a como estaba comiendo el yogur.

—Porque es divertido.

—Jamás comerás como una persona normal ¿cierto?

—Y quien dijo que yo soy normal ¿eh? —Volví a tomar la cuchara y meterla para sacarla rápidamente.

—Con solo verte se puede notar que no eres normal—Le había prácticamente rogado para que se sentará a mi par a comer yogur.

—Habla el chico que está comiendo un yogur natural—la princesita no quería comer algo dulce así que no hubo más remedio que comprarle uno natural.

Y yo pague, tenía derecho a decidir qué es lo que él comiera.

Aunque técnicamente encontré el dinero en su auto.

—Es rico. —Hice una mueca.

—No, no lo es.

— ¿La has probado?

—Sí, y sabe pésimo.

Suspiro pesadamente y me miró cansado.

—Prueba —Me paso su yogur.

—No.

—Vamos, Emma, prueba.

Lo mire por unos momentos y un plan macabro se cruzó por mi cabeza.

—Solo probaré si tu pruebas el mío—Rodó los ojos con fastidio, pero acepto.

—Prueba. —Le pase la cuchara llena de yogur.

Miró la cuchara con indiferencia—No probaré de lo que tu boca ha probado.

Bufé—Si meto mi cuchara en tu yogur igual quedara un poco de mi boca así que come y cállate.

Me miro unos segundos con la mandíbula apretada, abrió la boca lentamente y con una sonrisa introduje la cuchara en su boca, el tomo la suya y la introdujo en mi boca y arrugue el ceño.

—Sabe horrible.

—Sabe bien.

Contestamos al unísono, nos miramos por largos segundo él sin expresión alguna y yo con una sonrisa divertida en el rostro.

Pero se me borro al notar algo en su mirada y era extraño ver algún sentimiento en ellos, no supe descifrar su mirada, pero no era la misma de siempre cargada de poder e indiferencia ante todos y con una frialdad impresionante, esa que en esos momentos se miran apagados.

— ¿Qué pasa?—Pregunte sin dejar de mirarlo.

Era sorprendente como su mirada demostraba las cosas, podía estar todo el tiempo como un tempano de hielo, pero, aun así no se mostraban apagados, se mostraban fuertes, pero es necesario apagarnos para ver con claridad lo que estaba sucediendo.

Y en este momento el estaba apagado.

Trago grueso sin dejar de mirarme, apartó la mirada de mi para enfocarlo en el mar.

Escapando Del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora