Capitulo 35

369 17 1
                                    

Los días siguientes pasaron rápidamente, como una ráfaga de viento.

Habían tantas cosas que hacer que en un pestañeo se vio a sí misma en una de las habitaciones de la casa de los Arce, con el maquillaje recién terminado, viendo su reflejo frente al espejo de cuerpo entero, a minutos de contraer matrimonio con el hombre que amaba.

Llevaba un precioso vestido color marfil, escote cerrado y mangas ¾, llegaba hasta la mitad de sus muslos. Cubierto de encaje, contaba con diminutas incrustaciones que brillaban con el cambio de luz, por delante se veía bastante conservador, mas la espalda la dejaba a la vista, gracias a la transparencia que iba desde sus hombros hasta la espalda baja, solo adornada por los botones satinados que le recorrían la columna vertebral. Su pelo rojo estaba suelto y desenfadado, formando ondas irregulares que caían despreocupadas y se calzó con unos zapatos de tacón color nude.

Estaba lista.
 
La ceremonia se llevó a cabo en el gran patio trasero de aquel lugar, una ceremonia civil de la cual participaron las mismas personas que habían asistido a su fiesta de compromiso: los padres de ambos, Andrés junto a su prometida, Francisco y Micki.
 
Cuando salió al patio, quedó maravillada con lo que su madre y Alexandra habían logrado con tan solo 3 días de anticipación.

Un precioso arco de flores la esperaba al final de una alfombra blanca que habían ubicado al medio del jardín. Bajo este, había una mesa perfectamente adornada con manteles y velas, detrás de la cual estaba el juez y delante estaba Bautista, vestido con un elegante traje negro y camisa blanca, los primeros tres botones estaba desabrochados y no tenía corbata. Su cabello, como siempre, alborotado.

Estaba increíblemente guapo, pensó Camila, mientras caminaba del brazo de su padre hacia el improvisado altar, saludando con la mirada a quienes ahí estaban.
 
Juraron amarse y respetarse por el resto de su vida, intercambiaron anillos y sellaron su promesa con un beso.

Al separarse, Camila vio en los ojos celestes de Bautista, por un instante, un atisbo de amor por ella, vio a aquel hombre con el que había compartido el mejor momento de su vida por cuatro meses. Pero desapareció tan rápido que dudó de que aquello realmente hubiese estado ahí, pues rápidamente volvió a aparecer esa sonrisa burlona, llena de suficiencia, que había habitado su rostro desde que fue por ella hace una semana.
 
-Ahora empieza el resto de nuestra vida, mi amor- le susurró Bautista al oído, antes de besarla en la mejilla.
 
Contrario a lo que esperaba recibir, Camila le sonrió, un reflejo de la sonrisa que él le mostraba. Y se sintió satisfecha al ver la incertidumbre en el rostro de su, ahora, esposo.
 
Anoche, la pelirroja había concluido que si se había embarcado en este infierno, lo sortearía de la mejor manera que pudiera. Sería todo lo que él no esperaba que fuera, una esposa cariñosa y una amiga fiel, como si él nunca hubiese descubierto su engaño. Ejecutaría su papel a cabalidad.

Se convenció de que este juego podía jugarse de a dos, habiendo dos finales posibles: O él terminaba por exasperarse y se separaban, o se enamoraba perdidamente de ella.

                        **************

Le dio una última leída al informe que había estado redactando durante la pasada hora. Cuando ya no encontró errores, lo adjuntó a un mail dirigido a Micki, junto con otros tres documentos sobre el mismo caso e instrucciones específicas sobre lo que debía hacer a continuación.

Presionó el botón de enviar y se estiró en la silla, pasando los brazos por arriba de la cabeza y recibiendo la confortable brisa marina.
 
Se levantó y caminó hasta la pequeña barandilla que había en el balcón con el que contaba la suite, lugar donde había estado trabajando toda la mañana, admirando la preciosa vista que le entregaban las paradisíacas costas de Cancún.

Entre Ella o YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora