Capítulo 9

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Pov Anastasia

Irina y Flavio están en la sala de estar conversando, mi prima lo llamó llorando. Enserio amo a mi prima, solo que suele ser un poco dramática. Es cierto que estoy enojada con ella porque joder, siempre se va de lengua, pero tampoco tenía que interrumpir el trabajo del chico.

Son casi las 8:00 am y él no ha llegado. Tampoco es que me interese ni nada por el estilo, es solo que imagino que el caso es complicado. Flavio se veía exhausto, no quiso hablar sobre el tema, solo entró a la habitación donde estábamos las dos (su habitacion) y quitó su chaleco de FBI, se adentró en el cuarto de baño y luego de una ducha salió más relajado y fueron a hablar a otro sitio.

Me pongo de pie, traigo puesto uno de mis antiguos pijamas que me traje de casa. Este es un enterizo de un perro dálmata, me trae lindos recuerdos porque yo y mis amigas cada una teníamos uno igual, en honor a la película de los 101 Dálmatas, la amábamos. Me observo en el espejo de la cómoda y me veo tan...diferente.

Estoy un poco más delgada de lo que era antes, y eso es mucho decir, siempre he sido muy delgada por el ballet, solo me salvo por mis caderas que son algo pronunciadas al igual que mis muslos y pechos. Mi trasero es normal, lo suficiente para poder usar leggins libremente. Mi cabello está más largo que hace unos meses, siempre lo cortaba un poco para darle copocidad e hidratación para dar brillo y vida, ya ni eso hago, de milagro lo lavo. Mi expresión ee tan vacía que me asusto siempre que me veo.

Decido dejar de martirizarme con mi reflejo y salgo a la sala de estar, no puedo estar tanto tiempo mal con mi prima. Cuando llego los encuentro morreandose como si no hubiera un mañana, no puedo evitar poner los ojos en blanco.

— Buenos días — decido interrumpir.

Se separan de inmediato, Flavio con una sonrisa pícara y mi prima sonrojada, si como no, como si le diera alguna pizca de vergüenza.

— Hola Ana. ¿Dormiste bien? — me pregunta el agente con una sonrisa.

En realidad no he dormido en lo absoluto. No sé si es porque estoy en una casa desconocida, y no, la noche del antro no cuenta como dormir porque básicamente estaba inconsciente. Pero desde que ellos salieron disparados por la noticia de la masacre no dejo de pensar en ello. ¿Que horrible no? Lidiar con eso, es algo muy fuerte.

— Algo — miento.

— Se que mi cama no es la más cómoda del mundo, pero podías dormir en la de Dante, esa si es suave. — mi cara se pone roja ante su comentario.

—¿Dante en una cama suave? — Disfiere Irina — Lo dudo. Ese hombre no tiene nada suave en su vida — se ríe a carcajadas de sus palabras sin sentido.

Me alegra ver a mi prima más animada, por lo visto, Flavio realmente está siendo un gran entretenimiento en su vida. Por lo menos ella puede reír y estar cómoda cerca de un chico. La puerta principal se abre y mi pulso se acelera, está demás decir quien acaba de entrar.

Nuestras miradas se hallan y mi aliento se atasca. Su traje de agente lo hace lucir más imponente de lo que ya parece, su chaleco antibalas con las siglas de FBI me hace imaginar cosas de las que rápidamente me avergüenzo y sacudo de mi mente.

— Buenos días Dante — saluda Irina alegremente.

— Pensé que estabas mal — le responde sin dejar de verme.

— ¿Yo? — mi prima se ve desconcertada.

— Bueno, fue la escusa que utilizó tu novio para abandonar el trabajo en medio de un operativo — fulmina a Flavio con la mirada.

— No fue una escusa, ella me llamó llorando y pues... me conoces viejo, no me puedo quedar cruzado de brazos ante el desesperado llamado de una damisela en peligro — Dante le lanza las llaves y Flavio se escuda detrás de un cojín, ambos ríen. Se ve tan joven cuando lo hace.

La nueva Anastasia Collins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora