❄️ El último adiós ❄️

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—¿Mi señor?—lo llamo con miedo, viendo cómo la sangre del mortal aún escurre desde su boca, derramando hasta caer en su pecho desnudo

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—¿Mi señor?—lo llamo con miedo, viendo cómo la sangre del mortal aún escurre desde su boca, derramando hasta caer en su pecho desnudo. Mastica y traga, bebe su vino negro y sigue comiendo el muslo del joven con gozo, soltando alaridos de excitación placer. Trago en seco—¿Disculpe, señor?

Al mismo tiempo que él responde, las maderas de la hoguera chispa por el fuego azul y amarillo que lo enciende.

—¿Qué mierda quieres, Daria?—pronuncia sin interés, escupiendo al suelo de piedra gris lo que creo que es un dedo pulgar.

Titubeo un poco, dando dos pasos atrás al ver como dicha parte del cuerpo rueda hasta llegar a mis pies descalzos. La mueca de asco no la puedo aguantar y esto lo nota el amo, quien se enfoca demasiado en mí hasta el punto de sentir vértigo por el miedo que sus enormes ojos negros provocan.

Un repentino mareo me invade al momento en el que levanto mis ojos sin querer para verlo, tal vez por estupidez o por una audacia pasajera, pero me mantengo en mi lugar viendo de frente, aguantándome el dolor en la cabeza y en el corazón que me provoca el solo ver esos infernales ojos.

Le soy fiel al amo, con mi alma entera, pero el hecho de ser su más leal guerrero me deja contra la pared cada vez que ellos dos se pelean. Me ponen en medio de sus discusiones y me obligan a elegir bandos.

Para la gran molestia de la Emperatriz, siempre escojo a Bestia. Pero, también para mi pesar, Bestia siempre se enoja con mi mera presencia. 

—La señora quiere una audiencia con usted, mi señor.—me tiembla la voz al hablar, al igual que el cuerpo.

No solo por el poder que impone él en mí, sino que veo como su enojo crece en esos ojos negros, dejándolos más tenebrosos que antes. Como si estos fueran un hoyo negro que consume el alma de quién los ve, cosa que sí pueden ser. Los lleva la locura, al suicidio o a la perdición que hay dentro de Bestia.

Convirtiéndose en un sacrificio espiritual para él, una cena ligera que solo sirve para aumentar su gula.

Pese a saber y sentir esto, me mantengo lo más firme posible hasta aguardar su respuesta.

Bestia sabe lo persistente que soy, llevamos siglos estando juntos, por lo que sucumbe a mi terquedad apartando sus ojos para seguir disfrutando del chico joven de cabello blanco que está servido en un plato de plata gigante frente a él.

—Hazla pasar.—es lo único que me dice antes de tomar la cabeza del chico y quitarle ambos ojos azules con sus garras.—Y vete ahora mismo antes de que me arrepienta de no mandarte con Tártaro.

Con solo nombrar a ese ser mi terquedad desiste y corro fuera de la sala negra.

Abriendo ambas puertas de madera rojiza y salir de este sitio, en dónde los ecos de satisfacción de Bestia rebotan por cada rincón de la gigantesca habitación.
Abandono el lugar y con él la calidez de la chimenea de más de diez metros.

Entre Caminantes [+18] COMPLETA ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora