Parte 1 - Capitulo III

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Existen ciclos en la vida que se cumplen cabalmente. Inician y concluyen de una manera tan perfecta que no da cabida a que ningún suceso aleatorio interfiera con ello. Poco sabía Annie sobre esa Ley tan fundamental en la vida y de como ella misma se encontraría cara a cara con aquella verdad.

El día que le compró aquel maletín a Fabián era la víspera de su tercer aniversario. Ella lo había visto hacía un par de semanas atrás mientras miraban vidrieras luego de salir del cine. Para ella era el regalo perfecto; su precio era accesible y se veía que estaba hecho de un buen material. Algunos días después salió temprano de su turno y pasó por la tienda para ver el famoso maletín. Le gustaron las buenas costuras, el calor del cuero con el tacto de su mano y lo amplio que era al abrirlo. Era perfecto para un profesor de música, le daba un toque vintage a ese aura ingles que rodeaba siempre a Fabián. Lo apartó con algo de dinero como inicial y dijo que lo buscaría el jueves próximo.

Aquel jueves como de costumbre se levantó antes que él, se pegó un duchazo y se fue a recibir guardia. En el camino escuchó una conferencia grabada que hablaba sobre la atención en pacientes con escaras. Llegó al hospital ya empacada en su uniforme e inmediatamente la atrapó Alexia, otra de sus compañeras enfermeras y una de las pocas amigas que la vida le había regalado.

– ¿A dónde vas con tanta prisa?

– Al Campeonato Internacional de Bingo que están haciendo en el estacionamiento, solo vine a dejar mis cosas en el casillero y me pego la vuelta – le respondió Annie irónicamente.

– Disculpa – le dijo Alexia dándole un golpecito en el hombro. – Al parecer alguien logró fichar en su noche de aniversario.

Annie estaba sonrojada. No le agradaba hablar de los intríngulis de su relación tan abiertamente como a otras personas.

– Mi aniversario es mañana – dijo tratando de ocultar que estaba entrecortada. – Le estoy reservando lo mejor.

Ambas se echaron a reír. La verdad era que hacía mucho que no había intimidad entre ella y Fabián. La rutina había consumido la pasión de una forma tan abrupta que parecía irreal. Muchas eran las noches donde se sumergían en libros y conversaciones de respuestas monosílabas que poco a poco habían enfriado lo que ella creía era el romance más potente y empecinado del mundo. Envidia sentía de Alexia que no sufría con los grilletes de la rutina. Pero ahora tenía la oportunidad de resarcir sus fallas, estaba preparando una celebración de aniversario muy íntima, esperando que la intimidad diera rienda suelta a la pasión.

Esa tarde salió temprano y fue a retirar el maletín de cuero que había apartado. Le dieron la posibilidad de rotularle las iniciales pero tardaría unos días más. Ella se negó. Guardó el maletín en el carro y lo oculto bajo unas mantas. Al día siguiente tenía planeado envolverlo y entregárselo en una cena que “prepararía ella solita” en la casa de Alexia, no sin antes pasar por el salón de belleza a hacerse los retoques necesarios para tan importante ocasión.

Fabián llegó aquella noche sobre las nueve mientras ella leía un libro de Patologías Pediátricas sentada en el sofá de la habitación. Él le dio un beso seco en la frente y ella siguió inmersa en la lectura por unos diez minutos hasta que se dio cuenta que él estaba haciendo una maleta.

– ¿Y esa maleta?– preguntó algo inquieta.

– Pues mía, de quien más.

– Yo sé que es tuya. ¿Por qué la estas armando?

– Mañana salgo para Buenos Aires. Hoy me dijeron que me presentara para una entrevista del Conservatorio de Música de CABA.

Annie le costó un poco entender la situación así que cerró el libro, lo puso a un lado y se colocó detrás de él.

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