Capitulo 27

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Se quedó de pie mirando a Luisana, apenas sintiendo su corazón palpitar. No sabía qué hacer, menos podía pensar en qué decir. Estaba absolutamente pasmada ante la presencia de la rubia, quien la miraba sin expresión en el rostro, haciendo todo aún más angustiante.

En una posición completamente desesperada, incluso espero que su mejor amiga se desvaneciera como un espejismo, o un cambio de escenario abrupto por estar en una pesadilla. Pero los minutos pasaban y las dos seguían ahí.
 
Luisana se levantó con una sonrisa sarcástica en los labios, caminó hasta ella con tranquilidad y cuando estuvo frente a Camila la rodeó con sus brazos y la besó en la mejilla, un roce suave que no tenía ni una pizca de afecto.
 
-¿Acaso no me saludas?- preguntó cuando se separó de ella.
 
-¿Cuándo llegaste?- fue lo único que pudo ser capaz de decir.
 
-Llegué anoche. Pero no te angusties, amiga, me iré pronto- dijo con una calma que asustaba, tomando de las manos de la pelirroja la bolsa de lavandería que esta traía entre las manos, solo para darse cuenta de que la primera prenda era una de las camisas de Bautista. Bufó irónicamente y la miró a los ojos- Yo le regalé esta camisa, ¿sabías, verdad?
 
Entonces, Camila confirmó que Luisana estaba enterada de todo, sintiéndose bastante tonta por tardar tanto en llegar a ello, pues era obvio.

No podría haber otro motivo por el que ella haya regresado antes de tiempo y sin avisar. Había tenido esta pesadilla miles de veces en los casi cuatro meses que había podido disfrutar del amor que sentía por Bautista, pero ninguna de ellas se sintió tan horrible como la realidad.
 
-Lu, yo... -comenzó a decir, sin saber realmente qué es lo que diría. Aunque la rubia le ahorró la molestia, pues inmediatamente la interrumpió.
 
-¿Tú, qué?- preguntó impaciente, reemplazando su sonrisa por una delgada línea y el asomo de algunas lágrimas-  ¿Me vas a explicar cómo fue que Bautista y tú aprovecharon la oportunidad para verme la cara?, porque si es así, te escucho atentamente. Tengo muchas ganas de saber cómo fue que pasó esto, a quién se le ocurrió ignorarme como lo hicieron mientras yo estaba lejos, cuándo fue que comenzó este tórrido romance entre ustedes... En fin, quiero saberlo todo.
 
-Luisana- dijo sintiendo sus ojos aguados- Si quieres buscar un culpable de todo esto, esa soy yo. Bautista no tiene nada que ver.
 
Siempre se dijo que cuando este día llegara, ella le haría frente con la verdad y no haría nada diferente de aquello. Confesaría todos sus pecados, sin esperar perdón a cambio, pues sabía que no lo merecía y luego se iría de la vida de los dos sin mirar atrás.
 
-Ay, Camila- dijo la rubia, molesta- Por favor, no creo que Bautista te haya puesto una pistola en la cabeza.
 
-No, más bien fui yo la que lo obligó a él
 
-¿De qué hablas?- dijo con el ceño fruncido por la confusión.
 
Camila suspiró y con una mano apartó las lágrimas que habían empapado sus mejillas, armándose de valor para contar todo lo que había hecho sin perder detalle.
 
Tomando la actitud más serena que le fue posible, comenzó con su relato y no dejó de hablar hasta que le contó todo. Desde que Bautista tuvo el accidente, hasta todo lo que había hecho para no sacarlo del error en el que estaba cuando despertó en el hospital.
 
Luisana la había escuchado con atención todo el tiempo, sin despegar los ojos de ella. A cada momento más decepcionada por lo que escuchaba, pues la historia no hacía solo empeorar a cada segundo.

Cuando Camila terminó de contarle todo, ambas se quedaron en un silencio sepulcral por un par de minutos, presas de las emociones que las estaban embargando.

Luisana apenas y podía reconocer a la mujer frente a ella, pues distaba completamente de la que fue su mejor amiga por veinte años; mientras que Camila esperaba, resignada, cualquier cosa que Luisana le quisiera decir.
 
-No te entiendo- dijo finalmente, con la voz quebrada por el dolor y mientras negaba con la cabeza- Yo era tu mejor amiga, Camila... Tu hermana. No entiendo cómo pudiste hacerme algo así, ¿por qué?
 
Apenas y pudo mirar a la rubia, pues sus palabras y sus interrogativas la habían quemado al igual que si la hubiese tocado con un fierro caliente. Y no es que lo que le dijo fuera algo nuevo, por el contrario, era algo que la mortificaba cada vez que estaba con Bautista, como si fuera un precio ineludible de pagar, a cambio de disfrutar del amor del hombre con el que siempre había soñado.

Pero escucharlas de sus labios era uno de los castigos más grandes, el cual aceptaba en el mismo grado que dolía. Solo atinó a responderle con la única verdad que conocía:

-Porque siempre estuve enamorada de él- respondió con el mentón temblando y un sollozo entrecortado, mientras se encogía de hombros con vergüenza, por la simpleza de su respuesta. Pero lo cierto es que no había mayor explicación que esa.
 
-Siempre estuviste enamorada de él- repitió Luisana soltando el aire con una sonrisa incrédula- Vaya, esa es una noticia nueva. Entonces, ¿cómo fue que pasó todo esto?, ¿esperaste por años a que llegara el momento perfecto para quitarle el novio a tu mejor amiga?- preguntó irónica, juzgándola sin compasión.
 
-¡No!- se apresuró a decir- Por supuesto que no...
 
-¿¡Y cómo le llamas a lo que hiciste, Camila!?- dijo con asco-  ¡Te encargaste de apartarme de su lado!, ¡me lo negaste cada vez que te llamé y me metiste en la cabeza que él no quería saber nada de mí!, ¿¡Y quién sabe qué fue lo que le dijiste a él para que se quedara contigo!?
 
No terminaba de creer lo vil que había sido la pelirroja, pero finalmente fue capaz de unir las piezas del puzzle.

-Ahora entiendo todo. Por eso Bauti nunca se comunicó conmigo, por eso cuando lo llamé...- guardó silencio, pues las asociaciones y los razonamientos iban a una velocidad mayor que su capacidad de habla.
 
-Nunca quise quitarte a Bautista, Lu. Te lo juro- le aclaró con desesperación- Siempre supe que él te amaba tanto como tú a él, lo sé hasta el día de hoy y sé también que seguirá siendo así después de que esto pase... Lo que hice no tiene sentido, menos perdón, porque traicioné a las dos personas que más quiero en la vida, pero tenía una deuda demasiado grande conmigo y con el amor que siempre le tuve a Bautista. Hice lo que sentí y aunque las consecuencias de esto se quedarán conmigo para siempre, no me arrepiento.
 









Continuará....

Entre Ella o YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora