Tome un largo trago de mi copa de vino, haciendo a un lado el hecho de que me tocaba conducir y, que había bebido más de una copa. Ni siquiera sabía porque me comportaba de esa manera extraña, recibiendo por parte de Santana su ceño fruncido. Si, lo sé. Era por ella y su suave braga que escondía entre mis muslos sin siquiera querer guardarla en mis bolsillos. Pero necesitaba, urgentemente, algo para distraerme del cosquilleo doloroso en mi zona intima. Me había sentido así, más o menos, desde que Quinn se agachó a mi costado para darme mi "servilleta" extraviada y teniendo en cuenta que ya hemos comido y estamos de sobremesa, he sobrevivido.
Pero el ciclo volvía a comenzar con tan solo desviar unos segundos mi mirada hacia su pálido cuello, sus profundos ojos avellana, sus labios junto a sus pequeños pero redondos pechos. Era un viaje de ida y vuelta constante, y ya no interesaba lo que pudiese hacer para desviar mi atención cuando con tan solo el aroma de su perfume volvía a hechizarme.
Me removí en mi asiento con el propósito de buscar una mejor posición para el cosquilleo que no cesaba. ¿Cuánto tiempo se supone que puedo mantenerme excitada? ¿Cuándo pararía? Cerré mis ojos al sentir como mi húmeda braga se pegaba a mi intimidad y un suave escalofrío subió por mi columna. Estaba haciendo un buen trabajo oprimiendo las ganas de voltearme y mirarla para pedirle largarnos de aquí y hacerle el amor donde sea, pero la idea sobre ser virgen me golpeaba la moral y también... me excitaba un poco más. ¿Tan loco podría ser aquello? ¿Era una enferma?
Carraspee mi garganta y volví a tomar la copa entre mis dedos dejando apoyado el borde sobre mis labios entreabiertos. Mi aliento empañaba levemente el vidrio y eso no me hacía más que pensar en mi coche, sexo y Quinn. Cerré mis ojos y deje que mi garganta se lubricara con aquel dulzón sabor.
Estaba a un pelo de perder la dignidad, mirarla y devorármela con la mirada, aunque algo dentro de mi mente aun me pedía firmeza. Sin embargo, renuncie a toda batalla cuando ella maliciosamente coloco su pierna rozando la mía, jugueteando con su pie en busca del mío. Ella quería exactamente lo mismo que yo, y eso curiosamente, me hacía sentir menos culpable.
Exhale, quedándome vacía por dentro sin darme cuenta que inconscientemente había estado aguantando la respiración desde que ella enredo su pierna en la mía.
- ¿Tan aburrida te encuentras? - Habló mi madre, sacándome de mi fantasía mental - Pensé que habías traído tu coche, hija. - mira la copa que se encuentra vacía nuevamente.
Sentí automáticamente la mano de Quinn en mi regazo, encontrándose de lleno con su braga cuando intentó explorar mis muslos. Instintivamente me eche hacia delante, chocando con mis codos el plato y este golpeando mi copa junto algunas cosas más sobre la mesa.
- S-si... - balbucee escondiendo mi mano debajo de la mesa para detener la mano de Quinn. De solo pensar que podía sentir mi humedad, me dejaba completamente avergonzada. Santana, sin embargo, solo me levantó sus cejas cuando instintivamente mire hacia mi izquierda. Volví a enfocarme en mi madre - He, he traído el coche...
- Hija, no puedes manejar en este estado.
- Solo he tomado unas copas, nada grave.
- Pues, no te montaras así... - casi me trapico con mi saliva por asociar la palabra "montar" con Quinn. Dios santo, ¿Qué ocurre conmigo?
- Yo puedo hacerme cargo. - su voz interrumpió la réplica de mi madre y mis ojos fueron a su encuentro. Solo recibí un guiño de ojo y último apretón sobre mi muslo.
- No sabía que tú manejas - balbucee nerviosa pero recuperando poco a poco el aliento.
- No tienes idea cuantas cosas puedo hacer. Te sorprenderías... - me sonríe y como si fuese posible, mis bragas se mojan un poco más.
