Seokjin conoce a los hermanos Min-Jeon desde que tenía 19 años, agradecía a la vida el haber puesto a Yoongi en su mismo taller de música en la universidad ya que gracias a eso él había tenido la posibilidad de decir que tenía dos hermanos para cuid...
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—¿Puedes dejar de caminar de un lado a otro?
Seokjin se cruzó de brazos y se detuvo de inmediato ante la petición de Yoongi. Miró por la joyería y negó de nuevo con su cabeza.
—No es suficiente.
Yoongi suspiró y se pasó una mano por su cabello negro y miró a la pobre vendedora frente a ellos.
—No llevaremos nada, gracias.
Seokjin le sonrió casi tímido pero no podía disculparse a pesar de que la joven mujer le había mostrado más de veinte anillos. Ninguno era suficiente.
Saliendo de la galería Seokjin divisó una costosa joyería, la conocía bastante bien ya que había pasado por lo menos seis veces por fuera mirando un anillo bastante sencillo que tenía un pequeño brillante. No tenía idea si era de mujer u hombre pero él lo quería en el dedo de Jungkook más que lo que quería su próxima respiración.
El punto es que era demasiado costoso, él podría pagarlo, por supuesto que podría pero tendría que usar su tarjeta de crédito y sería pagado en casi un año lo cual era demasiado para él, pero por otra parte ahora no mantenía solo la casa ya que con Jungkook se dividían el mantenimiento del departamento.
Seokjin podía comprar ese anillo… Él quería hacerlo.
—Estás loco, eso cuesta más que mi automóvil.
Seokjin miró el anillo y mordió su labio. Era precioso, una joya realmente valiosa que se vería perfecta en el dedo de su novio.
—Es algo único, quiero darle esto.
—Jungkook aceptaría un anillo de cereal si viene de ti, no es necesario un gasto así… Y no lo digo porque soy un tacaño.
El azabache se echó a reír y miró a su mejor amigo. Habían pasado por lo menos un par de meses para que ellos pudieran retomar su relación de amistad y Seokjin nunca lo diría frente a Yoongi pero lo había extrañado como un loco.
En los meses pasados Jungkook se había titulado y se había cambiado de trabajo, uno que le dejaba dos días completos a la semana para estar con él. No llegaba tan tarde al departamento como antes por lo que muchas noches Seokjin lo esperó para cenar y hablar del día de cada uno. Si no estaban muy cansados harían el amor entre susurros y palabras de amor, pero otras noches tendrían sexo alocado y salvaje gracias a los mensajes subidos de tono que se mandaban durante el día para calentar las cosas.
—Eres tacaño —Seokjin dio un paso hacia la puerta de la joyería. —Preguntemos aquí, quizás encuentre alguno que me gusta.
—Hemos visto tantos lugares que ya estoy mareado, deberías dejar de decir que es para un hombre.
