Capítulo 07

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*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico en Amazon. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 7. Hechizado

—Hoy hace... calor... ¡mucho calor! Pero eso no evitará el monzón que se acerca.

El hombre del parte meteorológico señaló en el mapa la suave bajada de temperaturas de la próxima semana, acompañada de una extraña llovizna que enfriaría la cálida isla. Yoongi se encontraba repantingado frente al televisor, con un ventilador de mano frente a la cara y pocas ganas de seguir viviendo.

Jungkook llegó a la cocina, soltó su mochila en el suelo y saqueó la nevera, llevándose una lata de refresco y una bolsa de patatas fritas.

—¿Se puede saber por qué utilizas un ventilador, cuando tenemos aire acondicionado? —preguntó de soslayo, deteniéndose en el marco de la puerta.

—Porque no encuentro el mando a distancia, ¿a ti que te parece? —soltó Yoongi con malas pulgas.

Jungkook se acuclilló un instante, agarró el control tirado que vio bajo la mesa y se lo pasó con la boca llena de patatas. Yoongi lo tomó con un gruñido.

«Estúpido Jungkook, que siempre lo encontraba todo a tiempo», le maldijo mentalmente, con una sonrisa falsa dibujándose en su rostro.

—Hace días que te noto extrañamente feliz —habló el sabueso de Yoongi, arrugando la nariz.

—Y yo a ti... extremadamente cascarrabias —ideó el más joven—. ¿Se puede saber qué te ha pasado?

—Se me ha muerto el cactus —pronunció Yoongi en tono neutro—. ¿Me compras otro? Sufro de carencias afectivas.

Jungkook chasqueó con la lengua, se rio levemente y dejó la bolsa de patatas sobre el pecho de su amigo. Se encargó de recoger unas cuantas cosas del salón en lo que Yoongi ponía el aire acondicionado y comentaba de fondo el aura rosa pastel que últimamente rodeaba a Jungkook. Según él, «era molesto». El pelinegro se lo tomó en broma, poco después, preparó el almuerzo con Yoongi y comió con su compañero mientras él le hablaba de sus compañeros de trabajo, lo mal que se llevaba con un tal Jack, y el absurdo enfrentamiento que había tenido con alguien de su familia por teléfono.

El azabache no quería desatender a su amigo, pero cuando Yoongi mencionó algo sobre la fundación Arrecife Turquesa, su estúpido estómago lleno de caballitos de mar enamorados colisionó contra su pecho, trayéndole el flashback de una cola turquesa esa mañana. Jungkook pasaba por el habitual túnel de cristal antes de llegar al ascensor. Apreció el fondo marino, atisbando el destello de la cola de Taehyung. Él se detuvo frente al cristal, acercándose a la pared y apoyando una mano en ella para verle mejor. La sirena se deslizó en el agua con elegancia, cabello ingrávido y un bonito recogido trenzado con una nueva diadema.

«A Tae no le gustaban repetir accesorios», pensó Jungkook divertido.

En esa ocasión, había enlazado el trozo de corazón de coral azulado en su diadema, y se encontraba flotando entre unos mechones cobalto de su cabello. ¿Cómo podía ser tan maravillosamente creativo?

Taehyung le sonrió desde el otro lado, con unos ojos rasgados e iris irreales brillando con el reflejo de una docena de tonos marinos. Se aproximó al cristal y apoyó una mano sobre la suya, justo al otro lado del cristal del acuario.

Jungkook sonrió con una inhabitual dicha palpitando en su pecho. Se sintió feliz por su buen aspecto, porque le dedicase una sonrisa y por esos desconocidos sentimientos invadiéndole de nuevo. Aprovechando el bonito encuentro, le dedicó una carantoña a Taehyung desde el otro lado, poniendo varias caras feas para provocarle una risita. Lo logró con éxito, y la sirena le miró como si dijera «menudo tonto estás hecho». Después le hizo unas señales para indicar que tomaría el ascensor para poder verle de cerca.

Blue Tail ⋆ Kookv [Chispasrojas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora