OMNISCIENTE
Tanto las extras palabras de Marck, como los gemidos de gozo de Kirian, quedan suspendidos en el aire. Amortiguados por las cuatro paredes delgas de la habitación.
Las palabras son nulas, pero los jadeos de ambos chicos son lo suficientemente altos como para acabar con el silencio que se había creado con anterioridad.
El beso es largo, húmedo, placentero y liberador. Los dos no quieren romper la pequeña burbuja de lujuria que se ha vuelto a generar entre ambos, en dónde se sienten seguros, cómodos, excitados al límite. Olvidándose por completo de aquel ser llamado Bestia.
Ninguno estaba seguro de cómo iban a terminar aquella charla pendiente. Era un tema sumamente delicado para nuestro rubio teñido y algo tan importante para Kirian que no iba a parar hasta que Marck lo dijera todo, sin importar los métodos que tuviera que hacer.
Los gritos de Marck inundan la habitación, haciéndola más pequeña.
—¡Más lento!—vuelve a reprochar al sentir como los dedos del morocho se abren paso en su entrada sin mucho cuidado.
—¿Por qué? Te gusta que te lo hagan duro...— introduce aún más sus cuatro dedos en la cavidad del muchacho, haciendo más presión y causándole espasmos por todo su cuerpo.
Su cadera se mueve al ritmo que van los dedos de Kirian, se muerde su labio inferior para poder controlar sus gemidos de dolor y reprime las ganas de pedirle que lo hiciera más fuerte.
Sus pensamientos le daban vuelta y su corazón latía con tanta fuerza que sentía cómo este retumbaba en todo su débil cuerpo. El pobre de Marck aún no entiende cómo ha acabado de esta manera con Kirian y no estaba seguro si quería averiguarlo.
Está tan aterrado como excitado, es preocupante, pero le deja esa preocupación a su yo razonable: el cual no está presente en esta ardiente situación.
Él culpa a la falta de acción sexual por la debilidad con la que está manejando este asunto, mientras sigue preparando su entrada, ya sin mucho cuidado. Marck intenta buscar algo de cordura en su mente lujuriosa, algo que lo ayude a salir de este gran problema.
«¿Pero en verdad quiero acabar con esto?». Se pregunta con seriedad y el no saber la respuesta de esa pregunta, o más bien no querer saberla, lo aterra por completo.
—Es suficiente—dictamina Kirian sacando sus dedos de la entrada abierta de Marck, provocando también un cierto ardor conocido en ese lugar para el teñido—. Basta de juegos previos, te la meteré ahora mismo.
Y como lo dice lo hace, casi sin darle tiempo en decir o pensar algo con respecto a eso.
En la cama Kirian pone a Marck en cuatro, susurrándole al oído que apoye sus brazos con fuerzas en la cama, levantando también su cintura hacia arriba; casi regalando esa rojiza entrada que con tanto esmero Kirian abrió.
El moreno toma su duro miembro, el cual ya palpita en sus manos y derrama un poco de lubricante en la punta de este. Lo alinea en ese sitio apretado, adentrándose casi por completo en él.
Hace presión, pero le cuesta entrar, el dolor aparece casi al instante que da el segundo intento, tanto para Marck como para Kirian. Se detiene un instante, por la frustración de no poder hacerlo, ni siquiera sabe si lo que hace está bien o mal, solo quiere meter su pene en el culo del rubio, ¿qué tan difícil puede ser?
—Toma mi cadera, maldito vírgen y haz presión o nunca podremos empezar. —le indica el rubio ya adolorido.
Gruñe enojado al tener que seguir las indicaciones de Marck, pero lo hace. Sostiene su cadera con la mano derecha, con la izquierda toma otra vez su miembro y lo mete en el hoyo. Este se estremece y grita mordiendo las sábanas al sentir cómo, por fin logra meter la punta dentro de él.
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Entre Caminantes [+18] COMPLETA ✔️
FantasiaEstás a punto de entrar a tu peor pesadilla, así que ten cuidado y no te fíes de nadie. No olvides que solo hay una forma de salir de aquí y es siendo un sacrificio para la Bestia, el demonio que maldijo el pueblo. La locura en este sitio es de lo...