Capitulo 25

472 47 5
                                    

Altagracia

A pesar de que Lucho en este momento esta sonriendo, no puedo dejar de recordar el episodio vivido en el salon de clases con esa mujer que se dice llamar madre. Lamento tanto que el pobre chico tenga que sufrir por el desinterés de Eleonora, como si no tuviera corazón, como que nada con respecto a Lucho le importara, tal cual lo ha dicho Jose Luis. Es real lo que pasa en esa familia, y lo he visto en vivo y en directo, sin embargo, aun no puedo creer que existan mujeres así, con tal nivel de apatía, que no les duele herir al prójimo, en este caso a su propio hijo, y lo que es mas extraño, Lucho, es producto de un amor verdadero.

<<Un amor que ahora es mio... ¡Deja de marcar territorio!>>

Al ver sus ojitos aguados, no dude ni un solo instante en aventurarme en autobús con Lucho al parque de diversiones, y no me hubiera importado pasar horas viajando, con tal de darle un poco de cariño y atención a este chico que he logrado querer, no por ser el hijo de Jose Luis, sino que, porque es un niño que se da a amar por su forma de ser. 

Vamos en el auto de Jose Luis de camino al parque, y no puedo dejar de imaginar que soy su esposa, y que Lucho es nuestro hijo, un niño amado que jamas ha sufrido. Jose Luis sonríe, y yo lógicamente también, pero por la felicidad de Lucho, porque ahora si que esta contento, aunque no niego, que cada herida que le provoca su madre, queda marcada en el, no obstante, estoy dispuesta a curar sus lesiones, y estar con el en las buenas y en las malas.

-¡Esa canción es muy buena!- comento cantando a todo pulmón con Jose Luis y mi pequeño compañero, lo que me hace reír de felicidad, sabiendo que con Lucho nos llevamos realmente bien, solo espero que, cuando nos vayamos a vivir juntos, sienta la misma empatia hacia mi.

-Creo que haremos un trió de cantantes y viajaremos por el mundo- opina un divertido Jose Luis, y yo aun sin poder creer lo que estoy viviendo, y lo mas importante, muy pronto dejare de verle la cara al despreciable de León.

-Pero yo debo terminar de estudiar, y la maestra me debe enseñar- escucho a Lucho y me regocijo de ternura con su ingenuidad, lo que me hace mirar hacia atrás para darle ánimos.

-No te preocupes, nuestra faceta artística la dejaremos para mas adelante- digo regalandole miradas cómplices a Jose Luis.

-Gracias- dice- Papa, ¿cuanto falta para llegar?

-Mira hacia adelante- responde Jose Luis- haya se ve la rueda de la fortuna. ¡Estamos llegando!

-¡Si!- grita Lucho, haciéndome sentir a a gusto con el, tratando de entender porque a Eleonora le disgusta tanto.

Nos bajamos del auto, y empezamos a caminar hacia la entrada del parque, y un roce en la mano me pone en alerta creyendo que es Jose Luis, pero para mi sorpresa, Lucho tímidamente me mira con esos bellos y dulces ojos, agarrando mi mano para que sigamos juntos hacia el carrusel, mientras que Jose Luis paga las entradas.

-Maestra, ¿quiere subirse conmigo?- pregunta el niño, pero no alcanzo a responder cuando doy un brinco de sorpresa al sentir la mano de Jose Luis en uno de mis glúteos, mientras ríe con picardia.

-¡Hey!- advierto, fijándome de que Lucho vive su mundo.

-¿Que?- cuestiona con falsa inocencia- Eres mía- susurra en mi oído.

Con Lucho nos subimos al carrusel, mientras Jose Luis nos graba desde abajo con el celular, dejando en evidencia que las vueltas me tienen mas que mareada. Para suerte, las vueltas empiezan a ir mas lentas, indicando que pronto terminara la tortura, sin embargo, no me importa, pues ver el rostro de felicidad de Lucho es lo mejor del día.

Hay unos cisnes gigantes, una atracción a la que podemos subirnos los tres, aunque me da un poco de risa ver a Jose Luis tan grande intentando caber en el.

Look at meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora