La calle que nos llevaba al parque estaba completamente colapsada, teniendo que tomar como opción el tener que aparcar varias calles lejos de allí. En mi opinión, aquello no me molestaba en absoluto si significaba pasar a penas unos segundos más cerca de Rachel.
- Por que tanta gente justamente hoy? - preguntó Rachel una vez que logramos llegar a una de las entradas, la cual me recordaba un dia en particular.
- Bueno, teniendo en cuenta que es sabado... - dije sonriendo tras ver su ceño fruncido mirando a su alrededor. Jamas pense que una persona se vería tan adorable de esa manera.
- Pues suelo venir a menudo los sabados y juro por dios que nunca estuvo así - Negó con su cabeza una vez que nos decidimos por avanzar - Por cierto... ¿Que has traido en un bolso tan pequeño? - preguntó tomandome desprevenida al tomar mi mano para indicar que me detenga. Aquello una vez mas me produjo la mejor sensación que he experimentado hasta el momento. - Yo... Lo siento - balbuceó y frunci mi ceño confundida.
- ¿por qué? - pregunto curiosa una vez que no siento mas su tacto...repentinamente extrañandolo.
- Por... - titubea aferrandose a la tira de su mochila - Suelo ser algo intensa y demostrativa. No quiero que te sientas incomoda y... - la interrumpo.
- ¿Lo dices por haberme tomado la mano? - caigo en la cuenta que me he quedado viendo el hermoso contraste de su piel chocolate con la mia. Ella solo asiente avergonzada - A mi me gusta... - digo provocando su sorpresa - Es decir... No me molesta. Tranquila. - solo me sonríe asintiendo con su cabeza antes de apoyar su mochila en un banco de madera cercano.
¿Que no te molesta que te tomen tu mano? ¡Tú odias que te toquen personas desconocidas, Quinn!
Rachel no es una desconocida.
Pues, un almuerzo no nos hace hermanas fraternales exactamente.
Bueno... No me interesa que ella lo haga.
Porque nos gusta... Demasiado.
No.
Si.
No.
No.
Si...
Aja! Nos gusta!
Demonios!... Si, me gusta... Demasiado.
Mis pensamientos parecían adueñarse de mí constantemente aquel día. Desde el momento donde Rachel se sentó a mi lado, rechazó a Brody no muy sutilmente y decidió pasar el día conmigo hasta ahora, donde comenzaba a estirar una pequeña manta color bordo sobre el césped que había sacado de su mochila. Pestañe varias veces intentando comprender como demonios había llegado hasta este punto, donde Rachel me sonreía ya sentada estirando su brazo para que me uniera. ¿Por qué demonios he sido tan idiota? ¿Por qué no deje que el destino viniese por mí? Ahora sabía con seguridad que ella jamás me perdonaría... No creando un vinculo y ocultándole el hecho de que yo soy quien le escribe en nombre de Sebastián, el chico del parque.
- ¿Quinn? - preguntó despertando su preocupación - ¿te encuentras bien?
- Si... - asentí decidiendo tomar asiento lo más lejos posible de ella. Esta situación comenzaba afectarme, mucho más al darme cuenta que aquí es donde Rachel se sentó aquella mañana a dibujar.
Demonios...ella nunca nos perdonara.
- ¿Segura te sientes bien? - volvió a insistir tras mi ausencia mental.
No. - Claro. Solo me pareció ver a alguien conocido. Lo siento... - vuelvo a mentir y es algo que no se detiene.
- Esta bien...- dice sintiendo como el aire entre nosotras comienza a sentirse algo incomodo. - oye... Podemos volver si quieres. No quiero que...