Capitulo Diecisiete

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Podía sentir como los ojos de mi hermano se encontraban sobre mi nuca cuando colgué la llamada. Finalmente me había decidido a darle mi número telefónico a Rachel, no sin antes hacer varios chequeos respecto a mi maldito plan, que cada vez se volvía aun más insostenible. Me había asegurado de conseguir uno de esos móviles en los cuales puedes colocar dos números en uno, al igual que descargar una aplicación que mi hermano se encargo de instalar en el mismo para cambiar el tono de mi voz. Llame unas veinte veces a mi hermano como mínimo para asegurarme que funcionaba correctamente, y me sentía como mierda mintiendo de aquella forma. Pero era algo que no podía detenerlo, quería, si, pero no podía... algo me empujaba a querer estar cerca de ella, saber sobre sus días tras no tener noticias por más de una semana. Solo conseguía verla dos veces en la semana en las clases, no obteniendo lo suficiente de ella. Solo se sentaba en la mesa de nuestro grupo y corregía nuestras láminas o proyectos. Ni siquiera lograba conseguir que me mirase a los ojos o que me hablara de algo que no fuese módulos o espesores de línea.

¡Demonios! ¡Estaba desesperada por algo de ella! Me sentía una enferma a tiempo completo.

De ahí mi decisión de mandar todo al diablo y acelerar las cosas. Ya estaba repleta de mentira, si me descubría sacaría el mayor provecho de algo que ya hice.

— ¿Y bien? ¿Qué dijo? ¿Se ha dado cuenta? — me preguntó Sebastián una vez que me gire en mi lugar.

Levante una ceja, jugando con mi móvil entre las manos. — Ella... nerviosa. Se notaba nerviosa. Habló mucho y de nada a la vez. — Mire seria a mi hermano — Me siento asquerosa.

— Ya has terminado de enterrarte entera, Quinn — dijo Sebastián — Y cuando digo entera, me refiero a que en cualquier momento dejaras de respirar.

Suspire abatida por la situación. Mi hermano tenía razón y ya era demasiado tarde. — Ella no me volverá hablar de nuevo en su vida y la mía. — digo una vez que tomo asiento en la cama y sostengo mi cabeza entre mis manos, meciéndome hacia delante.

— ¿Por qué lo has hecho, Quinn? ¿Por qué actúas así si sabes que está mal? — Sentí su voz chocando contra mi cuello. Él se encontraba de rodillas a un lado mío.

— Yo... — niego con mi cabeza apretujando el móvil entre mis manos — No lo sé. No he sabido de ella en días, ni siquiera me saluda cuando hemos pasado un día completo juntas. Quizás la asuste... no lo sé. Pero verla esta semana junto a Brody, un chico que está detrás de ella — aclare al ver su rostro dudoso — Fue lo que me empujó a actuar así. Si no puedo tenerla como Quinn Fabray, al menos quiero saber de ella siendo Sebastián.

— Quinn, no creo que ella simplemente este asustada. Claramente está pasando de ti. Tiene 25 años. No debería de actuar así ¿sabes? ¿No tienes idea que pudo haber pasado?

Mire alrededor de mi habitación, prestándole especial atención al dibujo que permanecía en mi estante junto a mi cámara. Ella me había incluido en su dibujo del parque junto a mi cámara capturando cosas.

Sonreí con melancolía — Lo único que sé es que ambas disfrutamos de la compañía de la otra esa tarde.

— Bueno, quédate con eso... a veces ustedes, las mujeres, son algo complicadas — Bromeó recibiendo mi golpe en su hombro — Es la verdad — Ambos reímos y él rápidamente miró su reloj — Debo irme... ¿Segura estarás bien? — Solo asiento.

— Por favor... intenta reunir la mayor información posible.

— Si, hermanita... — repite como si estuviese cansado de oírme decir siempre lo mismo — Lo hare. Pero también ponte en mi lugar... es mi primer cena con mis suegros. Hare lo mejor que pueda.

AMOR A SEGUNDA VISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora