Capitulo Ocho

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Quinn muchos momentos en su vida se había pasado las horas pensando que sería de ella si le hubiese tocado un pasado diferente, una vida distinta. Ella no podía dejar de pensar que había tenido una adolescencia y parte de su presente injusta. Detestaba sus días en donde solo tenía que fingir para agradarle a la gente que rodea a su padre. Ni siquiera recordaba la última vez que había compartido tema con él, el hombre que se dice llamar padre.

— Quita los codos de la mesa y sonríe un poco más. — Son las palabras que siempre salían de la boca de su padre cada vez que la familia debía cumplir con su rol frente a personas colegas de él. Odiaba aquello, odiaba tener que salir con hombres de seguridad cada vez que deseaba ir a visitar a una amiga o simplemente salir de compras. Odiaba haber tenido que tomar clases de modales y tener que comportarse como adulta cuando apenas era una niña.

Quinn intentó recordar un solo momento junto a su padre sin sus asistentes o secretarias, pero solo se reducían a las noches de navidad o año nuevo, a veces ni siquiera eso. ¿Cumpleaños? Claro, siempre y cuando en su agenda no haya alguna reunión o acto político, viajes de negocios, etc.

— Quinn, ¿quieres que mi carrera se hunda en un abrir y cerrar de ojos? No puedes salir a bailar, eso solo me traerá dolores de cabeza.

¿Arruinar su carrera? ¿De qué demonios hablaba en esos momentos? Ella solo deseaba salir a bailar por primera vez, experimentar lo que todas sus amigas comenzaban a descubrir. El mundo donde los chicos comienzan a interesarse en las chicas, donde forjas aun más tu personalidad y agrandas tu círculo de amistades.

— No puedo salir esta noche, tengo unos asuntos pendientes y no puedo salteármelos.

Era la excusa que siempre ponía frente a sus amigas, pero tras la quinta y sexta vez usada dejaron de invitarla o tenerla en cuenta para siquiera una pijamada en la casa de alguien.

El pensar en su pasado se había convertido en un pasatiempo, pensando si realmente habría una oportunidad de cambiar las cosas o al menos tener el valor de enviar todo al diablo. Quinn buscaba hasta el más insignificante error para aferrarse aquello y depositar toda su frustración personal allí. No tenía amigos, no tenia experiencias, solo una vida aburrida y de extremos cuidados.

Pero lo que más recuerda y tiene latente aun en su memoria fue el día en que su abuelo materno le dijo horas antes de morir. — Puedes ser cualquier cosa que desees, Quinn. Solo tienes que luchar por ello, así sea contra tu padre.

Su abuelo, quien sintió que fue realmente quien cumplió el rol de padre en su vida se había marchado de su lado hace más de cinco años, cuando apenas comenzaba atravesar el camino de la adolescencia donde todo joven desamparado necesita de su mentor para saber guiarse buscando sus propias experiencias, errores y aciertos. Aun no superaba su muerte, ni siquiera se anima a pisar el cementerio donde sus restos descansan en paz, pero siempre lo tiene presente en sus días sintiéndose una cobarde por ni siquiera poder entablar una conversación con su propio padre. Si compartían un momento a solas solo era silencio, alguna que otra pregunta teniendo como respuesta un "si" o "no". ¿Qué clase de relación era esa? ¿Acaso él no se sentía miserable por mantener un trato así?

— ¿Te encuentras bien? — le preguntó su hermano en el día de su decimo sexto cumpleaños. El que su padre claramente olvidó.

Quinnn levantó sus hombros desganada — ¿Qué más da? Solo es un año más. — Sopló la vela que su hermano se había encargado de volver a encender — Siento que… algo ha cambiado. Es como si estuviese todo normal, todo sigue de igual forma pero algo cambio. ¿Me entiendes?

— Lo sé… — dijo Sebastián besando su mejilla intentando darle consuelo a su hermana.

Desde ese día las cosas marcharon de igual forma, pero el clic en Quinn había sucedido. Las conversaciones con su padre se volvieron más frecuentes reemplazando los monosílabos por insultos y tonos de voz elevados. Quinn comenzó a revelarse y su padre a conocer realmente a la persona que llevaba su misma sangre.

AMOR A SEGUNDA VISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora