Capítulo 27

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Llegamos a mi habitación, soltando nuestras manos con Eric avanzando hacia la cama al hacerlo. Se dejó caer con un gruñido de cansancio, frotándose los ojos.

Cerré la puerta con pestillo a mis espaldas, contemplando como se descalzaba de dos tirones en los pies y se estiraba.

Le imité quitándome las sandalias, avanzando de manera sigilosa.

-Estoy destrozado-Murmuró gruñendo con los ojos cerrados.

Me quedé parada junto a él, mirando ese cuerpo enorme y musculoso que se relajaba como si fuera una acción que hiciera muy a menudo en ese lugar. Las pocas veces que habíamos estado ahí, relajarnos era la ultimo que hacíamos.

-¿Que has hecho?-Pregunté sentándome en la cama a la altura de su cadera repasando el trozo de piel que se veía por culpa de la camiseta arremangada.

-Entrenar-Murmuró con los ojos aún cerrados-Tengo que seguir con la rehabilitación.

No comenté nada, ya que sabía que era un tema delicado para él y no quería mencionarlo a no ser que hablara abiertamente sobre ello.

Extendí la mano hasta llegar al filo de su camiseta, pasando las yemas de los dedos por su abdomen tonificado con una suave caricia. Me perdí en el propio trazo de mis dedos, absorta en el calor que desprendía su piel ligeramente bronceada.

Los músculos se le contrajeron cuando llegué hasta la línea de vello bajo su ombligo, pero no me detuvo y dejó que subiera un centímetro más la camiseta.

Seguía con los ojos cerrados, respirando de manera más calmada y profunda. No se estaba quedando dormido, pero tampoco estaba del todo alerta.

Había sido una semana eterna para los dos, sin parar de trabajar. Sus tardes estaban ocupadas con Lizzie dejando alguna noche para mi cuando ella ya estaba dormida. Las campañas de verano nos tenían entretenidos, llenos de encargos y eventos que organizar.

Necesitaba que el maldito verano acabara de una vez. Tenia demasiados planes para ese septiembre y quería llegar a ellos cuanto antes.

-¿Estas muy cansado?-Pregunté en un susurro subiendo otro centímetro su camiseta.

Una risa ronca vibró en su pecho, sacudiéndolo bajo mis dedos.

-Nunca para eso, pequeña.

Sonreí con entusiasmo, subiendo a la cama de un pequeño salto. Coloqué las rodillas a ambos lados de su cadera, sentándome a horcajadas sobre él.

Abrió los ojos, agarrándome los muslos desnudos por debajo del vestido veraniego que llevaba.

-Quiero hacer algo por ti-Expliqué manteniendo sus manos lejos de cualquier punto que pudiera distraerme demasiado.

Me observó confuso un segundo, apretando los dedos en mi carne para después ponerme una sonrisa oscura y perversa que me conocía muy bien.

-Lo que quieras. Tu mandas.

Apartó las manos de mis piernas para colocárselas detrás de la cabeza, a la espera de que le hiciera lo que quisiera.

Me eché a reír por su entusiasmo, cogiendo el filo de su camiseta para deshacerme de ella.

No tiene ni idea, el pobre.

Se enderezó para quitársela y quedarse con ese torso desnudo de vikingo, haciendo mi boca agua por el deseo.

Repasé su abdomen y su pecho con una suave caricia que le hizo estremecer y a mi sonreír aun mas.

-Date la vuelta-Le pedí (o más bien ordené).

Cayendo al infierno #2 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora