¿Es posible sudar en medio de un bosque en pleno invierno?
Este líquido se derrama por el costado de mi frente, se resbala y cae en una gota fría por mi cuello, desvaneciéndose al chocar contra la nieve.
El temor mezclado con los nervios se clavan en mi mente, atormentándome sin frenos a medida que pasan los segundos.
Los inquietantes ojos amarillos de la niña aún me siguen observando desde el otro lado de la reja. Su mirada es furiosa, los colmillos salidos y su cabello erizado en punta me da a entender que está a nada de saltarme encima para atacarme.
Respiro con irregularidad, sintiendo un inmenso dolor en mi pecho, como si algo se estuviera clavando en él. La espalda y las axilas hormiguean mientras mis manos están clavadas en la nieve, pero aún las siento acaloradas, por lo que las hundo en la nueve y esta es derretida bajo mis palmas.
—¿Qué mierda eres?
Su enojo aumenta y esto se ve reflejado en los gruñidos que suelta su boca semiabierta. Es como si un perro estuviera a punto de atacar a un felino.
—Si aún no pudiste recuperar los recuerdos, significa que no has roto la maldición. Y si no las has roto, no tengo permitido hablar de nada que tenga que ver con el otro lado.
Con sus ojos dilatados y un claro enojo en su rostro, se gira sobre su eje haciendo que su vestido beige revolotee por el viento. Emprende su camino lejos de mí. La vista empieza a volverse más borrosa con cada paso que ella da, apenas si logro distinguir su silueta rojiza entre los árboles que la rodean junto a la nieve blanca.
Me desespero, creyeron que mi única salida se aleja de mis manos.
—¡Si sabes quién soy más te vale que me digas!—grito con las pocas fuerzas que me quedan—. ¿Acaso me conoces? ¿Sabes por qué estoy aquí?
Mis alaridos son ignorados por ella, me deja con la impotencia en la boca, con mis ganas de gritar hasta quedar sin voz, de suplicar por unas respuestas.
Mis esperanzas me abandonan poco a poco mientras me ahogo con mi propia saliva, mientras observo como esa cosa se aleja más y más de mí.
De un momento a otro, una extraña y repentina tos aparece desde la lejanía de mi garganta, empeorando con cada respiración que hago. Vuelvo a escupir sangre, aunque con más intensidad en su color. El sudor es derramado como agua por todo mi cuerpo a la vez que el calor que siento me sofoca.
Comienzo a arrastrarme de nuevo por el suelo, sintiendo la nieve fría entrar a mi cuerpo, calmando un poco el ardor que tengo dentro mío.
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Entre Caminantes [+18] COMPLETA ✔️
FantasiEstás a punto de entrar a tu peor pesadilla, así que ten cuidado y no te fíes de nadie. No olvides que solo hay una forma de salir de aquí y es siendo un sacrificio para la Bestia, el demonio que maldijo el pueblo. La locura en este sitio es de lo...