Quinn suspiró frotándose uno de sus ojos sin despegar la vista de su computadora.
— Estúpido…
— Si, lo sé pero en mi defensa tengo a quien salir.
— ¡Tian! Me has asustado ¿Puedes si quiera golpear la puerta? — Se giró en su silla suspirando tras el susto que le dio su hermano — Espera… ¿Por dónde has entrado? — preguntó recordando que le había echado llave a su puerta.
— Por la ventana, tenemos un balcón en común. — comentó tirándose en la cama de su hermana. Miró a su alrededor y frunció su ceño — ¿Por qué tienes todo oscuro aquí?
— Eso no te importa.
— ¿Y el asunto de la puerta?
— Ya vete, Sebastián.
— Me has estado ignorando todo el día de ayer y hoy, sin tener en cuenta que a penas has salido de tú habitación para ir a la universidad. ¿Por qué me ignoras?
— Lo que digas. — siguió cliqueando cosas en su computadora
— ¿Qué te pasa? ¿Nuevamente vuelves a tus estados de rebeldía?
— No me molestes, Sebastián. — gruñó
— Solo digo la verdad. Te la pasas aquí encerrada hace dos días. Comes aquí, no dejas entrar la luz del día y mamá ya no sabe qué hacer contigo.
— ¿La verdad? Mientes.— cliqueó con mayor intensidad — Podría estar afuera caminando medio Nueva York, una deprimida no creo que considere eso dentro de sus posibilidades. — agitó su dedo índice — Y podría estar con cualquier persona haciendo lo que se me dé la gana.
— Sin embargo estas aquí encerrada, frente a una pantalla.
— Estoy entretenida. — respondió murmurando fijando su vista en la pantalla.
— Y, es aquí, donde me das la razón.
— ¿Cuál? —
— Si no estás con Amy o conmigo, estás sola encerrada.
Quinn suspiró cansada retirándose de su lugar para acostarse junto a su hermano. ¿De qué servía discutir? Después de todo sabía que su hermano tenía razón.
— ¿Es mucho pedir que me dejes sola nuevamente?
— No, pero no me gusta en absoluto que te encierres tanto. Haz un esfuerzo y baja a comer con nosotros, sabes que mamá se siente sola cuando papá decide viajar por sus reuniones y que tengas clases por la noche, duermas hasta tarde y ahora que no te dignes a almorzar con nosotros la trae mal.
— De acuerdo. Bajare. Solo déjame terminar de corregir unas fotos.
— Está bien. — Sebastián le dejo un beso en la cabeza y se levantó de la cama quedándose sentado sin saber cómo proseguir.
— Ya suéltalo. Si has venido a interrumpir mi soledad es por algo urgente. ¿Qué sucede? — preguntó aun recostada en su cama.
— ¿Qué tan amiga eres de Amy? — Quinn frunce su ceño y pide a su hermano que se siente junto a ella.
— ¿Por qué preguntas eso?
— Solo responde.
— Bueno, no somos amigas de toda la vida considerando el hecho de que la conocí en el curso introductorio, pero su forma de ser se asemeja a la mía. Digamos que valora las mismas cosas que yo. ¿Por qué me preguntas eso?
— ¿Confías en ella?
— Claro, Sebastián. Ya dime que tienes en mente para que me hagas este tipo de preguntas.