Lealtad

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Ah⁓ lealtad.

Uno puede decir que fácilmente se puede quebrar esa palabra en unos cuantos segundos. ¿Pero saben quiénes no pueden hacerlo?

Los amantes de la Coca Cola.

Ese delicioso elixir que hace que la amistad brille cuando llega el molesto verano, acompaña comidas de familias

Lo más increíble es cuando deja el sabor característico del gas bajando por la garganta, ese sonidito de cuando pasa por tus labios y lengua y lo saboreas, el chasquido de la lengua cuando terminas y el suspiro de satisfacción que dejas cuando disfrutas una Coca- Cola bien fría.

Su botella de vidrio le daba unas curvas hermosas que envidiaría cualquier mujer, deseada por los hombres más ávidos. Las gotas de agua que se deslizaban sobre su superficie eran pequeños cristales a los rayos del sol. Destaparla equivale a escuchar el sonido del gas más armonioso salir, el único gas que no era odiado. Y su sabor era presumiblemente mejor que cualquier beso.

Con hielitos en un vaso de vidrio en días del infernal calor. El antojo es inevitable.

Y eso Sasuke lo sabía muy bien.

¿Él? Solo era un repartidor de tan bella creación a manos de John S. Pemberton. Un camionero repartidor de Coca-Cola.

Una desgracia es que tuviera competencia; El temible camionero Naruto.

¡Ese tipo! ¡Era el conductor de una camioneta de Pepsi!

La peor blasfemia que existe es que sus clientes agarraran de ambos cuando ofrecían.

La disputa era muy clara, así como había gente que amaba la Coca-Cola también había gente que amaba con locura una botella de Pepsi.

Las familias eran separadas en dos bandos, o bien podrían ser unidas si solo una de ellas era la elegida. Los novios tendrían un romance imposible si debatieran cual era mejor. Serias repelido por amigos si no escogías una, es más, olvídate de ser amigo de alguien si escogías alguna que no fuera la que ella o él tenía enaltecida.

Fue así que las peleas entre Sasuke y Naruto eran las más recurrentes. Desde el primer día de trabajo de ambos conectaron un odio abismal.

Sasuke era 2 meses más experimentado y conocía las calles que frecuentaba, también a sus clientes más caprichosos y la cantidad que cada uno pedía cada día.

Por eso, cuando vio a la simpática camioneta azul pasar a su lado con el logotipo y a un chico de cabellos rubios manejarla estalló en cólera.

Justo donde él había dejado su mercancía ese chico iba y con una sonrisa manipuladora conquistaba a sus fieles clientes para comprarle una botella de 2 L y los niños que eran fieles a su camioneta roja se acercaban para arrastrarse cual traidores para agarrarla entre sus pequeñas manos y agradecerle.

Desde ese día Naruto se volvió su archienemigo.

Los días se volvieron malos entre ellos, cada día que se encontraban no había nada que detuviera a Sasuke a empujar la camioneta o rosarle, para al final bajarse y decir que fue un accidente.

Las primeras veces Naruto le creyó, pero esa ingenuidad se volvió molesta cuando se dio cuenta que Sasuke el chico de la Coca-Cola comenzó a hacerlo a propósito. Ya no eran simples roces de auto, Sasuke llegaba más antes que él y subastaba a sus clientes de tanta bebida que alcanzaba por 1 semana completa alegando que estaban de oferta.

— Oferta mis bolas

Naruto sabía que los precios eran un poco más altos, pero hacia como el que le bajaba cuando vendía en mayoreo. El vil hombre estaba confundiéndolos con palabras complicadas para vender más. Y él no se quedó con los brazos cruzados, él también tenía que vender.

Otptober SasuNaruSasuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora