Capitulo 48

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Miró a Camila de reojo, sin perder de vista la carretera y comprobó que a la pelirroja le pasaba algo. No tenía idea de qué era, pero sabía que algo había cambiado. Se veía tensa y taciturna, ausente, como si no quisiera estar ahí. Apenas hablaba y cuando lo hacía, solo eran monosílabos murmurados, sin una pizca de emoción.
 
Desde que salió de la ducha la notó así y por más que había preguntado, la respuesta siempre había sido la misma: "nada".

Se preguntaba qué podría haber cambiado en los escasos 15 minutos que le tomó ducharse y vestirse para la fiesta a la que se dirigían.

Antes de eso, Camila se mostraba alegre y cariñosa; luego, se había convertido en este pequeño cuerpo frágil al cual, aparentemente, le habían quitado el alma. Le partía el corazón verla así, más aún sin saber la causa.
 
-Dobla aquí- indicó Camila, con la misma voz fría con la que lo trataba desde que salieron del departamento, las escasas veces que le había dirigido la palabra.
 
Siguió su instrucción y minutos después se encontraron con el imponente centro de eventos donde se llevaría a cabo el cocktail.
 
Bautista se bajó y rodeó el auto con rapidez para abrirle la puerta a su mujer, pero ella lo hizo antes de que él pudiera llegar, dejándolo impávido y desconcertado ante su actitud. La vio caminar hasta la entrada, sin esperar por él y le dio las llaves de su auto al valet parking para seguirla.
 
-¿Se puede saber qué demonios te pasa?- le preguntó al odio, luego de que la tomara del brazo para detenerla y la acercara a su cuerpo.
 
-Ya te dije que no me pasaba nada- respondió soltándose bruscamente de su agarre. Dio unos pasos hasta el hombre que recibía los abrigos de todos los invitados y le entregó el suyo, sonriéndole amable en el acto y Bautista se sintió envidioso de aquel que podía recibir tal gesto de su mujer.
 
Camila entró en el amplio y sofisticado salón sintiendo a Bautista seguirla detrás. Desearía que él no estuviera ahí, incluso desearía ella no estar ahí. Ya se sentía lo bastante mal como para tener que entregar una sonrisa fingida a los altos ejecutivos y a sus compañeros de trabajo.
 
Aceptó de buena gana una copa de champaña cuando un camarero se la ofreció y se la tomó de un solo trago, bajo la mirada de Bautista y quien estuviera al rededor, pero ciertamente no le importaba. Ya nada le importaba después de lo que había visto esa misma noche en el estudio.
 
-Camila, te estás portando muy extraña y comienzo a irritarme... - dijo Bautista nuevamente a su odio, para que solo ella pudiera escucharlo. La pelirroja lo miró abriendo mucho los ojos en un gesto irónico.
 
-¿¡Tú empiezas a irritarte!? ¡Dios mio! ¿¡qué haremos!?- alcanzó otra copa de uno de los camareros que rondaban y la tomó nuevamente de un solo trago, para luego mirar a Bautista con frialdad- Si no te gusta como soy, puedes irte. Yo no te obligué a venir aquí, así como tampoco te he obligado a estar conmigo todo este tiempo. Las puertas siempre han estado abiertas para que te vayas, Bautista, pero eres tú el que ha decidido quedarse conmigo. 
 
-¿Por qué me dices esas cosas?- preguntó él, totalmente desconcertado ante la actitud de la pelirroja.
 
Antes de que pudiera responder, ambos escucharon una potente voz masculina a espaldas de los dos, que llamaba a la pelirroja por su nombre.

Al voltearse, Camila vio a Ernesto Meyer, uno de los dueños de la firma, junto a dos de sus socios. Se saludaron cordialmente y la pelirroja presentó a Bautista como su esposo. Luego, el alto ejecutivo la felicitó en gran medida por su trabajo, elogiándola a ella por su gran capacidad y a Bautista por tener "tal joya a su lado".
 
-¿Champaña?- ofreció un camarero justo cuando Camila y Bautista volvían a quedarse solos y la mujer aceptó su tercera copa. La llevaba a sus labios para terminarla, igual como había hecho con las dos anteriores, cuando su esposo la detuvo, agarrándola suavemente de la muñeca.
 
-¿Puedes dejar de tomar así?
 
-¿Y tú puedes dejarme en paz?- nuevamente se soltó de su agarre y esta vez se alejó de él, pues ya no soportaba más estar a su lado. Verlo y escucharlo en su actuación, mostrándose orgulloso y preocupado por ella, solo la hería y le daba náuseas.
 
Cruzó el salón en camino al baño, no sin antes acabar, ahora sí, con el líquido contenido en la copa.
 
-¡Cami!- la llamó Micki cuando la vio pasar frente a ella. La siguió a pasos apresurados, al darse cuenta de que ella no la había escuchado. Cuando se acercaban al baño de señoras lo intentó de nuevo, agregando un pequeño toque a su hombro.
 
La pelirroja se volteó y al ver a su amiga solo pudo echarse a sus brazos, aprovechando que no había nadie cerca que pudiera verlas. Cuando sintió el abrazo de Micki, Camila se permitió llorar, sacando así todo lo reprimido desde que había leído los mails que Bautista y Luisaba se mandaban.
 
-No me ama, Micki- dijo entre sollozos, mientras la morena la conducía hasta el baño.
 
-¿Quién? ¿De qué hablas, Cami?- preguntó dejándola apoyada en el borde de los lavabos. Se puso frente a ella y le apartó el cabello del rostro. Luego, hurgó en su pequeño bolso en búsqueda de un pañuelo.
 
- Bautista- dijo mirando sus manos- Hoy descubrí que tiene una relación con Luisana.
 
-¿¡Qué!? ¿Estás segura?- solo recibió la dura mirada de Camila como respuesta- Pero él... es decir, ayer se veía tan...
 
-No te atrevas ni a decirlo- dijo llorando más fuerte. Agradeciendo que ninguna otra mujer estuviera ahí para ver ese espectáculo.
 
-¿Él está aquí?- Camila- solo asintió con la cabeza y Micki suspiró profundamente- Y no les has dicho que sabes sobre su relación con Luisana- la pelirroja negó- Ok, entonces no le des el gusto de arruinarte la noche- le alzó el rostro y con el pañuelo que tenía en las manos se lo limpió- Eres una mujer increíble, Camila. Si él no es capaz de verlo, pues se lo pierde y si realmente te ha estado engañando, no merece ni una sola lágrima más de tu parte.
 
Camila le regaló un intento de sonrisa a la morena, quien se la devolvió enchinando los ojos, como siempre hacía. Luego dejó su bolso en la superficie y sacó unos cuantos cosméticos para arreglar el desastre que había dejado ella con sus lágrimas.
 
Después de un par de minutos, Camila volvió a verse al espejo, maravillandose con el trabajo que había hecho Micki, pues no había rastro de su anterior llanto. Le agradeció a su amiga con un fuerte abrazo.
 
-¿Viniste con Francisco?
 
-Claro, ya sabes que tenemos un pacto de invitarnos a todos los eventos de trabajo- rió Micki.
 
-No le cuentes lo que te dije. Si lo sabe, hará un escándalo de esto y es posible que hasta quiera golpear a Bautista.
 
-Bueno, tal vez no le vendría mal- dijo frunciendo el ceño y Camila la miró pidiendo clemencia- Está bien, no le diré nada. Ahora vamos a emborracharnos un poco, a ver si con eso esta fiesta se pone más entretenida.
 
Salieron repuestas del baño de señoras y tomaron tres rondas más de champaña. Camila ya sentía los efectos de la excesiva cantidad de alcohol que había bebido, cuando notó a lo lejos a Bautista conversar con Francisco, mientras lo veía buscarla con la mirada. Inmediatamente apartó la vista de él, pues no quería que la encontrara.
 
Cuando tomaba su séptima copa, Micki la abandonó un momento, diciéndole que había visto a William Levy, el apuesto ejecutivo de finanzas de la firma que hacer un contrato y la morena quería conseguirlo a toda costa ya que ella no estaba en condiciones de hacer negocios en ese momento. Camila sólo le había agradecido y la había animado a ir a por él.
 
Ahora estaba sentada en el bar, bebiendo con más calma, mientras veía con nostalgia el diamante que adornaba su mano izquierda, bufando por lo bajo al pensar lo ilusa que fue creyendo que Bautista se lo había dado porque ella era "la mujer de su vida".
 
-Camila....

Escuchó una voz masculina a su espalda que le llamba





Continuará.....
 

Entre Ella o YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora