CAPÍTULO 03

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Zac Davenport

SÍDNEY, AUSTRALIA

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SÍDNEY, AUSTRALIA

Tres días antes.

-... y con eso señores, doy por concluido el encuentro de hoy, mi secretaria les enviara a sus correos la transcripción de los temas más relevantes de la reunión- dice mi madre con voz firme- Sin ser más, pueden retirarse caballeros.

Me quedo sentado mientras observo a mi madre beber un poco de agua mientras los inversionistas van saliendo rápidamente de la sala de juntas.

- Ni siquiera lo pienses, Zac Davenport - dice mi madre en un tono de voz autoritario cuando estoy a punto de levantarme de la silla.

-Te hice más de veinte llamadas y todas se fueron a buzón y me tomo el trabajo de escribirte un mensaje de texto y me dejaste en leído, fui a donde tu secretaria para averiguar dónde estabas y me dijo que estabas entrenando. Y está muy bien que entrenes, pero no por eso debes de ignorar a tu madre. - me reclama.

- En verdad lo lamento mamá, y estoy muy avergonzado, pero... - intento sobrellevar la situación.

- No. - me interrumpe - No hay peros que valgan, ¿qué puede ser más importante que tu madre?- se cruza de brazos y fija sus ojos en mí.

Me quedo callado, porque mamá tiene razón.

Soy el mejor del equipo y el entrenador me dijo que tengo un excelente estado físico, y que no tengo que ir todos los días a entrenar, sino que basta con que entrene 2 veces a la semana y mantenga una alimentación balanceada.

Pero soy muy obstinado y voy todos los días que puedo, solo para desestresarme.

- Lo intuía, hijo sé cuánto amas ese deporte y también sé que eres el mejor en lo que haces - se acerca a pasos lentos, me toma por las mejillas y sus ojos brillan de orgullo - y a mí también me cuesta admitir que ya has crecido, pero hijo ya tienes 28 años.

-Mamá... - intento interrumpir porque ya sé a dónde quiere llegar con esta conversación y yo todavía no estoy listo para esos compliques.

-Cariño, me prometiste que luego de ganar tu tercera medalla de oro, dejarías de practicar surf profesionalmente y te dedicarías de lleno a la empresa - me recrimina - y te creí... - quita sus manos de mis mejillas, camina hacia el ventanal y su mirada se pierde en el atardecer.

- Zac, en ningún momento te pedí que te alejaras por completo del surf, sé que es una de tus mayores aficiones y no soy nadie para arrebatarte tu felicidad, pero el hecho de que me ocultaras que te inscribiste para participar nuevamente en los olímpicos y que, tu padre y yo nos hallamos tenido que enterar por un tercero - suelta un suspiro tembloroso - me hizo sentir como la peor madre de la historia.

- No mamá, no. Tú eres...

Voltea y me mira con una tristeza profunda plasmada en sus preciosos ojos, idénticos a los míos.

Fake or genuine: Una Latina en AustraliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora