Arroz

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Naruto eran un desastre para la cocina. No importa si le ponías un huevo y aceite en sus manos, el se encargaría de hacer que esas dos pequeños alimentos fueran un abomba entre las manos.

El muy inútil, como lo llama Sasuke, era capaz de agarrar una sarten y colocar el huevo sin mas o prender la estufa con el aceite y un encendedor. Naruto en la cocina iba literalmente a una guerra; Cubierto de mantas sobre todo su cuerpo, guantes de baño, un casco, un cucharon y una tapa del tacho de basura que le sirviera de escudo. Algo similar al capitán américa.

Pero es que su intención era buena. Hace menos de 15 días se habían independizado y para no hacerla una carga solitaria para un mimado Naruto, Sasuke se había ofrecido a ser su compañero de apartamento para vigilarlo y que el Usuratonkachi no se muriera de hambre.

Y allí estaba Naruto, con su ropaje protector viendo fijamente con rivalidad a su eterna enemiga; La estufa.

El lugar mágico donde los alimentos frescos cobraban vida, dotándoles de color, sabor y textura. Hasta el mas hábil de los cocineros podría pasar entre sus extremos sin tropezar y con una agilidad para ir con rapidez asegurándose que nada se quemara o faltara de preparación.

Y Naruto no era nada de eso. Es mas, de lo único de lo que vivía es de un insano numero de sopas instantáneas que, si no fuera porque su madre le dejaba comida en el refrigerador, el se pasaría toda la vida comiendo Ramen.

Volviendo a la odisea original; Naruto miraba nervioso cada parte de la cocina. 

El lugar que casi siempre Sasuke tocaba exclusivamente y que por miedo le habían negado la entrada.

— Bien, estaré bien 'ttebayo. Nada explotara, no esta vez.

Infló sus pulmones de aire y lo soltó en un gran suspiro. Con pasos decididos se acercó como un héroe a cada sarten, cuchillos, condimentos, verduras y la temible estufa. 

Seria el heroe para Sasuke esta noche y nada lo detendría. 

— ¡A por la cena! ¡Estarás orgulloso de mi mama! 

Y entre brincos, maniobras y saltos tomó lo necesario entre sus manos para comenzar con la misión de cocinar una perfecta cena para Sasuke antes de que llegara del trabajo. Iba a agradecerle el que lo cuidara y soportara por mucho tiempo.

Pero lo mas importante era cocinar el arroz y preparar la comida favorita de Sasuke.

— ( •̀ ω •́ )✧ —

Sasuke tronaba su cuello, demasiado tenso de tanto trabajo y el gran bostezo salió de su boca, delatando su cansancio y debilitando sus ultimas energías para caminar rápido. 

Sus pasos resonaron por la calle solitaria, hacia un poco de frio y su bufanda solo lo cubría poco, queria llegar ya a casa para darse una ducha tibia y cenar deliciosamente.

— Recuerda Sasuke, todo por la paga.

Se motivaba de esa manera cada día, mostrando que su trabajo era mas toxico que la misma palabra, pero como dijo; todo por el dinero entre las manos.

No es que fuera materialista o codicioso, es que ese dinero era para comprar la despensa para el y Naruto. Ese chico comía tanto como una ballena pero no subía de peso. Una verdadera envidia.

Ya había llegado a la casa antes de darse tiempo de bostezar de nuevo, sacó las llaves de su bolso y abrió la puerta, el rechinido llegó y se cerro con cuidado. Se quitó los zapatos para cambiarlos por los del interior y dejo colgada su bolsa y abrigo en el perchero. 

El sonido de cosas cayéndose le llamo la atención.

Con cuidado y a pasos ligeros se acercó al lugar de origen del ruido, apoyándose contra la pared y agarrando el bate de beisbol que se encontraba bajo la mesa de entrada para golpear a quien sea que estuviera creando escandalo.

Con pasos cautelosos se acercó a la cocina, vacilante de lo que encontraría en ella; La luz prendida, la gota gorda sudando de su frente y el agarre en el bate se intensifico.

Soltó un suspiro tan silencioso que hasta el no lo escucho. Y en total determinación se abalanzó con quien fuera que estuviera adentro (un ladrón).

Grande fue su sorpresa cuando quien se suponía debía se el invasor de propiedad era ni mas ni menos que Naruto. 

El único idiota con el que vivía y que no se le había pasado por al cabeza en ningún momento.

El bate en sus manos fue a parar al piso de lo que a sus ojos era el apocalipsis para un hombre común y corriente; La cocina estaba hecha un caos infernal, comida regada por todos lados, la licuadora llena de algún liquido viscoso rojizo, el piso marmolado lleno de verduras picadas, batido de crema por la mesa, los cuchillos colocados peligrosamente sobre el atún grande, había un montón de trastes sobre el fregadero y la estufa llena de carbón negro.

Naruto estaba en medio de todo ese desastre.

— ¡Bienvenido Sasuke!— pudo ver una mano saludarle efusivamente entre todo ese vertedero de desgracia.

—Dobe... ¿Qué fue...? — estaba estupefacto pero se las arreglo para dejar de mirar la dolorosa escena de ver su lugar sagrado mancillado— Olvídalo, solo... levántate. ¿Al menos puedes hacerlo?

— No me vendría mal una ayuda.

Sasuke se apresuro a su auxilio cuando Naruto por torpe alzó la mano para sujetarse del piso, para caer sin remedio dolorosamente contra el suelo en un sonoro chasquido.

— Auw ¡duele!

— Claro que duele. ¿Estas herido?

— No, pero... no pude lograrlo— la mirada de Naruto se dirigió a la mesa llena de comida sin hacer.

— ¿Lograrlo? ¿Qué intentaste hacer como para que la cocina acabara así?

— La cena— Naruto rascó su nuca avergonzado— se suponía que era una sorpresa, pero veo que no salió bien.

Sasuke estaba aliviado, por un momento la necesidad de darle un coscorrón le invadió, pero no era momento para eso. Una sonrisa ladina estaba en sus labios.

— Ya veo. ¿Al menos algo salió bien de entre todo este desastre?

— ¡Oh! Si — Naruto de inmediato entre tropiezos y resbalones por la comida regada llegó a la mesa donde tenía preparada la comida favorita de Sasuke— Mira, hice esto. ¡Pruébalos!

La mano de Sasuke agarró los onigiris deformes que Naruto le tendía sobre un plato, tomó uno y le dio un gran mordisco sin dudarlo.

— ¿Y qué tal? ¿A que están ricos verdad, Sasuke ttebayo?

— Umm... el arroz está bien cocinado— los ojos de Naruto brillaron de la felicidad, había logrado complacer a Sasuke con algo de la cena que preparo— pero... te falto ponerle la ciruela.

— Oh— un poco desilusionado bajo la cabeza. Más sus esperanzas revivieron cuando Sasuke le quitó el plato entre sus manos para tomar otra bola de arroz.

— No te preocupes, esta delicioso— sasuke le dio otro mordisco a su onigiri hasta que se la acabo— Fue una buena pieza a pesar de ser tu primera vez. Lo hiciste bien Naruto.

Las caricias sobre la cabeza le provocaron a Naruto un ligero sonrojo en el rostro, que apretara el mandil naranja que tenía puesta y cerrara los ojos por las gentiles manos cálidas que le tocaban.

Sasuke le ayudo a levantarse del suelo y le palmo la espalda para aligerar el ambiente. Naruto avergonzado miró hacia otro lado, buscando alejar su sonrojes por algo tan trivial como lo es un halago. Pero que su esfuerzo fuera reconocido le hacía extremadamente feliz.

— Naruto.

— Si.

— Tu limpiaras este desastre. Estoy agotado— pudo ver como sasuke se retiraba a pasos lentos a su habitación y desde lejos con el puño apretado le dio ánimos— Haz tu mejor esfuerzo

— ¡Pero..! ¡Ayúdame un poco! ¡Sasukeeeee!

A pesar de sus gritos estaba contento internamente. Ahora entendía que la comida era algo que podía unir a las personas, pero que eran tan difícil de preparar que el jamás volvería a tocar una olla.

Pero, si Sasuke lo ayudaba no dudaría en hacerlo.

En especial si él le pedía preparar arroz para sus onigiris.

Otptober SasuNaruSasuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora