CAPÍTULO 28

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María José

Después del viaje en carro más incómodo de mi vida, porque ¡OH SORPRESA! Luis también estaba invitado a la fiesta familiar

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Después del viaje en carro más incómodo de mi vida, porque ¡OH SORPRESA! Luis también estaba invitado a la fiesta familiar.

Ellas se la estaban jugando el todo por el todo para emparejarme con Luis, lo sabía. Las constantes ojeadas nada discretas de la abuela y la tía Daniela eran más que evidentes. Es más, el imprudente comentario que hizo antes de subirnos justo delante de Zac y mis papás me hizo querer morir ahí mismo.

A quién se le ocurriría decir que estaba "más caderona", ¡justo delante de dos hombres!, pero eso no fue lo peor lo peor fue el comentario de mi abuela, "las mujeres caderonas son perfectas para tener hijos", me sentí desfallecer en ese momento, pero gracias al cielo Zac no entendió porque de lo contrario me hubiese metido debajo del carro y no hubiese salido ni atropellada, suficiente tuve con las risitas burlonas de mis primas y la mirada insinuante de Luis. Creí que se iría cuando llegaron mis papás, pero no. Él se ofreció a traernos para que no esperáramos a que el taxi llegara, mamá le agradeció, papá no se mostró muy entusiasta pero igual aceptó. Zac estuvo tenso todo el camino y por ende yo estaba tensa y pese a que mamá hacia a lo posible por sacar conversación, ninguno de nosotros parecía muy entusiasmado en seguirle el hilo entonces decidió callar. Pasamos más de diez minutos en mutismo absoluto hasta que llegamos a la casa de los abuelos en el centro de la cuidad.

Agradecimos y nos bajamos en la entrada, Zac y yo nos fuimos a sentar enseguida, básicamente porque yo lo jalé.

No quería más momentos incomodos y por lo tanto no iba esperar a que parqueara, ni mucho menos.

Nos sentamos en mesa redonda, el lugar ya estaba organizado, para la celebración, estaba todo muy oscuro y solo se escuchaban los murmullos de mis familiares que ya se encontraban sentados. De un momento a otro, las luces se encendieron de golpe y después de un chirriante sonido de micrófono Liliana empezó a hablar. - Ahora que estamos reunidos, en familia, quiero dar unas palabras. Abuelos, quiero decirles, gracias. Infinitas gracias por todo, por amarse por formar una familia y por sacarla a delante, es un orgullo para nosotros el que ustedes aun después de 50 años de convivencia se sigan amando y por eso pido un aplauso.

Todos aplaudimos y fijamos nuestra vista en los abuelos.

- Gracias mijita - agradeció el abuelo desde su silla de ruedas.

- ¡Beso!, ¡Beso!, ¡Beso! - la abuela se agacho y le dio un pico.

- ¡Iuuug! ¡que asco! - musitaron mis primos pequeños tapándose los ojos mutuamente. Su gesto infantil me enterneció, eran muy inmaduros sí, pero me recordaban al pequeño Toby, quien pese a su comportamiento centrado, maduro e ingenioso era niño, al fin y al cabo. No había tenido el tiempo para pensar mucho en él, pero echaba de menos a ese niño, lo quería muchísimo.

- También quiero brindar porque estamos todos juntos finalmente reunidos y por lo más importante, porque estamos vivos. - se escuchó una algarabía una vez se terminaron los murmullos. Liliana preguntó - Bueno, ¿qué? ¿bailamos?

Fake or genuine: Una Latina en AustraliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora