CAPÍTULO 06

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María José

-¿Yo? - me mira incrédulo, asiento- ¿por qué te asustaría, tan feo estoy? - se levanta de la maleta y camina hacia mí con una sonrisa ladina

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-¿Yo? - me mira incrédulo, asiento- ¿por qué te asustaría, tan feo estoy? - se levanta de la maleta y camina hacia mí con una sonrisa ladina.

-Te adelantaste-suelto imprudentemente tratándolo de tú a lo que él me mira aturdido puesto que siempre lo he tratado de usted.

Él es un cliente antiguo de hecho desde que inauguré la floristería hace 3 años, él ha venido sin falta cada fin de mes y compra 2 ramos de flores, uno de orquídeas y uno de hortensias.

-Perdón, eh...-busco las palabras para reivindicar mi falta de respeto- No sabía que vendría y ya se me acabaron las hortensias. No pensé que usted aparecería antes del fin de mes.

-Ah, no te preocupes puedes tutearme, básicamente somos conocidos soy un cliente antiguo...- se detiene unos segundos y me mira dubitativo- Ahora que lo pienso... llevo comprándote flores 3 años y ni siquiera conozco tu nombre. ¿Cómo te llamas? - me mira fijamente y su pregunta me toma por sorpresa.

-María José, María José Castillo, un placer- extiendo mi mano sobre el mostrador a modo de saludo.

-El placer es mío, María José- la forma en la que pronuncia mi nombre me causa un no sé qué, pero prefiero dejarlo pasar. - Soy Zac, Zac Davenport el gusto es mío- estrecha su mano con la mía durante unos segundos que me parecen eternos.

-Si señor Zac, - el me da una mirada sugestiva y me corrijo- Zac, un gusto. Ahora... con lo que a las flores respecta, se me acabaron las hortensias, pero si gusta puede llevarse las orquídeas y le regalo un ramo de margaritas -negocio y alzo la cabeza para poder analizar su expresión.

Él es tan alto que tengo que doblarme el cuello como si estuviese sentada en la primera fila de un cine y la pantalla estuviese muy cerca de los asientos.

-Tan directa como de costumbre, me llevare únicamente las orquídeas gracias por tu oferta eres muy amable, pero mi abuela es alérgica a las margaritas- se disculpa mientras me entrega el dinero de las orquídeas.

-Ah, ok-me remuevo incómoda porque no sé qué más decir- que le... que te vaya bien adiós.

-Adiós, María José -se despide y toma sus maletas para salir de la tienda y montarse en un auto que arranca a toda velocidad levantando polvo como si esto fuera el lejano oeste.

Luego de estar 2 horas sentada en la floristería decido cerrar porque hasta ahora solo 2 personas más me han comprado después del señor Davenport, el resto de las personas han venido a vitrinear, por lo que decido irme temprano.

Recojo mis cosas, tomo la caja en la que empaque las flores y cierro la floristería y tomo un taxi para dirigirme a la casa de la señora Paige para llevarle el arreglo de girasoles que le quedé debiendo ayer.

La señora Paige es una de las clientas más frecuentes y una de las mujeres más amables que conocí aquí en Australia, es como la abuela amorosa que nunca tuve.

Fake or genuine: Una Latina en AustraliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora