Capítulo 40

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Pov Anastasia.

Estamos de vuelta en la universidad. Comienza un nuevo semestre. A penas entramos y ya están orientando trabajos, Dios, que tedioso todo. El día ha transcurrido demasiado lento, el intervalo entre cada clase parece ser de horas. Miro el reloj del salón y faltan 5 minutos para la hora del almuerzo. Estoy pensando mucho en Dante. Estos días ha estado muy distante y su humor pésimo. Casi no nos hemos visto y siempre que lo llamo o le mando un WhatsApp es frío o cortante. Flavio me dice que es por problemas en la oficina. Se que Dante se entrega mucho a su trabajo, pero, no voy a negar que me siento mal de que sea así conmigo, aunque trato de entenderlo y darle su espacio, pero lo extraño demasiado. Ya con hoy llevamos 10 día sin vernos,  solo algunas llamadas en el día y chats que casi siempre ignora.
Tengo un sueño terrible, desde hace unos día para acá me siento muy cansada. Se anuncia el final de la clase y doy gracias a Dios. Irina se pone de pie de golpe con una cara de aburrimiento total.

— Muero de hambre, vamos Karel's ¿si? — desde el día que fuimos y conocimos a los agentes, son pocas laa veces que entramos a la cafetería del camping.

— Si, vamos.

Cuando llegamos a la cafetería, como siempre, oficiales y funcionarios comen su almuerzo mientras el cansancio reina en sus rostros. Muy pocos universitarios vienen acá, y no se por qué, pero eso lo agradezco. Los oficiales que nos vigilan entran y van hacia la barra a pedir su comida.

— Haz tú el pedido ¿si? Ya sabes, lo de siempre  — me dice Irina.

Cuando llego a la barra la chica me mira feo, no sé, pero tengo la impresión de que no le caigo muy bien. Ordeno nuestros almuerzos y espero hasta que la orden está lista.

— Muero de hambre — me dice mi prima mientras le entrego su hamburguesa y papas. Ver la grasa en la comida me da un poco de asco.

No es que no sea fan de la grasa, o sea, luego de abandonar mi carrera de bailarina comencé a comer todo tipo de alimentos,  este tipo de comidas no las ingería comúnmente. Hago una mueca de desagrado e Irina me mira rara.

—¿Qué te sucede? — me pregunta.

— Tu hamburguesa — la señalo — gotea grasa.

— Y eso es lo más delicioso — me responde como si yo fuera un extraterrestre.

— Bueno, si, es solo que, hoy, no me gusta verlo. — mi boca comienza a producir más saliva de lo normal y esa sensación de querer voltear todo me invade.

— No seas rara Ana. — vuelve a morder e introduce una papa frita en su boca. Suficiente.

Me pongo de pie y salgo corriendo al baño de la cafetería. Creí que no llegaría a tiempo pero lo consigo. Dejo en el inodoro todo mi desayuno y cena de anoche. Odio vomitar, me cuesta trabajo hacerlo, es que no sé, y me da asco. Creo que vomito aún más por saber que lo estoy haciendo.

—¿Anastasia estás bien? — Una Irina preocupada está a mi lado.

— No, no lo estoy — le respondo antes de que las arcadas me lleguen de nuevo y volver a vertir lo que queda en mi estómago.

Luego de lavar mi rostro y enjuagar mi boca, me repongo y suspiro. Mi prima me observa en silencio. Nuestros ojos se ven a través del espejo del baño.

— Estás pálida.

— Teniendo en cuenta que acabo de dejar las bilis en ese inodoro, pues, era de esperarse. — comento.

— Será mejor ir a casa.

— Nos quedan clases.

— Olvida eso. — caminamos hasta fuera de Karel's. Cuando llegamos al estacionamiento del camping subimos al auto. Los oficiales suben en la patrulla,  la presencia de ellos atrae más vistas sobre nosotras y eso lo detesto. — Creo que antes debemos pasar por una farmacia.

La nueva Anastasia Collins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora