❄️ Algunas verdad ❄️

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La cama es demasiado pequeña

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La cama es demasiado pequeña.

Me muevo de un lado a otro sin poder encontrar la comodidad para dormir, las sábanas se mueven y caen al suelo. Me frustro, estoy enojado, detesto esta maldita cama, me odio a mí mismo, pero sobre todas las cosas, odio a Marck Jensen.

No sé qué hora es, pero ya ha pasado un tiempo desde que él se fue a la escuela. Desde que me dejó solo con mi molestia, me encerré en la habitación tan rápido como salí de la suya, pude escuchar como toda la familia Jensen se despertaba para alistarse. Admito que me dio cierto pánico oír la voz tranquila de Alicia y la chillona voz de Cindy pasar por el pasillo.

Intento no darle mucha importancia, ahora mismo lo único que quiero es dormir.

Y no es que tenga sueño, la verdad he dormido un poco luego de que Marck y yo termináramos de tener sexo, fue poco, pero sí dormimos algo.

Ahora mismo quiero cerrar los ojos y olvidarme de todo, pese a que la incomodidad y el enojo me lo prohíben, sigo intentándolo por milésima vez.

Sin embargo, la frustración persiste.

«Hubiera acompañado a Marck a la escuela».

Mis ojos se abren con asombro al oír mis propios pensamientos.

«¡¿Qué mierda estoy diciendo?! A la mierda con ese estúpido rubio, como si me importara. Estoy seguro de que la única razón por la que no lo he matado es porque su culo es un detonante de orgasmos para mi verga».

En cambio, al pensar en esto, otra voz se crea en mi cabeza, aunque esta tiene una entonación calmada a diferencia de las otras.

Me pregunto con seriedad, el motivo por el que estaba tan consternado cuando me dijo que vendría el médico. Estaba preocupado de verdad. Pareciera que estaba asustado, su cara pálida y sus ojos azules me lo gritaban. Maldición, ese rostro me apretó algo en mi interior.

Marck Jensen me vuelve loco.

Tal vez sea mejor buscar una forma de matarlo sin que yo esté involucrado, porque quiera o no, no puedo dañarlo.

Aún sigo buscando una respuesta para eso, pero sé que no puedo ponerle un dedo encima si la razón es dañarlo.

¿Debería ir de nuevo al bosque en busca de Daria? Tal vez ella pueda ayudarme con este asunto.

—¿Kirian, estás despierto?—su voz y el golpe que da a la puerta me despierta del todo.

—Sí.

Alicia entra con una sonrisa cálida, pero con ojos azules tan fríos como un cubo de hielo. Veo ojeras en sus ojos, sin maquillaje y con su cabello rubio desordenado en una coleta mal hecha. Ni siquiera quiero hablar del pijama azul con estrellas amarillas claras que lleva puesto. Nunca creí que una mujer pudiera ser tan fea por la mañana y una hermosura por la noche.

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