Parte 1 - Capitulo V

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El camino de regreso al hospital fue igual de tranquilo y sereno que el de ida al restaurante. Annie se sentía reconfortada. No sabía si había sido por aquella charla con Martha o por el mar de lágrimas con que intentaba sanarse.

 Martha tenía la razón, debía empezar a poner un poco más de sus parte. ¿Cómo haría si se encontraba de frente con Fabián? La vida es muy rara, por no decir algo peor. Ella no creía mucho en las casualidades, pero el destino algunas veces se hace el cómico como bien lo supo aquella mañana. El episodio del maletín le había dejado más que claro lo frágil que estaba en aquel momento. No estaba preparada para enfrentarse a algo así.

– Creo que tal vez estoy así es por Henry – dijo en voz alta, más como un pensamiento que le confirmaba algo que como una información a compartir con los demás.

– ¿Henry?– Le preguntó Martha manejando y echándole una mirada de reojo. – ¿Quién demonios es Henry?

– El paciente – le soltó Annie sin pensar mucho en su respuesta. Tal vez ni siquiera sabía que hablaba con alguien más.

El vehículo disminuyó la velocidad notablemente mientras Martha, perpleja, trataba de entender de qué hablaba Annie.

– ¡Annie! ¿Qué dices? ¿Estas saliendo con alguien más, con un paciente? ¿Por qué no me lo habías dicho? ¿Es por eso que estas llorando? ¿Cómo es que sales con un paciente?

Annie la miró un poco sorprendida y luego se dio cuenta de que Martha no tenía la más mínima idea de lo que estaba pasando. De pronto sintió como la presión de nuevo estaba dominando su pecho, era una presión gigantesca que parecía se le sentaba encima y la ahogaba pero en esta oportunidad la presión no la hizo llorar.

Una carcajada salió disparada y retumbó dentro del vehículo. Martha estaba confundida. No podía comprender menos lo que pasaba pero sabía que aquella risa era una especie de medicina para su amiga así que no pudo hacer más que aunarse al concierto de risas mientras Annie se desternillaba en el asiento del copiloto con las manos en el estómago.

Hacía tanto que no se reía así que la hizo sentirse alegre y libre. Fue tan refrescante sentir que no había olvidado como hacerlo. Ambas se revolcaron en una risa estúpida y sin sentido por un par de minutos mientras continuaban camino al hospital. Solo cuando habían aparcado continuaron la conversación.

– ¿Y entonces, quien es Henry?

Annie estaba apenada y aun sofocada por la risa.

– Es el paciente que ingresó hoy temprano, el del accidente en coche con la contusión craneoencefálica. Tú lo operaste.

– ¿Lo conoces?

– No.

Martha puso cara de entender cada vez menos y la verdad era que Annie no sabía bien por dónde empezar. Se apretó la nariz justo a la altura de los ojos como tratando de encontrar un punto de partida para su historia pero ni ella misma sabía de que iba todo aquello. Trató de recordarlo todo desde el principio. Ver el cuadro en grande como cuando vas a un museo y debes dar un par de pasos hacia atrás para apreciar mejor la pintura.

– Esta mañana cuando el paramédico me entregó las pertenencias del paciente, de Henry, también me entregó un maletín exactamente igual al que le había regalado a Fabián la última vez que nos vimos. El llegó bañado en sangre y  no le podía ver el rostro así que no supe que pensar, y encontrarme así con ese maletín me hizo pensar muchas cosas. Creí que era Fabián el que estaba tirado en esa camilla bañado en sangre, solo y sin la menor idea de lo que pasaba a su alrededor. Fue demasiado para mí. Imaginarlo así me trastocó un poco. Es como si me hubiera encontrado de frente con él.- Annie tuvo que detenerse, respiró profundo y continúo con la historia.- La verdad no supe reaccionar, me abrumaron las emociones. Me fui al cuarto de enfermería y abracé el maletín con miedo de descubrir lo que me imaginaba. Cuando estaba sentada allí me di cuenta que el maletín no olía a Fabián. Lo abrí y me enteré quien era el dueño, el paciente. Hay una tarjeta que dice que es un arquitecto. Se llama Henry Latouff.

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