Capitulo 23

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Camila le dio un sorbo al café que tenía entre las manos mientras Sofía le hablaba animada sobre su vida.

Era una chica muy bella, pensó. Su pelo era de un color negro lustroso y largo, el cual contrastaba con el pálido tono de su piel blanca y su rostro ovalado alojaba unas finas facciones, resaltadas por un sutil maquillaje. Con no más de 24 años, la paisajista ya contaba con su propia empresa de diseño, asociada con dos de sus hermanas mayores.
 
Desvió la vista hacia la terraza de su departamento para ver a Bautista, quien charlaba animadamente con su hermano mientras este último fumaba un cigarrillo.

Andrés y Sofía habían visitado la capital un mes después del anuncio de su compromiso, pues él debía concretar unos negocios y su prometida lo acompañó.

Al enterarse, Camila no tardó en proponerle a Bautista que invitara a su hermano a cenar al departamento que compartían y su novio accedió de buen humor.
 
Aunque al principio de la velada estaba muy nerviosa por encontrarse nuevamente con Andrés y que él trajera a colación a Luisana, ahora que la reunión estaba próxima a terminar podía sentirse tranquila y afirmar que la había disfrutado, ya que en ningún momento el nombre de la rubia fue mencionado.

A veces sentía que a su ex-mejor amiga se la había tragado la tierra, pues desde aquella llamada que tuvo con Bautista, en la que afortunadamente no lograron comunicarse bien, Luisiana no había vuelto a llamar ni a dar señales de vida, lo cual la aliviaba por un lado, pero también la preocupaba y le hacía preguntarse si ella estaría bien allá en París.
 
Al sentir la mirada de Camila sobre él, Bautusta miró por encima del hombro de Andrés para encontrarse con aquellos ojos color avellana que lo venían enamorando desde el día que los vio por primera vez. Le guiñó un ojo con picardía y una sonrisa ladeada, logrando que un color tan rojo como su cabello le tiñera las mejillas a su novia y le sonriera también.
 
-Están muy enamorados- opinó Sofia con admiración.
 
-¿Disculpa?- respondió Camila, volviendo a centrar su atención en la chica a su lado, quien sonrió enchinando los ojos.
 
-Bautista y tú -le explicó- Se nota que se aman mucho.
 
Una suave risita se escapó de los labios de Camila al sentir que lo que escuchaba era cierto y solo asintió con la cabeza.
 
-Andrés y tú también se ven muy enamorados- dijo finalmente.
 
-Ahí donde lo ves, le costó mucho conquistarme- dijo levantando el mentón con falsa fanfarronería, logrando que las dos rieran. Luego se retractó- Bueno, en verdad no tanto, pero sí me rehusé mucho a estar con él.
 
-¿Por qué?
 
-¡Porque somos tan diferentes!- le explicó abriendo mucho los ojos- Él es un hombre estructurado, que planifica, con sus negocios y sus reuniones en grandes salas y oficinas. ¡Yo soy caótica!- rió- Cada día hago algo distinto, no planeo nada y creo que podría morirme si tengo que cumplir horarios de oficina- suspiró- Mi familia estaba segura de que no era el hombre para mí. Esperaban a alguien más como yo, un espíritu libre. Y creo que por darles en el gusto a ellos, lo rechacé por mucho tiempo. Pero cada vez que lo hacía sentía que algo estaba mal, ¿sabes?.
 
-La clave del fracaso es agradar a todo el mundo- dijo Camila con nostalgia, al recordar que era una frase que Luisana siempre le decía al aconsejarla.
 
-¡Exacto!- afirmó con emoción y luego se encogió de hombros- Finalmente me rendí ante mi misma, acepté que Andrés era el hombre de mis sueños y que ningún otro podría hacerme feliz.
 
-¿Y tu familia? ¿qué pasó con ellos?

-Pues tuvieron que aguantarse. Además, solo hizo falta una cena para que Andrés los conquistara a todos con su simpatía y encanto -rió- Seguro no tengo ni que explicartelo, ya vi que Bautista es igual. Tus padres deben estar encantados con él.
 
Camila no pudo evitar que la pena se colara en su pecho al pensar que sus padres no estaban ni cerca de saber de la relación que mantenía con Bautista y que nunca lo sabrían, pues aunque hubiese sentimientos de por medio, ella no podía olvidar que todo esto era temporal y que, aunque le doliera, no era más que una ilusión.
 
Media hora después Camila y Bautista despedían a sus invitados, encontrándose solos nuevamente en su departamento.

El hombre no dudó en acercarse a su novia y besarla en los labios sin decir una palabra, mientras le rodeaba la cintura con sus brazos y la estrechaba contra su cuerpo con fuerza.
 
-¿Y eso?- preguntó ella divertida, cuando se separaron.

-¿Acaso necesito una razón para besar a mi mujer?- preguntó sonriente, acariciándole la mejilla con los dedos. Camila se encogió de hombros y lo abrazó, posando su cabeza en su pecho- Si quieres ve a descansar, yo limpiaré todo aquí.
 
-¿En serio?- preguntó alzando la vista.
 
-Me ofende que lo digas como si no lo hiciera jamás- bromeó-Pero sí.
 
-Mi macho moderno- se burló riendo, al tiempo que le apretaba las mejillas para luego besarlo en los labios- Bueno, si aceptaré tu oferta. Mañana tengo un día muy pesado en la oficina y necesito dormir.
 
Camila lo besó una última vez y se alejó para ir a la habitación. Decidió que un baño caliente la ayudaría a dormir mejor, así que se deshizo de su ropa y dejó que el agua relajara sus agarrotados músculos y la relajara por completo, quedándose un poco más del tiempo normal en la ducha. Al salir cepilló sus dientes y luego su largo cabello rojo. Secó su cuerpo y se enfundo en un lindo camisón de seda negro de tirantes, el cual no llegaba más allá de la mitad de sus muslos.

Le sorprendió que durante todo el tiempo que estuvo alistándose para dormir, Bautista no haya entrado para hacer lo mismo. Tampoco habían ensuciado tantas cosas como para tardar tanto, pensó. Con los pies descalzos salió a buscarlo a la cocina, pero lo encontró en la mesa del comedor, trabajando en su computadora. Sin hacer ruido se le acercó por detrás y lo rodeó con sus brazos dejando su mentón en la curva de su cuello.
 
-¿Qué haces aquí y trabajando a estas horas?
 
-Quise adelantar algo de trabajo- tomó una de las manos de Camila y la besó, luego giró su cabeza hacia ella- Pensé que ya estarías dormida.
 
-Me cuesta dormir sin ti- confesó depositando un beso en su cuello.
 
Bautista la tomó de uno de sus brazos y la empujó hacia un lado para poder mover la silla hacia atrás, luego la ubico frente a él y sin levantarse ni despegar sus ojos de los de ella le acarició las piernas con ambas manos y las deslizó por debajo de su camisón, logrando que  Camila cerrara los ojos y comenzara a sentir ese familiar calor por todo el cuerpo, el que la rodeaba siempre que Bautista la tocaba.

Con las manos en sus caderas la atrajo hacia si, hasta conseguir que ella se sentara a horcajadas sobre él y la besó apasionadamente, inclinando la cabeza para lograr más profundidad.
 
Sus labios sabían algo tan dulce como su nombre, pensó Bautista, y parecía que jamás se cansaría de ellos, ya que la besó una y otra vez, hasta que a ambos comenzó a faltarles el aliento.
 
Una tremenda tensión sexual se acrecentó, vibrando entre los dos y Bautista supo en ese momento que Camila no podría ir a dormir como tenía planeado, pues el ansia que sentía de hacerla suya una vez más, de perderse en el exquisito aroma de su piel y hundirse en el ardiente calor de su cuerpo, fue abrumador. Abandonó sus labios para darle toda la atención a su cuello mientras las escuchaba suspirar entrecortadamente.
 
Camila le acariciaba la espalda por sobre la camiseta blanca de algodón y al sentir ese contacto insuficiente, la deslizó hacia arriba para quitársela por los hombros. Luego se inclinó un poco hacia atrás para verlo y admirar su trabajado torso, el cual sintió la necesidad de acariciar con los dedos, mientras se perdía en su mirada embriagada de pasión.

Tuvo que agarrarse de sus hombros para no perder el equilibrio, cuando él se levantó con ella entre sus brazos para dejarla sentada sobre la mesa del comedor. Enredó sus piernas en las caderas de Bautista y luego lo besó intensamente, como si fuera a morir si se apartaba de él.
 
La sensación del contacto entre los dos era exquisitamente satisfactoria, logrando algo tan íntimo, salvaje e incandescente, que ninguno de los dos estuvo dispuesto a desperdiciar aquella oportunidad de amarse con tanto fervor.
 
Hicieron el amor de forma absolutamente apasionada sobre la mesa y luego lo hicieron de nuevo en la habitación, entregándose sin reservas y con absoluto desenfreno al sentimiento tan grande que tenían el uno por el otro.

Unas horas después, cuando Camila notó que la respiración de Bautista se hacía regular, indicando que ya se había quedado dormido, alzó la mirada para verlo. Con una mano acarició su mejilla y le besó el pecho para volver a acurrucarse a su lado, concluyendo que sería desgarrador aprender a vivir de nuevo sin él, cuando la rueda del destino girara de nuevo y lo perdiera para siempre.








Continuará....
 
 
 

Entre Ella o YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora