Capítulo 9

379 26 11
                                    

Camila se detuvo un momento para darle un sorbo a su café, luego continuó tecleando en la computadora de forma eufórica.

Solo el trabajo la había reconfortado ese lunes, luego del fin de semana surreal que recién había pasado. Decidió no ir a su oficina, pues se sentía demasiado abatida como para arreglarse y salir a sonreirle a las personas que trabajan con ella.
 
Hace un año y medio que trabajaba como abogada ambientalista en una prestigiosa firma, un trabajo que le había costado sangre, sudor y lágrimas conseguir y que le daba, día a día, una gran satisfacción. <<Solo tú puedes sacar lo mejor de una profesión tan oscura como el derecho>> le había dicho Bautista, cuando le contó su decisión de continuar por esa rama.

Se reclinó hacia atrás en su cómoda silla de cuero, al pensar por un instante en Bautista, perdiendo toda la concentración que se había esforzado por mantener gran parte del día.

No había sabido nada de él desde que su ex-mejor amigo la dejó desnuda en su cama el sábado por la noche, solo con la añoranza de lo que habían compartido y la certeza de que todo había sido un error.

Bufó por lo bajo al recordar sus palabras <<si tu me lo hubieras dicho... yo habría...>> ¿qué habría hecho él?, ¡nada!, se dijo a sí misma, a lo sumo le habría golpeado el hombro, con una mezcla de afecto y lástima, para luego decirle que él no la veía de la misma forma; que ella había confundido sus señales, pues él la quería solo como a una hermana pequeña. Luego todo habría sido tan incómodo que habrían dejado de verse y, de paso, habría perdido la amistad que tenía con Luisana.
 
Pensar en la rubia la mortificó aún más, pues junto con la pena desgarradora que había sentido cuando Bautista se fue, también la había asaltado la culpa por haber traicionado a su mejor amiga. Porque si había alguien inocente en esta historia, esa era ella.
 
Se encogió de hombros, en esa conversación que estaba teniendo consigo misma.

Corazón que no ve, corazón que no siente, se dijo, Luisana nunca se enteraría de lo que pasó. Ella no se lo contaría y sabía que Bautista tampoco lo haría.

Probablemente él necesitara un tiempo para reflexionar sobre todo, solo para concluir que lo del sábado no había significado nada y que se habían dejado llevar por el deseo. Después, él se daría cuenta de que la mujer de su vida era y siempre sería Luisana, la llamaría por telefono, o si tenía el suficiente coraje, tomaría un avión e iría a París para disculparse por su actuar, la besaría, la llevaría a la cama y le haría el amor, los dos se reconciliarían y ella se quedaría fuera del marco, donde siempre debió haber estado.
 
El timbre la sacó de sus pensamientos, se levantó del escritorio y arrastrando los pies salió de su estudio en camino a la puerta, pero antes de llegar a ella se detuvo, recelosa, ¿sería Bautista nuevamente?, se preguntó.
 
-¡Camila!- gritó Francisco del otro lado, al tiempo que daba dos golpes a la puerta- ¡Abre, sé que estás ahí!
 
La pelirroja suspiró decepcionada, luego se dio un golpe en la frente. A ver si con eso podía alejar los pensamientos, sentimientos e ilusiones que giraban en torno a Bautista, él no la llamaría, ni menos volvería a ir a su casa.

No la quería, al menos no como a ella le gustaría, y era algo que tenía que empezar a asumir.
 
Se acercó aletargada a la puerta y la abrió, encontrándose con su mejor amigo, quien traía tres vasos de café y una bolsa de papel entre las manos. A su lado estaba Miki, quien era prima de Francisco y, además, trabajaba como su secretaria en la firma.
 
-Espero que ahí traigas brownies- dijo a modo de saludo, arrebatándole la bolsa al chico y sintiéndose medianamente feliz al darse cuenta que tenía razón. Entró al departamento dejando la puerta abierta para que sus visitantes entrarán.
 
-Bueno, al menos está viva- le dijo Francisco a Miki mientras seguían a Camila hasta la sala- ¿Se puede saber por qué no me respondes el teléfono y por qué no fuiste a trabajar hoy?
 
-No tenía ganas- respondió encogiéndose de hombros, antes de comer uno de los brownies- Y no sé dónde está mi celular.
 
-No te ves nada de bien, Cami- opinó Miki, sentándose a su lado en el cómodo sofá- ¿Estás enferma?
 
Camila suspiró y decidió contarle a sus amigos todo lo que había ocurrido desde el sábado, sin perder detalle. Cuando terminó, ambos se miraron sin saber qué decirle, pero fue Miki quien decidió ser la primera en hablar.
 
-Me parece que es el momento ideal para que te lea las cartas, ¿quieres?
 
La miró con suspicacia. Era muy común que en las reuniones sociales, Miki terminara leyendo el tarot para alguno de los invitados y lo que leía siempre, tarde o temprano, se cumplía, o al menos eso se rumoreaba.

La pelirroja no creía en esas cosas y solía reírse, junto con Bautista, de quienes sí lo hacían. Pero ahora no le vendría mal un poco de iluminación en el camino, pensó.
 
Asintió con la cabeza y Miki aplaudió entusiasmada. Le pidió a su novio que le ayudara a despejar la mesita de café. Sacó las cartas de su bolsa y las beso con solemnidad, las desenvolvió del pañuelo que las cubría y fue ese mismo el que puso sobre la mesa. Le pidió a Camila que las barajara un momento, para que así se llenaran de su energía, y que mientras lo hacía pensara en lo que quería saber. Camila barajó sin una pregunta específica, solo pensando en Bautista, lo que había pasado y lo que podría llegar a pasar.
 
-Suficiente- dijo Miki Ahora, parte el mazo en dos y elige uno.
 
La morena tomó el conjunto de cartas que Camila escogió y puso ocho naipes frente a ella, en dos filas de cuatro. Las volteó de a una, sin decir una palabra, pero asintiendo con la cabeza. Cuando llegó a las últimas dos, hizo una mueca que a Camila no le gustó nada.
 
-Veo mucho dolor en tu pasado, Cami. Pero es un dolor que vive contigo, has escogido vivir con él. Te veo rodeada de mucha gente que te quiere, pero aún así, no ha sido suficiente. Es como si hubieses estado inconclusa, esperando a que alguien complete una parte de ti, pero, al parecer, a todos los que lo han intentado les ha quedado grande el puesto.
 
-¿Y me voy a quedar así para siempre?- preguntó Camila, asustada.
 
-Es muy extraño- dijo la morena, con misteriosos ojos, mientras evaluaba las cartas.
 
-¿Qué cosa, qué es muy extraño?- preguntó la pelirroja, desesperada.
 
-Aquí está la rueda del destino- dijo señalando la carta- Girará a tu favor y en ese momento el complemento que esperas, llegará, pero para ello tendrás que pagar un precio muy grande- negó con la cabeza- De alguna forma, tendrás que dejar de ser tú.
 
-¿Dejar de ser yo?- repitió con el ceño fruncido- Miki, explícate por favor.
 
-Muy extraño- repitió, tocando su propia mejilla- Solo te puedo decir que si decides pagar ese precio, serás inmensamente feliz, pero a costa de personas que quieres mucho. Aunque esa felicidad no será eterna, pues la rueda siempre está girando.
 






Continuará......
 

♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡

Que pasará. Será cierto lo que le leyó Miki a Camila sobre sus cartas del tarot?

Que destino le deparará a Camila tendrá que ver con Bautista?

En lo siguientes capitulo lo iremos sabiendo

Besos espero que les haya gustado el capitulo

Nos estamos leyendo
 
 

Entre Ella o YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora