Hace dos semanas....
Eric
Jugueteé con la goma de pelo entre mis dedos tan ensimismado en el juego de Lizzie que ni me di cuenta que tenía una mirada clavada en mi rostro.
Acababa de venir de la guardería y ya estaba haciendo trabajar esa cabecita suya con un castillo de bloques que pretendía hacer tan alto como ella.
Contaba con tener algo entretenido con lo que ocupar mi cabeza al volver de la oficina, pero mi hija había preferido jugar ella sola a invitarme a construir a su lado. Tenía las cejas fruncidas por la concentración al montarlo, como si tratara de buscar la manera de recrear lo que su imaginación llegaba a maquinar.
Sabía que debía dejarla a su aire cuando quería explotar su talento, dejándome con ganas de ayudarla cuando ella no lo necesitaba.
Mi mente aprovechó para trabajar, recordando todo lo que debía tener listo para la semana de la moda de Madrid.
Siete días con Ainara.
Estaba que echaba humo en más de un sentido.
No había pasado tanto tiempo a solas con ella nunca y me ponía nervioso. Su desinterés por bajarme los pantalones me preocupaba a pesar de que la atracción seguía ahí. Mi cabeza era un caos y yo era incapaz de gestionarlo todo.
El psicólogo no me ayudaba mucho, a pesar de que había ido a más sesiones en un intento de desahogarme. Habíamos sacado en las sesiones cada puto momento traumático de mi vida y lo habíamos enfocado de mil maneras diferentes.
Era un poco capullo y sospechaba que se aferraba al tema de la muerte de Lily para aplicarlo a mi actitud introvertida y seca.
Nunca fui risueño, social o con ganas de lamerle el culo a la gente, no tenía nada que ver con la muerte de mi hermana. Siempre fui así, solo que ahora mi mente se bloqueaba por otro motivo.
Ahora tenía a alguien más en mi vida que me importaba a un jodido nivel que nunca había experimentado, igualando a mi familia, las únicas personas a las que siempre había tenido. Pero incluso con mi familia, nunca me sentí como lo hacía con Ainara.
Eso era lo más complicado de comprender. Estar con alguien desde hacía tan poco que te conociera más que tu propia sangre, no sintiéndote además amenazado por ello.
La semana en Madrid podría ayudarme a ponerle nombre a lo que sentía, una explicación a porque esa mujer había logrado más que un psicólogo y un equipo de profesionales en mi rehabilitación.
Verla a ella dominar sus miedos, centrar sus ojos en la mira y plantar el cuerpo como si de una roca se tratara antes de disparar me dejó sin aliento. No fueron tiros perfectos, porque eso necesitaba mucha práctica, pero si me dio la fortaleza para calmar el corazón acelerado que me trepaba por la garganta de los nervios. El sudor frío y el temblor de tripas se detuvo, todo se evaporó y solo pude verla a ella. Luchadora, fiera, guerrera, como una valkiria lista para la batalla.
Me sentí nada a su lado, tan insignificante que poco importó la gran diferencia física entre ambos.
Entonces me tendió la pistola con esa sonrisa y esos ojos verdes cargados de pasión junto a las palabras que dijo después, transmitiéndome toda su fuerza, haciendo que dejara de sentirme insignificante a serlo todo como ella, junto a ella.
-Eric.
Casi pego un brinco en el sillón, totalmente ajeno a lo que pasaba a mi alrededor cuando esa voz tan calmada y cariñosa interrumpió mi verborrea mental seguida de un apretón en el hombro.
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Cayendo al infierno #2 [Terminada]
Storie d'amore¿Cómo superas perder algo que nunca te perteneció? ¿Dejare de sentir algún día ese vacío en el pecho que tenia desde el día que cerró esa maldita puerta? Me limité a vivir en la tierra hasta que él apareció y me hizo Alcanzar el Cielo. Ahora estoy c...