El aroma de café recién hecho la hizo saborearse los labios. Por un momento su mente le jugó una treta de mala manera y creyó que Fabián había vuelto a casa. La realidad le golpeó la cara cuando se recordó que Alexia había pasado la noche allí. Tres pequeños golpes en la puerta la hicieron incorporarse rápidamente, faltaba poco para amanecer y ya Alexia estaba alistándose.
– Feliz día amiga. Aquí tienes un poco de café y un par de aspirinas.
Annie le agradeció la taza de café y se tomó las pastillas de un solo golpe. Le pidió unos diez minutos para estar lista y se metió de golpe al baño. Al ver su cara en el espejo notó como el maquillaje se le había corrido de manera lamentable por toda la llorantina de la noche anterior. Sintió un poco de vergüenza al saber que esa fue la cara con la que recibió a Alexia. Se lavó rápidamente y decidió solo cambiarse la ropa por algo más cómodo, se ducharía más tarde. Un par de guantes, una bufanda blanca y un gorro azul fueron los accesorios de aquella fría mañana. Se miró de nuevo al espejo y notó una mejoría en su semblante, lástima que no fuese lo mismo con sus sentimientos. Bajó las escaleras y Alexia estaba en la cocina con una taza de café y un croissant con queso crema.
– Toma, come algo antes de que agarres camino. Te hace falta.
– Solo café – le dijo Annie.
Ambas se quedaron en silencio por unos minutos disfrutando el calor que le brindaban las bebidas.
– ¿Mala noche? – soltó Alexia sin pensar antes de disparar la pregunta. Annie la observó fijamente.
– No quiero hablar de eso.
– Pensé que estarías mejor después de pasar la noche hablando con el tipo del bar. Era todo un bombón.
– Te dije que no quiero hablar de eso.
– Está bien. Apresúrate y me lo cuentas todo en la vía.
Al salir a la calle se encontró con un clima frío pero no insoportable. La vía estaba despejada como siempre cuando se dirigía al hospital a aquella hora. Para Alexia era más fácil quedarse en casa de Annie que volver a la suya. Durante el viaje solo hizo uno que otro comentario suelto sobre los chismes de la farándula o algún comentario de cultura general. La verdad la cara de Annie le hacía saber que no tenía muchas ganas de hablar. Aun así Alexia no se había dejado el tema en paz y apenas pudo lo sacó a relucir y justo de la manera en que estaba acostumbrada, con su toque peculiar de ironía.
– Entonces, pregunto nuevamente ¿Mala noche?
– Te dije que no quería hablar de eso.
– Y tú no te das cuenta que eso me importa poco.
– ¿Por qué no me dejas en paz? Supéralo, no voy a hablar de eso.
– ¡Superarlo yo! Deberías escucharte a ti misma por alguna vez en tu vida.
Annie notó la ironía. Era muy temprano y muy poco lo que había dormido para tener que aguantar sus impertinencias. Sus ideas empezaron a amontonarse para salir atropelladamente por su boca. Era como una olla de presión que estaba a punto de estallar. Si Alexia quería que le contara como la había pasado lo iba a hacer pero no como ella lo esperaba.
– Si tuve una mala noche. ¿Ya te sientes mejor? Tuve una mala noche y no sé porque demonios sigo sufriendo por un hombre al que le importó poco darme la espalda e irse de buenas a primeras sin pensarlo dos veces. No entiendo como mi corazón sigue añorando a un traidor que de seguro más tardo en llegar a la capital que en meterse en la cama con otra. No entiendo cómo él puede revolcarse con otra cuando a mí me duele hasta tocarme yo misma. No entiendo nada de esto y tal vez nunca lo haga. Tal vez nunca tenga una cita de verdad. Tal vez nunca deje de estar pensando en Fabián, tal vez nunca pueda pensar en lo maravilloso que es Gabriel, Miguel, Rafael o cualquier otro con nombre de ángel, de santo o de rey. Si, tuve una mala, tuve una maldita mala noche. ¿Quieres preguntar algo más?
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El Mensaje
RomanceUna dedicada acaba de terminar una larga relación, y en medio de el esfuerzo por superarlo todo se encuentra con un maletin que formó parte de su pasado y parece haber vuelto para recolver el presente. Un accidente de tren, un paciente en coma y alg...