Prologo

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Asistir al psicólogo, contarle mi vida diaria, o en este caso, mi morir diario, no era suficiente, necesitaba emociones en mi vida. Estaba agotada de esperar que el amor llegase a mi matrimonio de seis largos años, cansada de esperar que Leon cambiara, que fuera atento y cariñoso, pues eso jamás sucedería.

¿El responsable?

En esta historia hay un culpable, y da tristeza admitir que es mi padre, el cual ya no está para gritarle que arruinó mi vida por completo, aunque debo asumir mi responsabilidad, no debí jamás aceptar un matrimonio sin amor, una unión forzada por las circunstancias del momento, un compromiso pactado por el solo motivo que mi actual esposo fue quien me quitó mi virginidad. Es absurdo que en estos tiempos, en pleno siglo XXI, una joven obedezca por completo a su padre, pero así era yo, aunque no debería de hablar en pasado, porque así como obedecía a mi padre en todo, sigo con la misma actitud reprochable hasta el día de hoy,  solo he cambiado de figura autoritaria, de mi padre, que ha fallecido, a mi esposo que esta en estos momentos esperando que le sirva la cena, o se muere de hambre.

¿Debería dejar que se muriera?

Cuando contraje matrimonio creí que era lo correcto.
Mi padre que fue un general del ejército, era un hombre machista, de carácter fuerte; y con la muerte de mi madre, esa forma de ser se profundizó.

¿Los perjudicados?

Claramente Braulio,  quien es mi hermano mayor, y yo por supuesto, con la diferencia que el se marchó, se fue a estudiar lejos, no pudo ser dominado por este poderoso dictador, en cambio yo, me quedé a acatar órdenes, y aquí estoy, viviendo con un hombre que no amo.
Sin planificación alguna, mi vida cambió, y me sirvió para sentir lo que era la vida, con adrenalina y belleza, y un sinfín de cualidades más. De la noche a la mañana tenía un amante ¡Y que amante!

¿Quien diría que la dulce Altagracia sería capaz de quebrantar el sagrado vínculo que es el matrimonio?

Pero es mi secreto, y lo disfrutaré hasta que no pueda más, como si fuera el último día de mi vida. No pensaré en nada, y que esta aventura dure lo que tenga que durar, y cuando se acabe, la atesorare como la experiencia más fascinante de mi vida, y por supuesto, debes salir ilesa de esta odisea, porque sé,  que esta prohibido enamorarse.

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